Sé que lo que les estoy pidiendo: el Ayuno Informático,  es violento. Pero es un acto. En el momento actual pedir el Ayuno Informático es como solicitarle a un alcohólico que deje de beber, a un heroinómano que deje de inyectarse morfina, a un sexo adicto que salga del burdel.

Sin embargo no puedo hacer otra cosa para que juntos, como familia, podamos trascender esta fase de la llamada emergencia sanitaria global con la que inicia la Tercera Guerra Mundial.

Así que voy a bajar la cuota, el reto. No realicen el Ayuno Informático por 24 horas. Háganlo solamente por 12 horas. Será un inicio.

Yo sé que es dramático lo que les estoy diciendo pero pueden llegar a esta conclusión por ustedes mismos solamente cuando estén en silencio y para lograr este silencio tendrán que iniciar un Ayuno informático.

El principio será duro, son las más cruciales horas por el estado de intoxicación en el que nos encontramos. Pero después tienen que integrar progresivamente el Ayuno Informático a su rutina. Es una experiencia individual pero es familiar para los que están con sus parejas e hijos.

Las últimas dos guerras mundiales han sido muy diferentes de la guerra actual. La primera se concentró en Europa, sobre todo en los frentes de Alemania y Francia, pero tuvieron que ver todos los países industriales. Esa vez también los humanos militares usaron máscaras para respirar, como ahora. En la segunda guerra no se usaron gases letales por un raro acuerdo de caballerosidad guerrera, allí sucedió un enfrentamiento de naves de todo tipo, artillería de la más diversa índole, masas de infantería. Ejércitos de millones de hombres y la guerra área a grandes distancias..

Les transcribo un poema de un gran escritor ruso, Vasili Grossman, que les puede ilustrar del heroísmo que requirieron los soldados del frente ruso, el más atacado, el más sufrido:

Camarada mío, en la larga agonía,

No llames a nadie pidiendo ayuda.

Deja que me caliente las manos,

Con tu sangre humeante.

Y no llores de miedo como un niño,

No estás herido, sólo estás muerto.

Trae para aquí, es mejor que coja tus botas,

A mí todavía me tocará ir a la lucha

En la primera y la segunda guerra mundiales los ciudadanos se convirtieron en soldados. En la tercera guerra mundial, a los ciudadanos ya no es necesario llamarlos a las estaciones de reclutamiento y armarlos para mandarlos a los frentes. No tienen que atacar a nadie pero tampoco pueden defenderse. Estamos en lo que en lenguaje militar se llama el estado de shock o pavor que es el que se propicia antes de los embates reales.

Ya no es necesario enfrentarse militarmente, la guerra ha transitado de las trincheras, de los frentes abiertos por los países, a los cerebros humanos.

Las soberanías nacionales irán perdiendo sentido, los nacionalismos no serán el principal argumento para la destrucción del cuerpo del otro.

Desde 1945 se había guardado en un cajón secreto de la historia, el miedo.

Si quieren verlo con compasión, llámenle Hermano Miedo, pues nos ha unido nuevamente a la humanidad ya que no pudo hacerlo el amor y la solidaridad. El miedo, sin embargo, puede ser el principio siempre que despertemos.

Ahora vengo del cerro de Macuiltepetl. Aunque quiero que sea férreo mi Ayuno Informático no puede serlo totalmente, es difícil incluso en el bosque.

Y en la sección más apartada, la ladera opuesta a la ciudad, donde por fin no se escucha el ruido de radios, bocinas, motocicletas estoy en mi ejercicio meditativo y pasan a mi lado los corredores, los escucho bufar, sus pasos rápidos, esforzados. Y muchos llevan prendidos sus radios, oyen música y las noticias. Y escucho esta frase de un locutor: “Tu opinión puede decidir la conciencia de México, llama, manda un mensaje…”y luego la perorata de todas las modalidades cibernéticas que conocemos, las “benditas redes sociales”.

Lo que me interesa decirles elocuentemente es que es todo lo contrario.

Es precisamente la trampa en la que la humanidad está cayendo completita, inocentemente, como un niño perdido.

Las fake news y las true news son –aunque no exactamente- lo mismo. Y ellas, las news, aderezadas con chascarrillos, chistes, bromas, ocurrencias, análisis sesudos y menos sesudos, mensajes proféticos, sublimaciones de personas que evocan su buena fe y otras su mala fe, todo esto está haciendo picadillo nuestra conciencia y nos impide estar alertas y sujetamos a nuestro organismo a un estress para el que no está preparado, pues no es el mismo de una avenida congestionada, de un jefe gritándonos, de una mesera que no llega.

La conducta que se está dictando a los ciudadanos del planeta es un acta certificada de un futuro muy oscuro si no reaccionamos, si no actuamos, si no reconocemos que este es el primer paso de una Dictadura más terrible quizá que la de Hitler.

Y para el sometimiento, que quiere decir que las personas hagan lo que un poder intangible dicta, no se requiere bombardeo aéreo, solamente la pantalla que los humanos portan y están en su casa y en cada paso en la ciudad.

