Pacientes con VIH-SIDA han aprendido a cuidar su salud con la ingesta de retrovirales, primero para prolongar su vida, y después para evitar ser víctimas de estigmatización, discriminación y rechazo por parte de su familia, trabajo, amigos y amigas.

Con un tratamiento médico adecuado, alimentación sana, cumplir con 8 horas de sueño, las personas con VIH -SIDA que al inicio de esta enfermedad estuvieron en hospitales, ahora pueden vivir dignamente.

Los pacientes con VIH-SIDA: Daniela, Ricardo, Iván y Pedro experimentaron la discriminación, el rechazo y el estigma de parte del personal del Centro Ambulatorio para la Prevención y Atención en SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual (CAPASITS) en Xalapa y en Veracruz.

En entrevista con AVC Noticias en el marco de la lucha contra del Sida, contaron que las primeras veces que fueron maltratados, regañados, rechazados y estigmatizados por algunas trabajadoras sociales, médicos, químicos y enfermeras de los Capasits, los pacientes no tuvieron otra opción más que callar para obtener los retrovirales; hoy ya no lo permiten, incluso denuncian ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH).

Daniela atiendes su enfermedad en silencio

Daniela cumplió un mes hospitalizada por la fiebre, diarrea, y dolor de huesos que presentaba; los médicos y químicos habían realizado todo tipo de análisis para descartar dengue, salmonela, o influenza; un infectólogo solicitó el examen de VIH, fue positivo; el matrimonio de 24 años se terminó, su esposo reconoció haberle transmitido el virus.

“Los doctores no daban que era, yo tenía 46, ahora tengo 57. Tengo un restaurante, lo atiendo con otras mujeres que trabajan conmigo, y les digo que exijan el condón al marido, ellas no saben por qué se los digo, no saben que tengo VIH, nadie sabe”, relató.

Daniela se casó con Germán a la edad de 22 años y procrearon un hijo; cuando tenían 24 años de matrimonio tuvieron problemas como pareja y se separaron por seis meses; posterior él regresó al hogar y continuaron la vida en matrimonio.

Todo cambió, cuando Daniela a los 46 años comenzó a adelgazar, presentaba diarrea, fuertes dolores de estómago y los médicos diagnosticaron salmonella, influenza, dengue, pero aun cuando tomaba medicamentos no recuperaba la salud.

“Estaba tan mal que ni pude autorizar que me hicieran el examen de VIH. El doctor me dijo: Tengo malas noticias, estás infectada. Nadie se imagina el dolor, tristeza y decaimiento que da, hasta la fecha he vivido sola la enfermedad, me he tenido que comer la tristeza yo sola para no ser discriminada” indicó.

Salió del hospital, sintió tristeza y miedo pero al mismo tiempo se obligó a experimentar valentía para correr al esposo de su casa y exigirle que no dijeran nada a su hijo.

“He investigado, me nutro, me cuido, yo viajo a otra ciudad para que ahí me traten y que mi hijo no se entere. En cuanto a mi esposo tengo 11 años separada de él; no sé si vive o muere, su mamá dice que él está bien, no sé si toma tratamiento, no quiero saber nada de él”.

Daniela relata haber sentido una “tristeza elevada al mil” que su deseo es que ninguna mujer la sufra, por lo que recomendó exigir a sus parejas que siempre usen el preservativo.

“Cuando tenemos una pareja, en este caso mi esposo pensé que era para mí únicamente y que yo era de él nada más, que sólo éramos nosotros dos, y desgraciadamente cuando nos separó él estuvo con otra mujer y esa mujer lo contagió a él, y él me contagió a mi; no quiero verlo nunca”, expresó.

En su experiencia, Daniel ha sufrido la discriminación y actos de prepotencia en el Capasits de Xalapa, “Dicen que cómo lo ven a uno lo tratan a uno. Siempre he tenido fricciones con los Capasits, nos tratan mal, principalmente la trabajadora social de la mañana es déspota, grosera e inhumana”.

Ricardo, el chef de comida internacional

Ricardo es reconocido por guisar una costilla en chile seco, que ningún miembro de su familia, ni sus amistades han podido igualar su sazón; está agradecido con los médicos y enfermeras que ayudaron a recuperar su salud, tras haber pesado 43 kilogramos con una estatura de 1.70 metros; han sido 12 años con VIH.

En abril del 2014, Ricardo presentó manchas y escamación en la piel, diarrea, caída de cabello, y pérdida de peso; al inicio los médicos consideraron la posibilidad de presentar diabetes, pero salió negativo; hasta que él por su cuenta solicitó el análisis de VIH y resultó positivo.

“Yo dije ya me voy a morir, me puse triste, ya no quería nada. Hasta que un amigo me dijo: ¿Qué tienes? ¿Por qué estás tan delgado? Le dije: Tengo Diabetes. Me dijo: No papacito, tu tienes SIDA. Yo me puse a llorar”.

