Que recuerde, en tiempos de Felipe Calderón jamás se habló de un narcoestado. Se habló y mucho de la guerra contra el narco, del número de muertos, de las víctimas colaterales, pero nunca se mencionó la palabra narcoestado, como tampoco se hizo en el sexenio de Enrique Peña Nieto. Hasta ayer que el presidente López Obrador la sacó a colación.

En su conferencia desde lo que fue el bunker de Genaro García Luna dijo: “Creo que sí hay elementos para sostener que imperó durante el gobierno de Calderón un narcoestado, porque fue un gobierno, de principio a fin, violatorio de la Constitución. Un gobierno, como lo dije en su momento, espurio. No hay que olvidar los antecedentes, a Calderón lo impusieron lo oligarcas de México”.

¿Aportó pruebas? No hombre, cuáles si no tiene nada. Simplemente echó a volar la mentira.

Y a renglón seguido sacó a relucir el peine: “Él no ganó la elección. Hubo un fraude orquestado en el que participaron funcionarios públicos, el presidente Fox, los medios de información, las cúpulas empresariales. Fue una asociación de intereses para evitar que se llevara a cabo un cambio verdadero en el país”.

Pobre hombre, cuando Dios lo llame a cuentas se irá sin haber podido superar el trauma por la derrota que le infringió el michoacano. Pero mientras viva seguirá duro y dale con la cantaleta a pesar de que hasta hoy no ha podido aportar una sola prueba del presunto fraude.

Otro de sus traumas es que por más que se ha empeñado no ha podido llevar a prisión a su odiado enemigo. Si cuenta con “elementos” de que Felipe Calderón fue cabeza o parte de un narcoestado ¿por qué no pide su extradición a España para que sea procesado?

Hasta hoy lector, no hay indicios de que Felipe estuviera embarrado en los convenios que hizo su Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna con el crimen organizado. Si su nombre salió a relucir en el juicio de Brooklyn fue de manera tangencial, contrario a Andrés Manuel, cuyo nombre también salió a relucir, pero en un presunto soborno por 7 millones de dólares.

Reitero, si hubiera indicios de la complicidad de Felipe con criminales, los gringos lo hubieran detenido, procesado y juzgado antes que al Chapo y a García Luna, pero hasta ahora no hay nada.

Lo que sí hay del otro lado del Bravo es la certeza de que el gobierno de México anda en malos pasos. “Acá casi todos piensan que México es un Estado fallido y las pruebas están a la vista con los asesinatos, secuestros y desapariciones de todos los días y por la manga ancha que el presidente les ha dado a los delincuentes”, me dijo un colega de Houston.

El secuestro y asesinato de dos de cuatro ciudadanos norteamericanos en Matamoros, prendió los focos rojos en el Congreso de aquel país cuyos legisladores (principalmente republicanos), le están pidiendo al presidente Biden que declare terroristas a los narcos mexicanos para mandar a su ejército a perseguirlos en nuestro país.

Pero en lugar de apaciguar las aguas López Obrador se les fue encima. “Si no cambian su actitud y piensan que van a utilizar a México con propósitos propagandísticos, electoreros y politiqueros, nosotros vamos a llamar a que no se vote por ese partido por intervencionista, inhumano, hipócrita y corrupto”.

En respuesta, el congresista Dan Crenshaw, (ese que le preguntó: Señor presidente, ¿a quién representas? ¿a los cárteles o a tu pueblo?) le mandó un tuit muy bravo. “Contrólese, debería hacer campaña contra los carteles que ASESINAN (sic) a su propia gente…”.

Insisto, nunca se habló de un narcoestado en tiempos de Felipe Calderón. Se comenzó a utilizar esa palabra en 2019 tras el llamado culiacanazo y se avivó en marzo del 2020 cuando López Obrador saludó a la mamá del Chapo.

¿Tiene Andrés Manuel elementos para acusar a Calderón de hacer del país un narcoestado? No, de lo contrario ya hubiera hecho uso de ellos.

Lo que sí es un hecho es que el gobierno de los Estados Unidos cuenta con elementos suficientes para proceder penalmente (cuando lo estime necesario) contra políticos mexicanos que tienen a este país al borde de un narcoestado. Y en su gran mayoría son morenos.

Como dice un clásico; al tiempo.

Fe de erratas

En mi columna de ayer escribí que el doctor Armando Hernández Cruz, funge como Magistrado Presidente del Tribunal Electoral del Distrito Federal, pero el dato es incorrecto. El actual Presidente de ese Tribunal es el magistrado Reyes Rodríguez Mondragón. (Por cierto, el doctor Hernández pasó satisfactoriamente su primer examen para ser consejero electoral).

También escribí que las mujeres cuyas fotos aparecen en la fachada y la parte posterior de Palacio de Gobierno son ministras, cuando su cargo es de magistradas.

Por lo anterior ofrezco disculpas.

bernardogup@nullhotmail.com