Si para los adultos es difícil percatarse de la infección mental y emocional que fluye de las pantallas los niños ya no tienen la posibilidad de despertar siquiera. Están sumergidos en  los videojuegos, horas y horas en la pantallita y en la media pantalla y en la pantallota: ¿Y que cuentan estas historias? Todas tienen un objetivo: naturalizar el miedo.

O sea, así como nosotros ahora vivimos esta Guerra y tenemos la posibilidad de unirnos en el sentimiento de pavor con las generaciones que vivieron las dos guerras anteriores, los chiquitos de hoy que serán los hombres y las mujeres del futuro no conocerán este sentimiento, les está siendo extirpado, matar y morir son acciones sin significado corporal, para qué decir espiritual.

Es muy grave lo que está sucediendo con la infancia y esta atención en la que viven los niños es promovida y apoyada y estimulada muchas veces por los padres, por los adultos. Cada vez más están siendo vedados a los niños el juego físico y el aprendizaje directo con tutores y lecturas físicas. ¿Cuánto puede durar esto?

Sería muy simple decir que este conjunto de seres humanos que son menos del 3 por ciento de la humanidad están sentados en un concilio armando planes perversos contra sus semejantes y mandando el mal que nos atraviesa, y sin embargo es una imagen que puede funcionar como una alegoría.

No es necesario que el dictado de los poderosos sea literal o discursivo, no, las plataformas digitales, la gama de modalidades cibernéticas producen automáticamente los argumentos de la dominación, la dispersión de la conciencia y el aislamiento de las voluntades, tal como lo estamos viviendo.

En otras palabras, ellos, los dueños de los medios digitales, los que poseen las plantas que producen esta diversidad de aparatos, aplicaciones, canales, etc. simplemente con el hecho democratizante de todos y para todos, pues todos pueden hablar, grabarse, difundirse, mensajearse una y otra vez, multiplicar ocurrencias, disertaciones, divagaciones, filosofías, etc. realizan con ciertas alteraciones los anuncios del profeta Andy Wharhol: todos podremos ser famosos durante diez minutos.

Se quedó corto el neoyorkino y al mismo tiempo fue bastante generoso. No hay tal fama porque no puede haber personalidad, el anonimato es una convención, no importa quien seas, como te llames, de dónde vengas, a donde vayas, estás en la red y como miles y millones de virulizados te estamos viendo, oyendo, leyendo.

Y volvemos al dicho del locutor: Tu opinión puede definir la conciencia de México.

A este caos, esta comunidad de confusiones, si lo personificamos (así como a los poderosos en conciliábulo) en una asamblea de cuerpos físicos, les dará la imagen de lo que está sucediendo en los huesos, los músculos, los nervios, la sangre de cada persona en su rincón, encerrada, aislada, desgañitando su miedo con los dedos.

Riendo de chistes con esa mueca nada alegre, aunque sonriamos, viviendo sentados, acostados, en el baño con la pantalla. Despertando en la madrugada para consultar la contabilidad de infectos, de muertos que están reportándose con bombo y platillo en esta fiesta de números macabros.

¿Y cuál es el fondo del problema? ¿Cómo que la Tercera Mundial? Pues así es señores: Lo que vivimos es el ensayo general de lo que nos espera. Ya no serán ahora motivo del miedo planetario, de fragmentación y destrucción de la conciencia, una epidemia. Será otra epidemia. O el avistamiento de un aerolito contra la tierra, o el embate de las olas que está dejando abajo del agua a grandes ciudades, o…(y aquí los niños de hoy no podrán ya distinguir la realidad real de la realidad virtual, ya no tendrán cuerpos ni cerebros autónomos. Serán como nosotros ahorita, pero sin miedo).

Otra vez, como siempre ha sido, los más felices  son los constructores y dueños de las fábricas de armas, y el arma de los poderosos es hoy la tecnología digital.

La atención absoluta que damos a los medios digitales está drenando nuestra alma. ¿Entienden? El hombre y la mujer por primera vez en la historia de la humanidad tiene la imposibilidad de oírse a sí mismo, de pensar por sí mismo y que los  pensamientos regresen a uno mismo.

Ahorita, en este momento de emergencia, lo único que nos queda es parar. Permitir que el pensamiento se desintoxique de todo lo que está contaminando las inteligencias, las sensibilidades.

Les estoy proponiendo la práctica de una cosa muy sencilla que proviene de la tradición cristiana primitiva: el ascetismo informático. No todo el tiempo, pero que se vaya abriendo en su cotidianidad esta experiencia. De lo contrario no podrán percibir la gravedad de lo que está sucediendo y que no es el hecho de que nos infectemos.

El poder está creando el enemigo más peligroso: nosotros mismos. Estamos viendo al prójimo como un infectado o un potencial infectado. Se están trastornado los afectos y se alteran riesgosamente las vocaciones naturales de solidaridad.

Tenemos que ir a nosotros mismos. Parar. La conciencia de México no se definirá con tu opinión, sino con tu silencio.