La experiencia del sismo de 1985 sirvió para que México tomara cartas en el asunto en la forma en que responde a un fenómeno natural imposible de predecir. Desde entonces se generaron estrategias y se implementaron protocolos, los cuales no fueron suficientes ante la tragedia de 2017.

Aunque ya había mejor preparación e información, el saldo nuevamente fue negativo. Ante esto, desde los distintos frentes qué se hace para fortalecer las acciones y mitigar, en medida de lo posible, los daños que pueden causar los sismos.

85 y 19S encontraron a la CDMX sin preparación

Con 32 años de distancia, tanto el sismo del 85 como el 19S encontraron a una Ciudad de México que no se encontraba preparada, sostiene Myriam Urzúa Venegas, secretaria de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil.

“Primero en el 85 no había ninguna preparación en términos gubernamentales para atender un evento de este tipo y fue justamente a partir del terremoto del 85 que se inicia el Sistema Nacional de Protección Civil y el Centro Nacional de Prevención de Desastres. Al no haber una rectoría del Estado en ese momento es la que sociedad civil tuvo un papel preponderante”, dice en entrevista con Expansión Política.

La funcionaria señala que “llegamos al 19 de septiembre de 2017 y desgraciadamente nos encontramos con casi la misma situación. Es decir, en donde la sociedad civil nuevamente toma la rectoría y el Gobierno se ve superado en términos de los recursos humanos, financieros y materiales que tenía que tener para esos momentos”.

La secretaria señala que desde los gobiernos federal y capitalino no se contaba con un padrón claro de damnificados por lo cual se tuvo que comenzar desde cero.

También se carecía de planificación así como de prevención de riesgos, considerando que la capital es una ciudad sísmica. Por ello se cambió el marco legal, la estructura interna y el nombre de la secretaría que hoy encabeza para poner antes de la Protección Civil, la Prevención de Riesgos.

“Hoy tenemos y está ya en Gaceta, tenemos un protocolo del Plan de Emergencia Sísmica de la Ciudad de México, eso es una diferencia notable a lo que había hace algunos años atrás”, comenta.

Ante un sismo, uno de los ejes principales de la prevención son los simulacros, los cuales la secretaria reconoce que fueron reducidos por la pandemia de COVID-19 durante 2020 y 2021.

“La jefa de Gobierno quería que hiciéramos más simulacros en el año, el problema de la pandemia fue uno de los problemas que verdaderamente nos impidió hacerlo para evitar aglomeraciones en cualquier lugar”, indica.

La secretaria destaca los simulacros como un ejercicio de corresponsabilidad con la ciudadanía, al igual que desde la familia crear un plan sobre cómo actuar ante un sismo o desastre y la importancia de crear una mochila de vida que incluya un botiquín de primeros auxilios, copias de llaves, así como documentos importantes y teléfonos de contacto.

“Unos pensarán que no sirve de nada; sí sirve, en un momento determinado puede ser la diferencia entre vida y muerte. Tenemos que tomarlo con mucha responsabilidad y los ejercicios de simulacro tomarlos también de reflexión sobre qué es lo que hacemos nosotros y qué es lo que deberíamos hacer para estar aún más seguros”, detalla la funcionaria.

Urzua Vanegas explica que como parte del Plan de Emergencia Sísmica hay en la ciudad 5,000 funcionarios capacitados en distintas tareas para movilizarse al momento de un sismo en las 16 demarcaciones, además de 70 en coordinaciones territoriales para atender e informar a la población, más 849 cuadrantes donde hay personal distribuido para ayudar si requieren ir a un refugio temporal, instalar centros de acopio o alguna necesidad.

Otro factor fundamental ha sido contar con un Atlas de Riesgos público, para evitar errores como la reubicación de personas damnificadas por el sismo de 1985 del centro al oriente de la ciudad, como a Tláhuac, alcaldía que en 2017 se vio afectada por las grietas de la zona.

“El Atlas de Riesgo de la ciudad es un atlas de riesgo. Antes había un atlas de amenazas y peligros en el territorio que tú lo puedes encontrar en cualquier parte: dónde están las barrancas, dónde están las laderas más peligrosas. Un Atlas de Riesgo es cuando sumas las amenazas y peligros en el territorio más las vulnerabilidades económicas, sociales, ambientales, jurídicas, urbanas e institucionales.

“Eso nos ha permitido identificar cuáles son las laderas más peligrosas, donde puede haber deslaves, cuáles son los lugares de riesgo donde hay socavones, donde hay minas. Poco a poco hemos ido aumentando nuestra información y en este momento tenemos poco más de 1,700 capas de información pública a la cual puede acceder cualquier persona”, comenta.

Un sistema de alertamiento “a prueba de balas”

El 19 de septiembre de 2017 llegaron primero las ondas que la Alerta Sísmica a la Ciudad de México. Según informó el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico A.C., la alerta sonó apenas 11 segundos antes de que los habitantes de la capital sintieran el temblor.

Juan Manuel García Ortegón, coordinador general del C5 CDMX, recuerda que entonces trabajaba en la iniciativa privada y se encontraba en Santa Fe cuando al escuchar la alerta creyó que era un error, pues horas antes se había realizado el simulacro anual, hasta que sintió “como un golpe” y comenzó a manejar en su coche para atravesar la ciudad.

Cuando pudo regresar a su casa en la calle Gabriel Mancera, alcaldía Benito Juárez, se dio cuenta de que el edificio que se encontraba detrás de su hogar había colapsado.

“La cantidad de gente de que inmediatamente, antes de que llegaran los servicios de emergencia, estaba ahí apoyando a sus vecinos pero a veces no a sus vecinos, la gente que iba pasando sobre Gabriel Mancera –eran tres edificios los que se cayeron en esa zona– la gente que se bajaba de sus coches, que se bajaba del transporte público para comenzar a remover escombros”, recuerda en entrevista con Expansión Política.

