Fortín de las Flores, Ver.- Unas cuantas casitas de madera se asoman entre los árboles que son visibles desde El Faunito. Su sencillez y humildad contrastan con la opulencia del rancho que perteneció al ex gobernador veracruzano, Javier Duarte de Ochoa.

Las casitas de madera que hoy exhiben la ropa colgada eran parte del paisaje que podía ver la familia Duarte y sus invitados desde la gran alberca con jacuzzi o el asador que hasta el día de hoy tiene restos de carbón.

Esas casas en pobreza, como el 62.2 por ciento de la población de Veracruz, del otro lado del Río con el que colinda la propiedad pudieron ser ignoradas por el ahora exgobernador preso, que adquirió esa propiedad de más de 200 millones de pesos por medio de un prestanombre.

“El espacio icónico de la corrupción (…) aquí se materializó todos los excesos de que un gobierno es capaz”, consideró el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, quien logró la donación de Juan José Janeiro, el prestanombres, a Gobierno del Estado.

Para llegar al Faunito se debe llegar desde la carretera de Fortín a Orizaba y tomar un camino empedrado, pero que no parece en nada a aquellos que te llevan a las comunidades rurales. El camino parece construido específicamente para eso, rodeado de un riachuelo, grandes árboles e impecables jardines.

Allí lleva a la primera construcción de estilo rústico, donde las piedras de las paredes hacen juego perfectamente con los candelabros que cuelgan de ellas, las placas donde pareciera llevaban nombre las habitaciones o los muebles de madera hechos a la medida.

Las habitaciones y cabañas se extienden a lo largo de toda la propiedad, alternadas con grandes jardines y espacios como una iglesia o canchas de diferentes deportes que están en los más de 58 mil metros cuadrados de terreno.

Esos espacios, según anunció Yunes Linares, ahora se convertirán en un jardín botánico para que la población pueda visitarlos y espacios para investigación.

De allí solo quedará el recuerdo de las fiestas y excesos que según el gobernador se hacían en épocas en que Duarte de Ochoa debía gobernar, donde, según dijo, corría alcohol cual el río que se oye de fondo desde cualquier parte de los jardines.

“De la vergüenza al orgullo, del olvidó a la esperanza”, llamó el director del Instituto Nacional de Ecología a la transformación que esperan tener en el sitio.

Ana Alicia Osorio/Avc