En esta segunda parte de la conversación, Jakub Dedina habla de sus experiencias en la escena jazzística xalapeña y en la Orquesta Sinfónica de Xalalpa.

Hello, young jazzers

Toqué con el Jazz House Collective en uno de sus conciertos, ahora me contratan mis alumnos (risas), mi alumno Francisco Galán no estaba y me invitaron a suplirlo. Ese proyecto es una maravilla, yo digo que esos jóvenes nacieron 50 años tarde porque si estuviéramos en los años 50, ya estuvieran tocando con unas bandas profesionales por todo el mundo porque todos tocan muy bien, y su proyecto es muy bueno porque es música de ellos y además es música de un estilo, yo veo que JazzUV crece en ese sentido, que en este momento ya tiene sus propios estilos.
JazzUV se enfoca a la música de be bop porque es lo más conocido en esta música, pero como los maestros se conocen ya por varios años y tocan juntos, forman su propio estilo y los alumnos aprenden de ellos, entonces ya hay varios proyectos muy buenos como el Jazz House Collective, Blah, Blah Trío, el cuarteto [Nawi] que canta con Tonatiuh [Vázquez], es increíble porque son muy jóvenes y van muy bien.

En la escena del manantial de arena

Andrés Dechnik, Rodrigo Álvarez y yo somos compañeros en la Sinfónica, a los tres nos gusta la música de jazz y a veces, en el intermedio o en las tardes nos juntamos para tocar jazz más bien como hobbie, esa es la diferencia con los maestros de JazzUV, que algunos viven de eso, no quiero que suene feo eso hobbie, pero nosotros lo hacemos porque nos gusta. Hemos tocado a trío muchas veces, pero la semana pasada nos invitaron a tocar en la galería Flavia e invitamos a José Luis Ávila, un estudiante de guitarra de JazzUV
En todos los proyectos que me invitan participo con mucho gusto, he tocado con muchas big band, ahorita voy a grabar con Tonatiuh, también participé en el disco de Persi Vignola. Ahora las grabaciones se hacen de tal manera que un solo músico graba los cuatro trombones, entonces me llevo mi trombón bajo, mi trombón tenor y grabo todo, y es más eficiente el trabajo.
Grabé en un disco de Édgar [Dorantes] en el que estuvo también Rey David [Alejandre]. He grabado en tres o cuatro discos de Lucio [Sánchez], él saca un disco cada año y es difícil de acordarse (risas). Con Stefan Oser grabé a dueto varias veces en el estudio de Norberto [Cuevas] —que trabaja muy bien— y últimamente grabé en un proyecto de una big band, eso sí fue extremo porque es un estudio muy reducido, es un lugar del tamaño de un baño y ahí estábamos cinco trompetas, los saxofones y los trombones, pero sí se pudo grabar. En Xalapa hay mucho talento siempre y toda la escena musical está muy bien, para mí es un placer trabajar con los músicos de aquí.

El sonido unido jamás será vencido

La big band se parece un poquito a la música clásica, nada más el lenguaje diferente pero la forma es similar, yo toco el segundo trombón y la función del segundo trombón es afinar y unir el sonido de todos los trombones para que se oiga como si fuera uno.
A mí me apasiona todo eso del trombón, es uno de los pocos instrumentos que puedes afinar; por la vara, la afinación es muy complicada entonces en cada acorde puedes ajustar la afinación por la función, si es una tercera mayor la tienes que bajar tantito, podemos hacer eso, entonces los trombones suenan muy homogéneos porque estamos trabajando con la afinación justa, en cambio, el teclado ya está afinado, las distancias están divididas matemáticamente para el oído, ya nos acostumbramos a eso.

De la terracería a la autopista

Siento hubo un bajón de público cuando nos pasamos del Teatro del Estado a la Sala Tlaqná, pero ahora ya estamos bien de público otra vez. Yo estoy enamorado de la sala, es una maravilla, tocar en el Teatro era terrible, sobre todo acústicamente, era muy difícil tocar, escuchar a los demás, el público tampoco podía apreciar la música, es como si tuviéramos un Vochito desbaratado y ahora tenemos un Rolls Royce.
Suena muy bien, es un lugar muy lindo, el único problema es que está retirado y cuando termina el concierto, se hacen las filas de carros para salir y y no se puede caminar muy bien porque no hay banquetas ni buena iluminación.

Naif

Tengo una idea que a lo mejor es muy naif pero quisiera que la música de jazz pudiera entrar a la Sala Tlaqná o que la tocara la Orquesta Sinfónica, porque gracias a Dios hay un público que está siguiendo a la Orquesta y es muy buen público, eso también es excepcional porque Xalapa no es una ciudad tan grande, sin embargo tiene buen público y eso no sucede en algunas ciudades mucho más grandes de Estados Unidos y de otros lugares.
Siento que la mayoría del público y de los músicos clásicos ven al jazz como música popular, pero no lo es, eso era antes, quien vea cómo trabajan, cómo preparan los conciertos en JazzUV se dará cuenta de que es música muy seria, obviamente, las raíces no se pueden negar, el blues y el lenguaje y todo lo que quieras, pero el producto final es arte.
Muchas veces vas a un bar que se ve como tenebroso y dices ay, que feo está aquí (risas), pero a la hora que empieza la música hay un silencio total, no es que la gente va ahí a cenar, no, van a escuchar la música como si fuera una sala de concierto, y yo quisiera que nuestro público y mis compañeros de la Sinfónica vieran eso.
Varias veces se han hecho conciertos con la música de Édgar [Dorantes] u otro compositor de jazz, cuando hay festival de JazzUV también se presentan algunos músicos de jazz, pero es como un evento especial y yo pienso que si, por ejemplo, se hace una obertura o un concierto de jazz, por decir, concierto para trombón, saxofón, orquesta sinfónica y combo de jazz, todos se van a dar cuenta de la dinámica que tienen los jazzistas. Eso se podría hacer fácilmente una vez al mes y estaríamos presentando música nueva. Yo digo que esa liga con los jazzistas nos abriría muchas más posibilidades para llegarle al público que normalmente no iría a escuchar un concierto de jazz.
En los festivales la gente sí va, pero nada más porque viene Paquito D’Rivera o McCoy Tyner o los meros meros grandes, pero es como un evento social, dicen:
—Viene Paquito D’Rivera
—¿Y ese quién es?
—Pues no sé, pero es jazz, voy a ir
Y van nada más porque es un evento, sin embargo hay público que va a la Sinfónica todos los viernes y no es el público que se deja llevar por un hombre.
Donald Harrison hizo un concierto con nosotros el año pasado, en ese concierto, como obertura tocamos una obra escribió Tonatiuh, qué buena obra porque es muy difícil escribir jazz para violines porque el jazz suena bien en general en los instrumentos percusivos, en los que el sonido empieza con un golpe que es muy rítmico, mientras los violines no tienen eso, ojalá podamos repetir esa obra.
Yo le encargué una obra para un concierto de trombón y saxofón barítono. Estaría muy bien tocar su música, ojalá se pueda, él escribe para big band y lo hace muy bien.

(CONTINÚA)

PRIMERA PARTE: Gringo checo jarocho, trovador de veras
TERCERA PARTE: Trombón que pitas con amor



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