Soneto para dos racistas

A ver, güey, no mames,
no voy a mentir, te lo voy a decir
como hablaba ese cabrón:
Yo, jefe Gran nación Chichimeca, vengo
Guanajuato, yo decir aquí, o diputados
para nosotros, o yo no permitir tus elecciones.
No mames, se ve que este guëy…
yo no sé si sea cierto que hable así, cabrón,
pero no mames, vio mucho LLanero Soltario,
cabrón, con eso de Toro, cabrón, no mames,
cabrón, no mames
Lorenzo Córdova, funcionario mexicano
Si no quieres ser asesinado por el Estado Islámico,
no viajes a Siria;
si no quieres ser asesinado por un mexicano,
no hay algo que pueda decirte (…)
Hay culturas obviamente deficientes
y, si no lo fueran, tú no estarías sentado
en Estados Unidos entrevistándome,
yo estaría en México
Ann Coulter, periodista gringa

Un mexicano hipócrita y circense
que se presenta como inmaculado
en una sola charla ha mostrado
una estatura de liliputiense.

Una periodista estadounidense
recientemente publicó un tratado
sesudo en el que olvida que el pasado
de su raza es migrante, aunque la ofense.

Lorenzo, a su pesar, es mexicano
y Coulter lo desdeña con cinismo
como él desdeña, cínico, a un paisano.

Esos dos personajes son lo mismo
y caminan, tomados de la mano,
a nadar en el fango del racismo

 

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