Ni buenos ni malos. Ni comunistas ni neoliberales. Los nuevos libros de texto gratuitos de la Secretaría de Educación Pública (SEP) proponen temas relevantes para la enseñanza, pero adolecen de otros contenidos que preparen a los estudiantes para el nivel superior, consideran especialistas en educación.

Las críticas a estos ejemplares se han basado en argumentos ideológicos, pero han dejado de lado lo fundamental, es decir, si promueven una educación integral, acorde al contexto actual de las niñas y niños, coinciden especialistas consultadas por Expansión Política.

Más allá de los errores tipográficos, analizan la relevancia de los contenidos, su pertinencia y alcance. Aunque destacan algunos enfoques, su veredicto es similar: se necesita más tiempo para cambiar un modelo educativo y , sobre todo, invertir en la capacitación de los docentes, una prioridad relegada actualmente.

«Llamar comunistas a los libros ya es tener una ideología y decirles colonialistas también es una ideología. Entonces, es una guerra de ideologías por algo de educación, pero hay mucho más de intereses políticos», explica Gina Hernández, maestra en Lingüística por la Universidad de Birmingham, Inglaterra.

Los errores

Las faltas de ortografía, dedazos y otras fallas tipográficas que hasta ahora se han detectado en los libros de texto muestran que no hubo un proceso editorial riguroso.

La propia SEP reconoció que los ejemplares sí contienen errores, pero los minimizó al decir que son «áreas de oportunidad». Además, indicó que en otros años se han identificado más errores en los libros.

Los libros se diseñaron sin que la SEP publique todavía los programas sintéticos en los que se basan los ejemplares y este es uno de los motivos por los que una jueza ordenó suspender su distribución. «Estos libros de texto están hechos al vapor porque no siguen ningún tipo de programa pedagógico o didáctico de ningún tipo», asegura Fernanda Domínguez, coordinadora de Educación del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).

Sin embargo, lo más importante es cómo abordan los contenidos los libros, de qué carecen y qué proponen para mejorar el aprendizaje de los alumnos.

Bueno en la teoría

Los materiales educativos de 2023 parten del cambio de modelo educativo propuesto por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Bajo el título de La Nueva Escuela Mexicana, las autoridades presumen que buscan una educación humanista, inclusiva, que abandone la memorización de datos y se centre, también, en la adquisición de habilidades y actitudes. Trata de modificar la manera en la que se aprende.

Ana Laura Gallardo, experta en educación de la UNAM y colaboradora de los nuevos libros, ha explicado que México es uno de los pocos países del mundo que todavía basaba la educación en asignaturas y en un «enciclopedismo». El nuevo modelo educativo busca actualizar los conocimientos.

“No podemos seguir enseñando la biología del Siglo XX”, ilustró en la conferencia vespertina de la SEP del 9 de agosto.

A decir de las especialistas consultadas, estas propuestas no son incorrectas, pues impulsan una educación incluyente, que permita construir identidad, sin discriminación y que demande mayor participación del alumnado.

Sin embargo, implementar este modelo implica mayores retos y demanda capacitar al cuerpo docente, algo que la SEP ha dejado de lado en este sexenio.

En ese sentido, señalan, el proyecto educativo de la SEP es muy ambicioso, pero carece de lo elemental para aplicarlo con éxito: docentes capacitados.

Este año, la dependencia disminuyó el presupuesto destinado a la formación docente. Según un análisis de la organización Mexicanos Primero, en 2023 cada profesor contará solo con 85 pesos para su formación de todo el año, cuando en 2016 la cifra fue de 1,644 pesos.

Además, tras una resolución judicial, la SEP no aplicó una prueba piloto del nuevo plan de estudio, pero aun así siguió adelante con su implementación, apunta Domínguez.

«Esto, en teoría, es muy bueno; pero en la práctica es muchísimo más trabajo que el método tradicional de enseñanza», detalla la profesora. «Implica más esfuerzo del alumno y, si el maestro no está preparado para enseñar muchas materias o muchos saberes al mismo tiempo, pueden quedar en el aire», dice.

La experta del IMCO coincide. La autonomía sin límites de los profesores conlleva el riesgo de «generar un piso todavía más disparejo para los estudiantes» y aumentar la carga de trabajo de los docentes.

Otro aspecto que destaca es que el contexto no es apto para implementar un cambio radical en el sistema educativo, trastocado por la pandemia de covid-19. El principal objetivo debió ser recuperar los aprendizajes perdidos y los alumnos que abandonaron la escuela.

Lenguaje

Tradicionalmente, la escuela había enseñando la forma correcta de hablar. Ahora que los nuevos libros reconocen que hay variantes lingüísticas y maneras de hablar en ciertos contextos, explica Hernández.

Detalla que, por ejemplo, en el libro de primero de primaria, viene una parte de cómo nos comunicamos, según nuestro contexto. Con la familia y compañeros decimos «hola», pero a lo mejor con desconocidos decimos «buenos días», señala al comentar que eso está bien y puedes decir «dijistes», pero un uso más adecuado en un libro académico es «dijiste».

Esto no es un error. El problema es que los libros se quedan únicamente en esa enseñanza y no ahondan en gramática, sintaxis y la estructura de la lengua. «No les enseñas cómo es la estructura del español, cuál es la manera más óptima de decir una idea, si los adjetivos se dicen de una manera u otra», ilustra la linguïsta.

Matemáticas

Algo similar ocurre con otras disciplinas, como matemáticas. Las expertas señalan que se ha reducido el contenido de ciencias, no solo por el número de páginas, sino por la profundidad con la que se enseña.

Un análisis de la Sociedad Matemática Mexicana concluyó que a estos contenidos les falta rigor científico y teórico, lo que puede obstaculizar el aprendizaje de contenidos avanzados.

Alma Maldonado, investigadora en educación del Cinvestav, advierte que la desaparición de los libros por cada materia puede impedir un aprendizaje sistemático. Señala que con el ejercicio que pusieron las autoridades educativas para demostrar que se daban matemáticas en el libro de fase 3, no se demuestra ese conocimiento, por lo menos para los estudiantes de ese nivel.

Y aunque reconoce que la metodología Aprendizaje Basada en Proyectos ya se utilizaba, no puede sustituir la enseñanza por disciplinas. «Trabajar con ‘proyectos’ podría ser factible si existieran recursos adecuados y capacitación docente», coincide con las otras especialistas.

Ideología
Desde que los libros de texto gratuitos se crearon por primera vez, los gobiernos siempre han buscado incluir contenidos que favorezcan sus administraciones o posturas, considera Hernández, quien también es profesora de primaria.

Sin justificar las intenciones del gobierno actual, la especialista subraya que es importante analizar la creación de los libros sin olvidar las versiones anteriores. «A veces parece que tenemos como memoria histórica muy corta», apunta.

Los autores
Tras revisar algunas versiones de los libros que se usarán en el ciclo escolar 2023-2024, la experta Hernández indica que sí fueron diseñados por diversos especialistas en disciplinas. Sin embargo, también incluyen el saber de personas que no son de la academia, pero conocen de un tema en la práctica.

Por ejemplo, para los contenidos relacionados con biología, se consultó a biólogos y hasta a gestores de viveros.

Lo conveniente sería que el cambio de modelo educativo se hiciera de manera paulatina, para permitir su adaptación y comprensión, tanto de alumnos como de maestros. «Pero se cambió de la noche a la mañana y, evidentemente, va a tomar generaciones enteras que se pueda adaptar», advierte Hernández.

Expansión

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