No sé exactamente desde cuándo, pero hace siglos que Xalapa es una suerte de imán atrapasueños irresistible para los artistas, decenas o acaso cientos de creadores de todas las disciplinas han llegado de muchos lugares del mundo, algunos se han quedado enredados en la neblina y no han podido partir, otros han estado de paso, pero siempre vuelven.

Esta semana ha estado aquí —merced a la hermandad que entabló con Jatziri Gallegos en Nueva York— una cantante finlandesa cuya multiplicidad de raíces (sus antepasados provienen del Medio Oriente, Europa y Sudamérica) le ha conferido algunas características singulares: es demasiado escandalosa para vivir en Finlandia pero demasiado silente para vivir en Nueva York; su sonido es más próximo al jazz estadounidense pero se identifica con el jazz nórdico porque en él encuentra «la oscuridad de los inviernos, los árboles y también el olor de la naturaleza»; hace música popular y se desentiende del jazz pero cuando hace jazz, se olvida de la música popular. A partir de esos dilemas, se ha construido a sí misma utilizando la música como instrumento de su propia labranza.

En una extensa conversación que publicaré más adelante, me dijo que su proyecto actual es de pop electrónico pero la interacción que ha tenido esta semana con gente de JazzUV la ha reconciliado con el jazz porque «es muy interesante para mí tocar con gente nueva, con gente con la que no nos conocemos, yo no sé cuál su vida, qué han hecho en la música, solamente estamos aquí, en este tiempo. Me han recibido con mucho amor y casi me duele el corazón porque tocamos algunas de mis composiciones ayer en el ensayo y las tocaron como yo las oigo en mi cabeza. Somos gente de distintos países, con distintas vidas, distintas circunstancias y la música nos llevó, y no éramos Dea, Mariana, Jesús y Mario, no, éramos una sola cosa haciendo música. Improvisar con ellos fue increíble para mí, las ideas venían y venían, y me sentí muy motivada, muy inspirada, quiero regresar a Nueva York y componer algo nuevo y tocarlo».

Y con esa formación, con Mario Mora en el piano, Mariana Flores Zeleny en el bajo y Jesús Rodríguez Alarcón en la batería, se presentará en La Culpa el viernes 30 de noviembre a partir de las 9:00 de la noche. No vayan a perdérsela, por el amor de Dios.

Hikari: una poderosa máquina de velocidad

Hikari: una poderosa máquina de velocidad, el unipersonal de Karina Meneses, se ha presentado más de 60 veces en diferentes escenarios del país, este fin de semana, sumará cuatro funciones más a su currículum. La responsable de tal hazaña, nos habla de la génesis y las andanza de la obra:

«Yo nací aquí en Xalapa, estudié en la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana y en cuanto egresé, ya estaba dentro de la Compañía de Teatro de la UV, ya llevo 12 años trabajando ahí como actriz, como asistente y en muchos proyectos. En 2013, aquí en Xalapa fundamos Área 51, un foro independiente que mantiene activa su cartelera de jueves a domingo.

«El texto de mi unipersonal lo escribió Ana Lucía Ramírez especialmente para mí, fue un encargo y le pedí que fuera algo súper distanciado de lo que soy, esa era la premisa: que no tuviera nada que ver conmigo. Se llevó la tarea a su casa y cuando me presentó el borrador, me planteó un personaje masculino, trans, de 40 años, y dije bueno, desde ahí ya sé que no es algo mío. Nunca me metí en la dramaturgia, ella me iba presentando sus avances y cuando estuvo al cien por ciento, empecé a buscar quién lo dirigiera.

«Conocí el trabajo de Ricardo Rodríguez, un director del DF que tiene allá un grupo que se llama Los Bocanegra. Me gustó lo que vi de él, lo más reciente que había visto justo había sido un unipersonal, y cuando vinieron a Xalapa le pregunté si podía venir a dirigir, estarse un tiempo aquí y me dijo que sí, que le interesaba mucho. Trabajamos el texto y se montó en un mes o mes y medio, fue un trabajo súper intensivo porque él no podía estar mucho tiempo acá en Xalapa.

«La idea de tener el carro en escena fue propuesta por él porque en el texto solo se menciona pero no dice que necesariamente tenga que estar en el escenario. Decidimos hacer pruebas con el carro, a los dos nos gustaba lo que estaba sucediendo y se quedó, de hecho, la obra tenía otro nombre y justo por el giro que fue teniendo con la dirección, se cambió por Hikari: una poderosa máquina de velocidad, que es el eslogan del anuncio del auto en los ochenta.

«La obra se estrenó el 30 de octubre del 2015 —justo se acaban de cumplir tres años— y al año que siguió, en julio de 2016, ya nos estaban invitando al Festival de la Joven Dramaturgia, en noviembre de ese mismo año, fuimos seleccionados para la Muestra Nacional de Teatro. De ahí empezaron a surgir invitaciones, nos presentamos en el Festival Internacional de Teatro San Miguel de Allende, en el Festival del Centro Cultural Tijuana, hemos estado en Oaxaca, también en Ciudad de México en el Festival Otras Latitudes y en Dramafest. La última función que tuvimos fue en el Teatro del Estado, en agosto de este año, dentro del Primer Encuentro Estatal de las Artes Veracruz. Para la gente que se quedó con ganas de ver la obra el 25 de agosto, se abrió una temporada en Área 51, las funciones van a ser el jueves 29 y el viernes 30 de noviembre a las 20:00 horas, el sábado 1 de diciembre a las 19:00 horas y el domingo 2 de diciembre a las 18 horas».

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