A partir de diciembre de 2018 asumió como titular del C5 y se encontró con un sistema de alertamiento que se encontraba fragmentado: de unos 12,000 postes apenas 1,500 tenían altavoces de tecnología digital, mientras el resto de altavoces tardaban entre ocho y 12 segundos para reproducir el sonido de la alerta, en una emergencia donde cada segundo es vital.

“Estaban conectados a dos sistemas de características tecnológicas diferentes y se empezó a trabajar en un proceso de homologación para terminando la administración –era el plan original–pudiéramos tener básicamente los 12,000 postes que tenían altavoces todos en tecnología IP, en tecnología digital”, explica.

Sin embargo ante una falsa alerta emitida en marzo de 2021, se decidió acelerar la renovación de los altavoces que actualmente son 13,608 altavoces con tecnología digital IP los cuales reproducen la alerta hasta tres veces más rápido que los antiguos equipos y ha registrado una efectividad de 97% a 98% aproximadamente.

Además en las entrañas del C5, un panal de servidores controlan los altavoces de distintos puntos de la ciudad y cuenta cada uno con un servidor espejo, para tener mayor seguridad que ante una posible falla catastrófica, aún llegue la alerta a las personas que viven y transitan en la ciudad.

“Una de las cosas que (la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum) quiere que esta administración deje como legado es un sistema de atención de emergencias a prueba de balas y ha sucedido con el tema del alertamiento sísmico.

“La idea es no solamente que funcionen más postes y mejor de lo que ocurría antes, sino que el tiempo en el que recibimos la señal de CIRES al tiempo en que se reproduzca sea también cada vez menor, que tengamos la posibilidad de hacer funcionar de la mejor manera posible el Sistema de Evaluación Temprana y también que cada vez funcione mejor el esquema del establecimiento de la mesa del gabinete de crisis”, explica García Ortegón.

Para el titular del C5, la Ciudad de México se encuentra mejor preparada ante un próximo sismo, no solo por la renovación del sistema de alertamiento, sino además se ha buscado encauzar la respuesta ciudadana ante sismos y desastres, por lo que se creó la red de voluntarios Sentika.

“Ahí nosotros, como gobierno, tenemos más bien cómo encontrar una manera de estar a la altura de la reacción que la sociedad civil tiene: cómo podemos apoyarnos en ellos y cómo podemos canalizar todo este potencial que tienen para poder tener una atención más rápida y expedita”, sostiene.

Información, clave en el estudio de los sismos

Cuando ocurre un sismo, ciudadanos suelen acudir a redes sociales para informarse de la magnitud y epicentro dónde ocurrió el fenómeno, pero antes esto no era así ni tan rápido, cuenta Arturo Iglesias, director del Servicio Sismológico Nacional.

Recuerda que por ejemplo, en 1985, todo se realizaba por teléfono y tardaban incluso días en saber su magnitud. En ese entonces todo se hacía “a mano” y por teléfono. “El sismo del 85 fue un parteaguas, en ese momento era difícil saber la magnitud y tardó varios días en poderse precisar”, dice.

Ahora, el Sismológico recibe información de alrededor de 150 estaciones distribuidas en todo el país, lo que permite conocer en el corto plazo la información y darla a conocer de forma preliminar a través de los canales oficiales, con lo que la información puede llegar con mayor facilidad a más número de personas al mismo tiempo.

Tras la detección de un temblor, en el Sismológico tienen una lista de teléfonos y correos electrónicos a los que tienen que dar aviso. También forman parte de otros circuitos, como el Centro de Alertamiento de Tsunamis, para una vez que se registra un sismo que pueda ocasionar esta situación en las costas, puedan dar aviso, lo que antes era a través de línea telefónica y podía tardar más.

El Sismológico Nacional es una dependencia del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la cual tiene como misión establecer y mantener una red de monitoreo de sismos en el país.

En promedio, refiere Iglesias, suceden alrededor de 500 sismos a la semana en el país, aunque no todos alcanzan la magnitud suficiente para lanzar una alerta. Ese es uno de los aprendizajes que han alcanzado tras el paso de los años y de estudios de estos fenómenos y han podido conocer con la información que han logrado recopilar.

“Somos la institución oficial encargada de dar la información de los sismos (localización y magnitud) en tiempos cortos, también los encargados del resguardo de los datos sismológicos que nos ayudan a entender el fenómeno después y tratar de mitigar desastres”, señala.

Si bien, explica que cada sismo es diferente, la información que da cada uno de ellos, es una oportunidad para entender más del tema, por eso considera que también es necesario que se colabore más entre los distintos sectores para que se pueda responder mejor ante una eventualidad de este tipo que es imposible de predecir.

Para él ésta es una de las lecciones que han dejado este tipo de sismos, que tiene que haber colaboración y comunicación entre todos. “El fenómeno tiene que ver con todo, por eso debe haber un espacio donde podamos dialogar y aprender”, señala.

Aunque Iglesias considera que México está preparado para analizar el fenómeno, dice que no haría mal un poco más de instrumentación. “No nos vendría mal más instrumentación, ampliar la red de estaciones”, señala. En ese sentido, comenta que se aprobó presupuesto del gobierno federal para financiar más infraestructura

Son cerca de 50 millones de pesos que recibirán para la ampliación de 30 estaciones previstas para tres años. No obstante, señala que también hace falta gente que se especialice en el tema, pues si se dividiera la cantidad de sismos que se registran, entre quienes se dedican a ello, el cociente es insuficiente.

Política Expansión

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