Beatriz Gutiérrez Müller, escritora y coordinadora Nacional de la Memoria Histórica y Cultural, leyó un fragmento del libro La revolución mexicana, mi contribución político-literaria, de Federico González Garza, en el marco del 108 aniversario luctuoso de Francisco I. Madero.

“Ahora se puede afirmar que Madero no tuvo entonces enemigo más cruel, más despiadado, más infame, más perverso y vil en el grupo de periodistas que antes habían sido admiradores miserables o lacayos de la dictadura. Débiles, cobardes y serviles con quien los humillaba se tornaron altaneros e insolentes con quienes respetaban su vida y lo dignifican”, dijo Gutiérrez Müller.

En la ceremonia que se realizó el 23 de febrero en Palacio Nacional, en la que participaron los mandatarios Andrés Manuel López Obrador y Alberto Fernández, quienes montaron guardia de honor ante una imagen de Francisco I. Madero.

Héctor de Mauleón, escritor y periodista, refirió en su columna de opinión en El Universal que “la molestia e irritación que hay en Palacio Nacional contra la prensa que lo critica fue abrevar las aguas de la Historia […] También hay que echar mano de la Historia para que, debidamente torcida, manoseada y manipulada, sirva a los intereses de la retórica presidencial”.

La esposa del presidente López Obrador indicó que “ellos (la prensa) no pudieron perdonarle el insulto que Madero les infirió al juzgarlos hombres dignos, capaces de usar, con espíritu civilizador una libertad que no habían sabido conquistar”.

También hizo comentó que los periodistas porfiristas y “psedoindependientes” tenían almas repletas de “ingratitud  hacia el gobierno de Madero.

En tanto, el escritor puntualizó que la versión de Federico González “alumbra una zona de lo que ocurrió tras el triunfo de la revolución maderista y la caída de Porfirio Díaz. Pero existen suficientes libros que permiten entender el derrumbe del gobierno de Madero comenzó en su propio gobierno, en las expectativas no cumplidas, en la falta de operación política, y en una sucesión de errores que en solo 14 meses condujeron a diversos sectores de la población a la decepción y el desencanto”.

Aunque cuestionó si realmente la caída del gobierno de Francisco I. Madero fue culpa de la prensa, pero enlista lo sucedido por las personas cercanas al que fue presidente de 1911 a 1913. “Me parece que no. Lo tiraron el ejército, el dinero de Íñigo Noriega y la operación política que tejió en las sombras el siniestro y alcohólico embajador estadounidense Henry Lane Wilson –resentido, por cierto, porque Madero lo había apartado de un jugoso negocio”.

Y concluyó: “Todo esto también forma parte de esa historia. Todo esto precipitó la caída. Narrar el fin del presidente Madero achacando todo a la prensa y equiparar los diarios de 1913 con los de hoy es manipular perversamente la Historia para servir a las vendettas de un gobierno irritado, molesto con el reflejo de sí mismo que la prensa le devuelve. Todo lo demás son adjetivos”.

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TEXTO Y CONTEXTO | La cabaña del Tío Chueco