Sumergidos en la fe, llegaron cientos de seguidores a la catedral metropolitana para estar presentes en las misas celebradas en honor a San Rafael Guízar y Valencia, primer obispo de Latinoamérica en ser canonizado, por el Papa Benedicto XVI el 15 de octubre del 2006, en la plaza de San Pedro, Italia.

Desde el día martes, las escalinatas de la catedral fueron abarrotadas por decenas de ambulantes que ofrecían los productos religiosos alusivos al santo, también conocido como “Patrono de los Obispos de México”.

A la media noche del miércoles y primeros minutos del jueves, los católicos cantaron las mañanitas a Rafael Guízar y Valencia en la catedral, mismos que llevaron flores, veladoras, y a menores de edad ataviados con trajes similares a la ropa que usaba el santo en vida.

A las 04:00 horas de este jueves 24 de octubre, feligreses del municipio de Teocelo y de la comunidad Piedra Parada arribaron a la catedral para entregar arcos florales en honor al santo, y a las 08:00 horas el arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios celebró una misa, y ahí leyó una semblanza de Rafael Guízar.

El arzobispo señaló que una de las expresiones del obispo era “señor yo te amo, y te quiero amar como nadie sobre la tierra. Cuando se trataba de la gloria de Dios y la salvación de las almas, el obispo Guízar superaba los obstáculos que se le presentaban, ni la distancia, ni la pereza de los caminos, ni los opositores de la fe, podían apartarlo en sus deberes”.

Agregó que Rafael Guízar fue “incansable en sus trabajos, sufrido en sus enfermedades. Dejó de trabajar cuando materialmente no podía estar de pie, y le faltó la voz para la predicación, y con sus sermones atacaba reciamente todos los vicios, pero siempre abriendo los corazones a la esperanza y el perdón”.

Además, en vida el santo nacido en Cotija, estado de Michoacán el 26 de abril de 1878 y fallecido el 06 de junio de 1938, en la Ciudad de México, fue perseguido por opositores a la fe católica, señaló el arzobispo.

“Sufrió con ecuanimidad las persecuciones, las injurias y calumnias y fue constante en lo próspero y adverso hasta el final de sus días, y esa fortaleza la supo contagiar a sus sacerdotes, que vivieron la persecución religiosa, y aun así atendían a los fieles” finalizó.

AVC/ Verónica Huerta