La película de Disney-Pixar, Lightyear, se convirtió en tema de conversación desde su primer día de estreno. Pero no por las aventuras del protagonista, Buzz, uno de los juguetes favoritos de Andy en la trama de Toy Story, sino porque en una de las escenas se muestra un beso lésbico.

Las posturas no se hicieron esperar. Por un lado, se celebra que el director de la película animada, Angus MacLane, y su productora, Galyn Susman, comentaran que Pixar apoya la escena y que además es un claro compromiso hacia la comunidad LGBTQ+.

Por el otro, se critica el hecho de que Toy Story y, en consecuencia Lightyear, es un film animado para niños. Incluso usuarios digitales afirman que los pequeños «son más vulnerables a seguir ciertos ejemplos» de la pantalla grande y que escenas como la del beso entre dos personajes femeninos pueden «confundir su orientación sexual».

“Si bien, la película la ven los niños, aquí los jueces son los papás, quienes pertenecen a una generación que creció con otro tipo de cultura, donde la apertura o la inclusión no era tan visible como lo es hoy. En la polémica que causó el film se ve esto reflejado”, dice Rafael Martínez, presidente creativo de la agencia Mayúscula.

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Desde el punto de vista de los expertos en mercadotecnia consultados, lo cierto es que Pixar está ganando exhibición de marca. Hoy la gente no habla de la historia del guardián de la galaxia o de si la película es buena o mala, sino de la escena del beso entre dos personajes femeninos, independientemente de la postura que se tome.

La inclusión es un desafío para las marcas dirigidas a un público infantil

Los esfuerzos de Disney-Pixar para mostrarse más incluyente le está representando un gran desafío. El mayor, señala Martínez, es el arraigo cultural, sobre todo en países como Emiratos Árabes, donde la película ya fue censurada. “Es una barrera difícil de romper”.

Malasia es otro país que tomó medidas similares, mientras que en otros lugares no se prohibió la película, pero se pidió a Disney-Pixar que eliminara la polémica escena. Uno de ellos fue Indonesia. O bien, se catalogó como cinta para mayores de 16 años, es el caso de Singapur, cuyo código penal castiga a los homosexuales con hasta 20 años de cárcel.

A pesar de esto, Luis García, director ejecutivo de la Asociación Mexicana de Filmadoras, A.C. (AMFI), opina que a Lightyear, en particular, no le afecta en su construcción y percepción de marca porque los niños no tienen prejuicios y los estereotipos aún no están arraigados, al contrario, ellos cuestionan más y se adaptan mejor.

“Se está mostrando que hay un segmento de la sociedad que aún no está listo para la conversación, pero ésta no va a cambiar, se va a mantener hasta lograr una diversidad, igualdad e inclusión real en la sociedad. Hoy es un proceso complejo y lento, pero cada día avanza”, comenta.

De hecho, el directivo asegura que la inclusión es un tema que está en la agenda de las productoras desde hace varios meses. Hay esfuerzos significativos que se están realizando en inclusión y que han abierto la conversación. Por ejemplo, ya no solo se habla de las historias que ves en la pantalla grande, sino también de la forma en que se integran los equipos de personas de una producción.

¿La repercusión para Disney-Pixar?

Mayela Galicia, directora de Estrategia en Tanque Group, considera que la repercusión para Pixar no va más allá de la censura de la película en 14 países. Ciertamente, dice, es un gran reto el que tiene la marca, pero también está cargando una gran bandera porque Toy Story está asumiendo un riesgo y luchando una batalla, pese a las posibles consecuencias y eso es algo que quedará en la historia.

“Va a ser la primera película infantil animada en atreverse a no ignorar una parte importante de su público. Lo que está logrando es el sueño de todas las marcas que es quedar en la memoria de sus consumidores y generar lealtad hacia ella. Sin duda, Disney-Pixar se puede convertir en un símbolo de la lucha por el amor, que es lo más sublime y grandioso en la búsqueda del ser humano”, externa.

Y además de la publicidad ganada, la especialista está convencida de que Disney-Pixar se está coronando como un estudio, cuya cinematografía aborda temas relevantes. Eso es un posicionamiento que acompaña tanto a Lightyear como a futuras producciones.

La cuestión aquí, puntualiza, es que hay un tema generacional. A quienes escandaliza la escena es a los más grandes, pues en los más jóvenes la diversidad de género es algo normalizado porque no juzgan a las personas por cómo se identifican y los gustos que tienen, simplemente ven seres humanos siendo lo que son y haciendo lo que les gusta.

Aunado a ello, el 11% de la población mexicana pertenece abiertamente a la comunidad LGBTQ+, por eso es que el mercado rosa ha crecido sin pausa. De acuerdo con la Federación Mexicana de Empresarios LGBT, esta comunidad está conformada por consumidores que podrían aportar alrededor de 80,000 millones de dólares al Producto Interno Bruto nacional.

Hoy sabemos que las nuevas generaciones están más propensas a considerar comprar un producto o servicio si tuvo publicidad inclusiva, agrega Galicia. Y esto abarca categorías como autos, belleza electrónicos, muebles y finanzas.

“Lo mágico de la estrategia de Disney-Pixar es que están obteniendo un negocio a través de una representación, pero no nada más se trata de dinero, sino de propósito y valores, lo cual es relevante para las nuevas generaciones que en México son más del 50% de la población. A nivel negocio, los más grandes ahora son la minoría”, concluye la experta.

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