Siempre es triste cuando un periodista se nos adelanta en el camino hacia la otra vida, pero lo es más cuando ha sido un gran reportero el fallecido, y mucho más cuando es un casi contemporáneo y buen amigo.

Por eso el infarto fatal que sufrió Hipólito Cuevas el mediodía de este jueves 7 de abril consternó a los compañeros del medio periodístico, entre los que había cultivado grandes amistades y complicidades reporteriles a lo largo de su productiva vida.

Polo se veía bien físicamente, yo diría que muy saludable (no por nada le dicen a los problemas cardiovasculares los asesinos silenciosos), y era un hombre feliz, con una familia a la que amaba y respetaba, y viceversa. Al verlo alegre y complacido, nadie hubiera podido prever que su corazón fallaría tan repentinamente.

En los últimos años, se había dedicado a disfrutar su vida de hombre maduro y trabajador, y había realizado varios viajes por todo el mundo con su esposa Clarita: varios países de Europa, Cuba…

Discurría así en una especie de semi-retiro, porque siguió siendo reportero hasta el último momento y se dio el lujo de irse en activo, como director operativo del Newsver de Orlando García Ortiz, gozando el oficio al lado de Salvador Muñoz y de Orlando hijo.

Desde la época del gobernador Rafael Murillo Vidal, Polo ya destacaba en el periodismo en un periódico que se volvió legendario, El Correo de la Noche, que iba construyendo día a día con Enrique Olivera Arce, mientras Melitón Morales les hacía ameno el rato con sus infaltables chascarrillos y su humor puramente cuenqueño.

Hipólito participó también alguna vez en el sector público, cuando fue jefe de prensa de la Legislatura local que encabezó Felipe Amadeo Flores Espinosa, quien era también un amigo cercano.

Como siempre pasa en esta vida insondable, Hipólito Cuevas dejó pendientes muchas buenas conversaciones, que se quedaron esperando para siempre cuando su recuerdo se encerró en el baúl de las mejores intenciones.

Manuel Rossete Chávez, Tulio Moreno Alvarado, Gabriel Arellano se tendrán que quedar con la gana de tomarse un último trago con el “amigo, el maestro, el compañero, el ingenioso, el periodista Polo Cuevas”, como lo define con toda justicia el primero de los nombrados en este párrafo.

“Alto poder”, su columna que publicaba religiosamente en varios medios, era un referente y un oasis de buena prosa en este medio tan vilipendiado en su calidad por las malas plumas de tantos charlatanes que quieren hacer de la comunicación un negocio y no una forma honesta de vida, como la concibió siempre Hipólito.

Sus compañeros de Otero Ciudadano, de la Apever “Noé Valdés”, de Newsver y de la vida lo vamos a extrañar en los desayunos y en las oportunidades que siempre nos dio para hablar bien del buen periodismo, que fue su vida.

Descanse en paz el colega. Y pronta resignación a su esposa y sus dos hijos.

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