Una de dos, o Marcelo está pecando de ingenuo o las neuronas de la inteligencia y el sentido común ya dieron de sí y comienzan a jugarle chueco. Esto lo comento porque de unas semanas para acá ha estado duro y dale con que haya piso parejo para las corcholatas y casi suplicando que el candidato o candidata de Morena salga de una encuesta.

Si fuera un chamaco imberbe se entendería que aún creyera en los Santos Reyes, pero lleva la vida metido en la política y conoce muy bien sus recovecos y entretelones, como para pretender ignorar que quien elige a su sucesor es el presidente en turno y no una chinchera encuesta.

Piso parejo nunca lo va a tener y la encuesta se va a hacer, con la ligera salvedad de que ya tiene el nombre del ganador, en este caso ganadora, y se llama Claudia Sheinbaum.

Como si no lo supiera, Marcelo sigue recorriendo el país aglutinando voluntades, ganando adeptos (que en unos meses irremediablemente se irán con Claudia), autografiando su libro y hablando maravillas de la amistad que lo une con Andrés Manuel, en un intento porque éste la piense mejor y lo voltee a ver, cosa que no va a suceder.

¿Por qué se empeña en cerrar los ojos?

Para colmo, no todos los que lo saludan y le piden una selfie son sus entusiastas seguidores. Esto me tocó palparlo en la reunión que sostuvo en Xalapa a principios de este mes con empresarios veracruzanos. Fácil hablé con diez que me dijeron: “Marcelo sería el mejor candidato de toda la baraja de aspirantes, incluidos los de la oposición, pero no tiene la mínima posibilidad de resultar electo porque no está en los afectos del presidente”.

En el supuesto de que lo apoyaran en abierto, porque es la única de las corcholatas que lleva con ellos una relación inmejorable, eso no cambiará en nada la decisión que ya tomó el presidente.

Analistas políticos dicen que el canciller está apostando a que Claudia se derrumbe junto con Adán Augusto el plan B de Andrés Manuel, pero esto difícilmente sucederá. Y si sucediera, Marcelo no es el plan C del tabasqueño que sin duda elegirá a un florero de los muchos que tiene en el gabinete.

Si bien es cierto que Andrés Manuel no buscará la reelección, si quiere perpetuarse en el poder y para ello necesita de un émulo de Pascual Ortiz Rubio. Y tanto Claudia Sheinbaum como Adán Augusto encajan a la perfección. Marcelo no.

Como sea y en lo que llega la hora en que el dedo presidencial apunte al edificio de la jefatura de gobierno, Marcelo aprieta el acelerador aunque en las curvas se tope con pared.

Este fin de semana tronó contra el gobernador de Oaxaca, Salomón Jara, que se dedicó a atender a Claudia y a él simplemente lo ignoró.

Y qué otra cosa esperaba.

Reitero lector, todos los caminos conducen a Claudia Sheinbaum, pero Marcelo no lo quiere ver así.

No quiere aceptar que se quedará en la orilla viendo como pone proa rumbo al venturoso horizonte, el barco que dejó ir en 2012, cuando cedió su candidatura a Andrés Manuel con el compromiso de que éste le retribuiría de la misma manera años después.

Marcelo se la creyó y el tabasqueño lo engañó vilmente.

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