Aunque el enojo puede ser algo muy cotidiano, debes saber que tu cuerpo tiene preparado un mecanismo para reaccionar y procurar que te calmes; si no tienes un control adecuado de tu enojo puede afectar tu salud.

De acuerdo con Eduardo Calixto Gonzáles, académico de la Facultad de Psicología de la UNAM, el enojo es una reacción del sistema nervioso central de nuestro cuerpo “para manifestarse, estar en contra o evadir algún tipo de molestia y obtener un beneficio”; asegura que de llevarse a cabo adecuadamente nos hace competitivos, “por eso resulta benéfico”.

Durante un episodio de enojo

Durante el proceso del lapso de enojo, nuestro cerebro libera:

  • Noradrenalina: una hormona que aumenta la presión arterial y el ritmo cardíaco.
  • Dopamina: un neuroquímico considerado como la causante de sensaciones placenteras y relajación y que se encuentra distribuida en diferentes partes del cerebro, en cada zona desempeña un papel diferente, por ejemplo, nos impulsa a ser competitivos y a crear un mecanismo de defensa ante un peligro.
  • Glutamato: es el neurotransmisor estimulante más abundante en el cerebro, implicado en la regulación de sistemas motores, sensitivos y cognitivos.

En nuestro cuerpo aumentan los niveles de:

  • Adrenalina: hormona segregada por las glándulas suprarrenales que en situaciones de tensión aumenta la presión sanguínea, el ritmo cardíaco, la glucosa en la sangre y acelera el metabolismo.
  • Cortisol: hormona relacionada con el estrés, ya que se encarga de prepara al cuerpo para un respuesta de huida.

En contraparte, cuando nos enojamos en nuestro cuerpo se registra una disminución en los niveles de:

  • Serotonina: neurotransmisor y vasoconstrictor —sustancia que hace que los vasos sanguíneos se estrechen—.
  • Vasopresina: hormona que sirve para la contracción de los vasos sanguíneos, regulando la presión arterial.
    Cerebro

De acuerdo con un artículo de la Dirección general de Divulgación de las Humanidades de la Facultad de Psicología de la UNAM, cuando se liberan la adrenalina y noradrenalina, “estas sustancias químicas producen en las personas la reacción, tensión, incitación y exacerbación del enojo y, a su vez, alteran el ritmo y frecuencia cardíaca, la presión arterial sube, se incrementan los niveles hormonales, entre otros aspectos.

“Por esto es que a menudo sentimos que el semblante se sonroja o que nuestros puños se aprietan. Igualmente, en nuestro rostro, las pupilas suelen abrirse más de lo normal y fruncimos el ceño, tensar los párpados, levantar la barbilla y constreñir los labios”.

De acuerdo con el académico Calixto González, en un episodio de enojo “prácticamente se nubla la parte más lógica y congruente del cerebro para incrementar la actividad cardiovascular y respiratoria”.

Por su parte, el jefe del Departamento de Neurobiología de la Dirección de Investigaciones de Neurociencias del Instituto Nacional de Psiquiatría, Ramón de la Fuente, señala que el enojo prepara al individuo para una pelea o huida, donde se incrementan los procesos memorísticos.

El investigador concuerda en que es normal enojarse por 30 o 40 minutos; sin embargo, cuando dura más de cuatro horas se vuelve patológico y es nocivo para el cerebro.

Calixto González reitera que alguien que pase de los 35 minutos enojado es porque o está actuando o tiene un proceso de aprendizaje y le funciona estar enojado para obtener lo que quiere.

Como verás, cuando te enojas tu cuerpo es una enorme cascada donde distintas sustancias se segregan y se alistan de distintas formas para reaccionar ante un escenario de huida a la vez que te preparan para una pelea y te exacerban; sin embargo, aunque molestarse podría ser benéfico, no dispongas más de tu tiempo a permanecer enojado.

Por ello te recomendamos no enojarte de más, minimizar o dejar ir, todo en favor de tu cuerpo y tu salud.

Forbes

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