Diplomacia al servicio de los votos: analistas.

Nuevos embajadores: mucha militancia, nula diplomacia.

Tras décadas de construir una sólida política exterior -distinguida por principios adoptados por la mayor parte de la comunidad internacional-, el gobierno mexicano ha sometido la diplomacia al yugo de las fobias presidenciales.

El reciente desencuentro con el Parlamento Europeo (PE) se suma a una serie de decisiones que han aislado a México del escenario internacional. Las críticas a la ONU al momento de asumir el Consejo de Seguridad, el amago de pausar relaciones diplomáticas con España a causa de la animadversión contra empresas privadas, el nombramiento de diplomáticos sin la menor experiencia, pero con el mérito de la militancia morenista; y el intervencionismo a favor de gobiernos proclives a dictaduras de izquierda, han marcado las relaciones exteriores de México en los últimos tres años.

Durante la primera mitad de su gobierno, los temas internacionales han sido postergados sustancialmente en el orden de prioridades y solamente han adquirido relevancia en el marco de crisis visibles e ineludibles como los flujos migratorios centroamericanos, el tráfico de armas y el impacto de la contrarreforma eléctrica, todos temas de la agenda bilateral con Estados Unidos, único país que ha sido visitado por el presidente mexicano.

El poco interés de López Obrador en lo internacional tiene un fuerte componente personal. El Presidente no entiende y tampoco le interesa la política exterior ni las relaciones internacionales. Ha optado por delegar su presencia internacional, por ejemplo, la asistencia en la cumbre del G20 en junio de 2019 en Japón, a su secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard. Acaso la visita más importante fue durante su polémica participación en la Asamblea del Consejo de Seguridad de la ONU.

El presidente ha roto todos los principios de la diplomacia mexicana. Defiende encabezar un gobierno pacifista al tiempo que lanza un catálogo de insultos -“borregos”, “colonialistas”, “injerencistas”, “hipócritas”, “cómplices”- a representantes de países con los que tenemos un vínculo económico, social, comercial y cultural, y ante quienes se está en plena negociación de un nuevo Tratado de Libre Comercio.

Diplomacia al servicio de los votos

La semana anterior, el Parlamento Europeo (PE) condenó las amenazas, el acoso y el asesinato de periodistas y defensores de los derechos humanos en México e instó a que estos crímenes –que ya han acabado con la vida de seis reporteros en lo que va de 2022– se investiguen de manera «rápida, exhaustiva, independiente e imparcial».

Solicitó además que el gobierno mexicano adopte “todas las medidas necesarias para garantizar la protección y la creación de un entorno seguro para los periodistas y los defensores de los derechos humanos”, lo que desató la cada vez más frecuente furia presidencial.

La respuesta del Presidente, a nombre del Estado Mexicano, fue una burda retahíla de insultos y lugares comunes. El comunicado oficial resultó uno de los más tristes episodios en la política exterior mexicana. Se trata de una carta que revela un nivel intelectual y de entendimiento de mundo muy bajo. Una carta emocional mal redactada y mal pensada, han señalado el especialista Emilio Lezama.

Una carta de esa naturaleza es inaceptable de un jefe de Estado mexicano. Sin embargo, López Obrador ha rechazado convertirse en jefe de estado para poder permanecer en campaña. En ese sentido la carta puede parecerle lógica. El mundo exterior le importa poco y llamarle «borregos» a los legisladores europeos puede ser bien recibido entre sus votantes.

Diplomáticamente es un lenguaje burdo y vulgar, pero popularmente agrada. Es evidente que al Presidente le importa más mantener su popularidad que fortalecer al Estado. La diplomacia está al servicio de los votos.

Sin embargo, los eurodiputados no fueron los primeros. La violencia que vive el país ya había provocado otro diferendo con el gobierno de Estados Unidos. El Presidente también acusó la intención injerencista del Secretario de Estado Antony Blinken luego de que expresara su preocupación por el homicidio de periodistas en México.

«El alto número de periodistas asesinados en México y las continuas amenazas que enfrentan son preocupantes. Me uno a quienes piden mayor rendición de cuentas y protección para periodistas», tuiteó Blinken el 22 de febrero, luego de que al menos cinco periodistas fueran asesinados en los primeros dos meses del año.

López Obrador respondió al día siguiente que el funcionario estadounidense está mal informado. «Y pedirle de favor que se informe y que no actúen de manera injerencista, porque México no es colonia de Estados Unidos ni es un protectorado, México es un país libre, independiente, soberano», lanzó de la misma manera que días más tarde se refirió a los diputados del Parlamento Europeo.

Nuevos embajadores: mucha militancia, nula diplomacia

Embajadores en retiro, académicos y diplomáticos coinciden en que los conflictos generados desde la Presidencia de la República han dificultado las labores del personal del Servicio Exterior Mexicano (SEM), entre quienes hay molestia, además, por nombramientos políticos en diversos niveles, no sólo entre embajadores.

Uno de esos nombramientos fue el del historiador Pedro Salmerón, acusado de acoso sexual, quien declinó a ser embajador de México en Panamá, luego de que la canciller de ese país, Erika Mouynes, hizo pública la oposición de su gobierno el nombramiento.

Otra vez, la respuesta diplomática del Presidente fue visceral y desproporcionada. “Resulta que lo propusimos para embajador en Panamá y, como si fuese la Santa Inquisición, la ministra o canciller de Panamá se inconformó», manifestó en su rueda de prensa matutina.

“La canciller de Panamá es una gran profesional, tiene todo mi respaldo y todo mi respeto”, afirmó el presidente de Panamá, Laurentino Cortizo, quien exigió a López Obrador que respete las decisiones de su gobierno por oponerse a la designación como embajador del historiador Pedro Salmerón, acusado de acoso sexual.

López Obrador “tiene el derecho de designar a quien él guste, pero Panamá es soberano de decidir a quién le dice sí y a quien le dice no”, indicó Cortizo. En lugar de Salmerón, México propondría a Jesusa Rodríguez, senadora suplente de Morena, conocida por sus posturas feministas, indigenistas y a favor de la marihuana.

Pero ni Salmerón ni Rodríguez tienen experiencia en el Servicio Exterior Mexicano, responsable de ejecutar la política exterior de México, de conformidad con los principios normativos que establece la Constitución Política. Así como ellos, hay otras designaciones de embajador, como las de los exgobernadores, Quirino Ordaz y Claudia Pavovlich.

A finales de enero, Quirino Ordaz Coppel, exgobernador priista de Sinaloa, obtuvo el beneplácito para ser embajador de México en España. Por su parte, Claudi Pavlovich será como cónsul en Barcelona y del exgobernador de Campeche, Carlos Miguel Aysa González, será embajador en República Dominicana.

Otro de las propuestas de la 4T para las embajadas, es Leopoldo de Gyves, quien pasó de liderar resistencia de pagos a CFE en Oaxaca a ser el nuevo embajador en Venezuela. De Gyves, es fan del presidente AMLO y de Morena. Ninguno de ellos tiene experiencia diplomática ni consular.

Con información de Animal Político, El Universal, Reforma y Revista Nexos.