Fumar ha superado a la inyección como la forma más común de consumir drogas en las muertes por sobredosis en Estados Unidos, indica un nuevo estudio del gobierno.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) dijeron que este estudio —publicado el jueves— es el análisis más amplio de la forma en que los estadounidenses consumieron las drogas que provocaron su muerte.

Funcionarios de los CDC decidieron estudiar el tema tras ver informes de California que dejaban entrever que fumar fentanilo estaba volviéndose más usual que inyectárselo. Versiones potentes e ilícitas del analgésico han estado involucradas en más muertes por sobredosis que cualquier otra droga.

Algunos estudios anteriores han señalado que fumar fentanilo es relativamente menos letal que inyectárselo, y que toda reducción en las muertes por sobredosis con drogas inyectadas es positiva, indicó Lauren Tanz, la autora principal del estudio.

Pero “fumar e inyectarse conllevan un riesgo sustancial de sobredosis”, y no se sabe si el hecho de que se prefiera el fumar para consumir el fentanilo reduce las muertes por sobredosis en Estados Unidos, señaló Tanz, científica de los CDC especializada en el estudio de sobredosis.

El fentanilo ilícito es una droga tristemente célebre por su potencia que, en forma de polvo, ha sido incorporada cada vez más a la heroína u otras drogas. En los últimos años, ha sido uno de los principales impulsores de la epidemia de sobredosis en Estados Unidos. Las muertes por sobredosis en el país aumentaron ligeramente en 2022 tras dos grandes incrementos durante la pandemia de Covid-19, y datos provisionales de los primeros nueve meses de 2023 indican que registraron un ligero aumento el año pasado.

Durante años, el fentanilo se ha consumido principalmente por inyección, pero cada vez más los usuarios de drogas lo fuman. Las personas ponen el polvo sobre papel aluminio o en una pipa de vidrio que calientan por debajo, e inhalan el vapor, explicó Alex Karl, investigador de RTI International, que estudia a los usuarios de drogas en San Francisco.

El fentanilo fumado no está tan concentrado como el de una jeringa, pero para algunos usuarios, fumarlo tiene sus ventajas, señaló Kral. Las personas que se inyectan suelen presentar abscesos llenos de pus en la piel y se arriesgan a contraer hepatitis y otras enfermedades, y el fumarlo permite evitar esos riesgos.

“Una persona me mostró los brazos y dijo: ‘¡Hey, mira mi brazo! ¡Se ve hermoso! Ahora puedo usar camisetas y obtener un empleo porque no tengo esas marcas’”, dijo Kral.

Los investigadores de los CDC estudiaron la tendencia valiéndose de una base de datos nacional elaborada a partir de certificados de defunción, informes toxicológicos y reportes de médicos forenses y peritos médicos.

Pudieron obtener datos adecuados del Distrito de Columbia y de 27 estados para los años de 2020 a 2022. De esos sitios, obtuvieron información sobre cómo se consumieron las drogas en cerca de 71 mil del total de las más de 311 mil muertes por sobredosis en Estados Unidos en esos tres años, es decir, alrededor de 23%.

Los investigadores encontraron que entre 2020 y 2022, el porcentaje de muertes por sobredosis con evidencia de consumo de drogas fumadas aumentó 74%, mientras que el porcentaje de muertes con evidencia de consumo por inyección se redujo 29%. El número y porcentaje de fallecimientos con evidencia de inhalación también aumentó, aunque no de forma tan notable como las muertes relacionadas con las drogas fumadas, según el estudio.

Es complicado determinar los porcentajes exactos de muertes ocurridas después de fumar, inyectarse, inhalar o ingerir drogas, señalan los expertos. En algunos casos, una persona pudo haber consumido diferentes drogas por distintas vías. En otros casos no se identificó un método de consumo.

En el estudio se halló que, a finales de 2022, de las muertes cuyo método fue identificado, 23% de ellas ocurrieron después de fumar, 16% luego de inyectarse, 16% después de inhalar, y 14,5% tras ingerir.

Tanz señaló que, en su opinión, los datos son representativos a escala nacional. La información proviene de estados de todas las regiones del país, y en todos ellos es posible ver aumentos en el consumo de drogas fumadas y reducciones en el de drogas inyectadas. Fumar fue la vía más común en el oeste y en la región centro-norte, mientras que en el noreste y en el sur quedó empatada con el consumo por inyección, de acuerdo con el estudio.

Kral describió el estudio como “bueno en su mayor parte”, pero dijo que tiene sus limitaciones.

Puede ser difícil determinar el cómo y por qué de una muerte por sobredosis, especialmente si no hubo testigos. Las inyecciones podrían ser reportadas con mayor frecuencia debido a las marcas de las jeringas en el cuerpo; para detectar el consumo de drogas fumadas, “probablemente (los investigadores) necesitarían hallar una pipa o papel aluminio en el lugar y decidir si lo registran por escrito o no”, señaló.

Kral también hizo notar que muchas personas que fuman fentanilo usan una pajilla para inhalar los vapores del polvo mientras se quema, y es posible que los investigadores hayan visto una de ellas y hayan supuesto que la droga había sido inhalada.

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