Las caras de las corcholatas a la hora de conocer los resultados de las encuestas, supuestamente desconocidos hasta ese momento, dicen todo.

Son las de los participantes de una obra en la que el final debe ser la develación de un gran secreto, desconocido hasta para los actores, pero por alguna razón todos en el teatro ya lo conocen.

Y los espectadores hacen como que no saben el final y los actores lo mismo, pero saber que ya lo conocen y que el público también lo sabe, provoca que actúen mal.

Claudia Sheinbaum tenía una cara sonriente de ya saber que era la ganadora. Adán Augusto sin poder ocultar su enojo y preocupación.

Fernández Noroña (¿¡¡el próximo secretario de Gobernación al quedar en segundo lugar?!!) y Monreal cumpliendo su papel de comparsas.

Y cuando Alfonso Durazo, presidente del Consejo Nacional de Morena, en su papel de locutor, dijo que Manuel Velasco obtuvo el 73% de la aprobación en la encuesta para definir al candidato presidencial, realmente nadie se sorprendió, pues sabían que era un yerro al interpretar mal el guion teatral.

Fue el propio senador quien tuvo que corregir a Durazo y gritar: 7.3%.

Mientras tanto Ebrard, ausente y enojado, preparaba su estrategia para saber qué pasos dar tras desconocer los resultados, estrategia que aún no termina de afinar pues está dándose cuenta que, por ahora, el guionista de esta obra de teatro, López Obrador, ha controlado los daños generados por su excanciller.

Ebrard deberá pensar muy bien qué hará. Si es candidato de Movimiento Ciudadano remará contracorriente y se colocará cerca de lo que Colosio ya sentención no quiere ser: el que divida a la oposición.

Necesitará mucha altura de miras para quedar como un gran demócrata o terminar como Ricardo Mejía Berdeja, el subsecretario de Seguridad que se le reveló a López Obrador para ser candidato a gobernador de Coahuila, quedó en tercer lugar y ahora casi nadie se acuerda de él.