Ya hemos hablado sobre el ascenso del arte creado por inteligencia artificial. Un tema que por años pareció extraído de la ciencia ficción y que más recientemente se ha ido tornando realidad, aunque sin estar exento de cuestionamientos en torno a su naturaleza. El más importante es sin duda la identidad del artista: ¿el sistema o las personas responsables detrás de su programación? Algo que sin duda dará mucho de qué hablar en años venideros, no sólo en la materia, sino con otros usos de la tecnología.

Como toda nueva forma de expresión artística y avance tecnológico, la combinación suscitada del arte creado por inteligencia artificial no está exenta de polémica por sus prácticas y resultados. Los softwares actuales no crean de cero, sino que sintetizan un acumulado de obras preexistentes para crear su visión. Hay quienes defienden esta práctica alegando que es exactamente lo mismo que han hecho los artistas a través de los tiempos, que imitan tendencias y emulan estilos para la concepción de cada uno de sus trabajos. ¡Incluso hay quienes han copiado directamente! No nos referimos a los facsímiles, sino a las réplicas exactas. Como las de Pedro Pablo Rubens con la obra de Vecellio di Gregorio Tiziano, lo que para nada ha puesto en duda las cualidades del flamenco.

Otros, sin embargo, tienen otra palabra para definir las obras creadas por estos sistemas: plagio. Los defensores de esta postura consideran que la máquina no sigue los procesos naturales de inspiración humana, sino que opera mediante la carga directa de obras preexistentes con el fin de hacer meras mezclas. Esto, además, con la imitación directa, lo que en una situación normal sería una violación a los derechos de autor. La situación es todavía peor porque los artistas cuyas obras son tomadas no reciben ningún tipo de regalía.

Debates jurídicos de las creaciones con IA

Muchos artistas se han manifestado abiertamente contra el auge del presunto arte de Stability AI, Deviantart y Mi Journey. Sólo en el terreno visual tenemos a directores como Guillermo del Toro, Hayao Miyazaki y Jorge Gutiérrez, al creador de cómics Mike Mignola o la diseñadora de personajes Lois van Baarle.

Esta última aprovechó sus redes sociales para explicar el malestar: “literalmente, mi arte se introduce en estos generadores a través de los conjuntos de datos y se escupe en un programa que no tiene un sentido inherente de lo que es respetuoso con los artistas. Hasta que haya una base de datos de fuentes éticas que compense a los artistas por el uso de sus imágenes, estoy en contra del arte AI.

También creo que las plataformas deberían hacer todo lo posible para evitar el raspado de su contenido para estas bases de datos”.

El malestar se ha extendido por redes sociales y plataformas artísticas, donde los usuarios han convertido las letras AI tachadas en rojo en el símbolo de su lucha. Pero conscientes de que esto no generará un cambio, ya han surgido las primeras demandas al respecto.

Los artistas Sarah Andersen, Kelly McKernan y Karla Ortiz han emprendido una batalla legal contra Stability AI, Deviantart y Midjourney con el argumento de que estos sistemas “remezclan estas obras para derivar (o ‘generar’) más obras del mismo tipo” sin el conocimiento o consentimiento de los artistas originales. Las imágenes resultantes compiten con las originales en un mercado que se ve sobresaturado de copias o casi copias que dañan a los artistas de diversas maneras y crean una competencia desleal. El documento legal puedes verlo aquí.

Vale la pena destacar que la demanda en cuestión no pretende terminar con el desarrollo artístico de la inteligencia artificial. Más bien, y consciente de que la innovación es imparable, busca propiciar la convivencia entre las partes con la creación de una tecnología justa y ética para todos.

Lo que podría venir

¿Es posible detener el avance de la tecnología? No realmente y menos aún cuando el grueso de la sociedad ha abrazado casi de lleno el arte hecho por inteligencia artificial. Enfatizamos: casi. En los últimos meses hemos visto a las distintas redes sociales saturadas de imágenes hechas por softwares pensantes, mientras que los coleccionistas pagan sumas cada vez más elevadas por obras de artistas sintéticos. Aún así, queda mucho para hablar de una consolidación que sólo llegará cuando esta artificialidad forme parte del día a día.

Las mezclas de pintura y música son algo relativamente sencillo. Más polémico será cuando la inteligencia artificial empiece a descifrar cómo habría continuado la obra de los mejores artistas de todos los tiempos, una suerte de resurrección tecnológica cuya mera posibilidad genera debates desde ahora. Casos similares al del cine y la música. La primera, con películas dirigidas por reproducciones tecnológicas de grandes cineastas y protagonizadas por encarnaciones de leyendas finadas hace tiempo; el segundo, con íconos cuyas voces son reproducidas sintéticamente para cantar temas imposibles.

La moneda está en el aire y lo que suceda en los próximos meses podría moldear el futuro del arte tal y como lo conocemos.

lifeandstyle.expansion.mx

Conéctate con Formato7:

VIDEO | Mamá de quinceañera se viste de chambelán porque dejaron plantada a su hija