La conversación con su amigo resultó alentadora cuando le confesó: “Guey, no te vas a morir. Yo llevo 12 años con VIH, no me he muerto, pero tienes que ir al Capasits en el CEM en Ruiz Cortines, y ahí busca a la doctora Irasema, ella te va a ayudar, es la directora”, refiere Ricardo.

Al llegar al Capasits, una Trabajadora Social llamada Marlen o Mili lo atendió, lo abrazó, y el Químico Daniel le hizo los análisis; la doctora Alma Lara, “de manera muy amable, me atendió y gracias a Dios estoy con vida”.

Ricardo con 45 años hoy, refiere que ha llevado al pie de la letra la toma de sus retrovirales, y conoce a una mujer transgénero que por 21 años ha sobrevivido al VIH.

Refirió que en este tiempo ha aprendido a cocinar comida colombiana, cubana, mexicana, e italiana; tiene trabajo, asiste a una iglesia cristiana, y tiene amigos, sin embargo prefiere callar su condición de salud, para evitar el rechazo y la estigmatización.

Mario, vivir como si fuera el último día

“Tengo que vivir la vida feliz, porque yo, ya valí. Pongo música, hago de comer para mis tres hijos que son: mi padre, mi madre y mi hermano, soy el cuidador, ellos sólo me tienen a mi. Me pongo alarmas en el reloj para tomar mis medicamentos puntualmente, yo si quiero vivir”, expresó Mario, que ha vivido los últimos 7 años de su vida con tratamientos de retrovirales.

Al enterarse que había adquirido VIH, Mario se dedicó a leer sobre la enfermedad, y acudió al Capasits de Xalapa en dónde lo recibió la Trabajadora Social de nombre Milagros, que le ofreció más información y fue atendido por los médicos.

“Me dolían los pies, no podía caminar y me deprimí. Me puse a leer para que no me agarrara de sorpresa, y me hice los activos y si salí reactivo; no me asombré y dije: Papacito tienes que curarte y cuidarte y me fui al Capasits y mi vida cambio totalmente, tengo muchos cuidados”, dijo Mario.

Al mismo tiempo, su padre, madre y hermano enfermaron de diabetes, así que dejó su trabajo para poner un negocio en la casa de la familia, con el propósito de cuidarse él y atender a todos.

“A mi nunca me ha faltado medicamento, siempre el Capasits me lo dan, y me dicen que si me lo dan porque yo cumplo con todas las reglas, y voy el día y hora que me dicen; y mi vida va a ser larga, porque yo no me enfermó, y si me enfermó me cuido”, indicó Mario con edad de 47 años.

El paciente pidió enviar un mensaje a la sociedad en general: “Quiero decirles que se cuiden, que se protejan con preservativo, que tengan una vida sana, lo principal es protegerse, y que les hablen con la verdad las personas que tienen VIH, que les digan sabes que yo tengo VIH”.

Según el comerciante, ha escuchado de personas que tienen VIH que no se cuidan y no les importa transmitir el virus, “nos dicen si a mi me contagiaron pues que se contagien otros, pero no, no es así, no deben ir contagiando”.

Iván. el tratamiento le ha salvado la vida

Iván mira sus fotografías cuando apenas tenía 20 años, admira esa belleza, juventud, salud y energía que atesoraba; hoy tiene 30 años, y ha puesto todo su ánimo para continuar con vida, pese a que su expareja el responsable de haberle transmitido el VIH, se ha negado a tener tratamientos médicos.

Está seguro que de no haber suspendido el tratamiento con retrovirales por cinco años, ahora su salud estaría mejor, pero lo hizo al notar que había mejorado y creyó de manera equivocada que el VIH había desaparecido.

“Me di cuenta a los 22 años, un amigo que padecía VIH me llevó al Capasits, me dieron retrovirales me los tomé, me sentí bien y los dejé, hasta que me dio tuberculosis, me daba fiebre las 24 horas del día, me fue muy mal, llegué a pesar 62 kilos, yo pesaba 76” expuso Iván.

Ahora vive con su padre y madre, trabaja en un negocio que puso la familia para que él pueda costear los gastos médicos.

“Cuando a mi me dieron los resultados me puse muy triste, mis amigos me dicen que la diabetes y el cáncer es más complicado que el VIH, y que si me cuido puedo vivir

Aunque Iván ha notado mejoría en su salud, está preocupado porque su expareja, la persona que le transmitió el VIH, no quiere atenderse con retrovirales, y continúa una vida normal, sin presentar síntomas.

“Ya no hablo con él, de hecho ya no sé nada de él, pero no quiere atenderse, sigue su vida normal. Veo mis fotos de hace 20 años, me veo hoy y digo: Que mal estaba al no atenderme, al dejar de tomar los retrovirales, ahora tengo 30 que rápido se pasan los años, hay que vivir lo mejor que se pueda”, finalizó Iván.

AVC

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