Contar la historia de cómo vivió la explosión de la bomba atómica en Nagasaki, Japón, no es nada fácil para Yasuaki Yamashita, sin embargo, a pesar de lo doloroso que pueda ser para él, asegura que es responsabilidad de los sobrevivientes el compartir su experiencia porque las actuales tensiones entre potencias mundiales, pueden ocasionar más sufrimiento del que una persona pueda imaginar.

Yasuaki Yamashita tenía 6 años cuando cayó la bomba atómica en Nagasaki, el 9 de agosto de 1945, tres días después de que cayera la primera bomba en Hiroshima, el 6 de agosto del mismo año. Aunque era pequeño recuerda perfectamente cómo la vida de la población japonesa se vino abajo, luego de aquel catastrófico momento del que durante muchos años hablaría la humanidad, y recordaría también con mucho temor.

El pequeño que experimentó lo que muchos podrían catalogar como un “infierno” ahora tiene 78 años continúa sufriendo físicamente y psicológicamente la consecuencia de aquella tragedia, pero busca que con su testimonio nadie, absolutamente nadie, viva lo que su comunidad sufrió al final de la Segunda Guerra Mundial .

Y es que las dos bombas atómicas que fueron lanzadas no solo dejaron destrucción a su paso, sino años de miseria, muertes por la radiación, hambruna, discriminación, entre muchas otras cosas, que, desde el punto de vista de Yasuaki Yamashita, en cualquier momento pueden repetirse si los líderes de las grandes potencias no saben mediar, por ejemplo ahora con la guerra Rusia-Ucrania .

¿Cuál fue su experiencia durante y después de la bomba atómica?

Yasuaki Yamashita, quien se encontraba con su madre en su hogar describe, durante una conferencia en el Fondo de Cultura Económic, la caída de la bomba atómica en Nagasaki como mil relámpagos al mismo tiempo y una explosión “tremenda” y ensordecedora. “Mi madre cubrió mi cuerpo con el suyo”.

Sentíamos que estaban volando miles de cosas encima de nosotros y después se escuchó un silencio total, cuando nos levantamos las ventanas y el tejado había desaparecido. No entendíamos esa destrucción

-dijo Yasuaki.

Su hermana de 13 años que estaba ahí se quejaba de que le “había caído aceite en el cuerpo” tras la explosión. En ese entonces los japoneses comenzaron a entender a qué se referían las tropas estadounidenses y sus amenazas de utilizar armas químicas.

Pero los problemas que traería la tragedia apenas comenzaban porque si de por sí ya había escasez de alimentos por la guerra, después de la explosión ya no quedaba nada. Para que no murieran de hambre, se trasladaron con unos parientes, pero para ello tuvieron que pasar por el epicentro, cuya escena nunca podrá olvidar ni describir.

Estaba lleno de cadáveres, todo estaba destruido, era un lugar completamente negro. No hay ninguna palabra exacta que pueda describir esa imagen grotesca, horrible, terrible…, pero de cualquier manera teníamos que volver a comenzar nuestra vida

-enfatiza con voz quebradiza.

Muertos tras las bombas atómicas

Después de que Hiroshima recibió la primera bomba murieron 140 mil personas, en el momento del impacto y días después. En el caso de Nagasaki, fallecieron 70 mil personas. No obstante, para quienes no llegó la muerte inmediata sufrieron secuelas que los atosiga hasta la actualidad, él cáncer.

En aquella época, quienes levantaron los cuerpos comenzaron a sentir que los dientes se les movían y tenían un fuerte malestar en el cuerpo y no sabían por qué, días después morían; la radiación seguía lejos de entenderse.

Muchos pensaron que con el lanzamiento de la bomba habían contraído una enfermedad contagiosa y por eso comenzaron a hacer distinciones. La discriminación en Japón ocasionó que miles de personas se suicidaran

En el caso de Yasuaki, tras terminar la preparatoria, comenzó a trabajar, pero casi al mismo tiempo empezó a vomitar y evacuar sangre, por lo que tuvo que renunciar y conseguir otro trabajo nuevo. Los médicos me hicieron muchas pruebas, pero no pudieron encontrar la razón. La bomba atómica apenas revelaba los estragos en su cuerpo luego de recibir pocas cantidades de radiación.

Yasuaki Yamashita, quien sobrevivió a la bomba atómica vino a México en 1968 para trabajar durante los Juegos Olímpicos que se celebrarían en nuestro país. No obstante, los dolores que padecía nuevamente se hicieron visibles al grado que tuvo que revelar que él era un sobreviviente de la bomba.

Después de revelar su testimonio como sobreviviente de la bomba atómica, fue invitado a universidades, foros, talleres para hablar de su experiencia. El dolor que se había estancado por mucho tiempo comenzó a disminuir, pues hablar con alguien más sobre lo ocurrido se volvió una terapia para él.

Yasuaki Yamashita y el nieto de Harry Truman

¿Quién hubiera pensado que el destino uniría a estas dos personas? Para dar su testimonio, Yasuaki ha viajado por varios países y tras una de ellas pudo hablar con Clifton Truman Daniel, nieto del expresidente de Estados Unidos, Harry S. Truman, quien ordenó el lanzamiento de las dos bombas atómicas en Japón.

Aunque en un primer momento Yasuaki se negó, la insistencia del nieto por entender lo que ocurrió y lo que hizo su abuelo lo hizo cambiar de opinión, y accedió a dar su testimonio.

El insistió porque quería entender qué era lo que había hecho su abuelo y por qué lo llamaban asesino. Cuando él creció logró entender por qué y quería escuchar mi testimonio, así como el de otros sobrevivientes. Desde entonces estamos trabajando por el desarme nuclear

-dijo.

¿Perdón luego de la bomba atómica?

Al asegurar que perdonar no es una cosa fácil, debido a todo el sufrimiento que causó el lanzamiento de la bomba atómica, dijo estar de acuerdo que el odio genera más odio, y a los sobrevivientes no les queda mucho tiempo para estar viendo hacia el pasado con rencor.

Asevera que necesitan compartir su experiencia para que nadie sufra en vida lo que puede ocasionar un arma nuclear como la bomba atómica, para que continúe la lucha del desarme nuclear en el mundo.

El periodista e investigador Sergio Hernández compartió el testimonio de Yasuaki Yamashita, sobreviviente de la bomba atómica que cayó en Nagasaki, en el libro “Hibakusha. Testimonio de Yasuaki Yamashita (Vientos del Pueblo)»; ambos firmaron autógrafos en el Fondo de Cultura Económica Octavio Paz.
Porque nosotros no queremos que nadie sufra durante su vida, cada uno de ustedes es valioso…Cada quien debe levantar la voz si hay una amenaza y luchar por un desarme nuclear, solo así podremos vivir una vida tranquila

-recalca.

Actualmente en el mundo hay alrededor de 13 mil armas nucleares. Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte las poseen y más del 90% son de EU y Rusia, quienes tienen la capacidad de lanzarlas de inmediato y ocasionar más sufrimiento del que un ser humano pueda imaginar, invitó a reflexionar.

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