Yo siempre siento que estoy en el umbral de algo, vivo en el umbral, -me dijo Messe en la parte final de la conversación, en la que nos habla de sus viajes a Paris y de sus tres agrupaciones más recientes: Nosotros los pobres, Código Postal, y Messedades.
Tras este largo recuento de su vida, concluye:
-Uno toma y uno decide, y uno es el resultado de sus decisiones; yo lo único que quiero es decidir bien.
Je vois la vie en rose
Yo conocí Paris en el 2005, con un querido amigo que ha venido a ser mi hermano, y que además amé con toda mi alma; con él me fui en el 2005 y ahí conocí a mucha gente, conocí a la persona que me hizo favor de acompañarme en los conciertos que di allá, Antonio Torres, tremendo cantante de tango y guitarrista. Estuve unos días y me regresé.
Yo siempre siento que estoy en el umbral de algo, vivo en el umbral. En el 2008 estaba pasando por un momento de pareja muy difícil en la Ciudad de México, y era un momento tremendo, en el que estaba mal, mal.
Jarocho se iba a Innsbruck; yo estaba enojada porque esa gira la habíamos ganado en Bangkok, Tailandia y yo no estaba invitada. Me sumí en una depresión impresionante, me puse muy mal.
Dios sabe por qué hace las cosas, y en qué momento las hace; me habló de Paris mi amiga Severine Martineau y me dijo:
-Ya hablé con tu mamá, ¿qué tenemos que hacer para que vengas?
-No, es que no es de enchílame otra, mija
-Tú consigue tu boleto, y aquí tienes casa y comida. Vente ya
-Pues si Dios quiere
Pues sí quiso; en quince días se arregló. Conocí a una amiga que es aeromoza, que me hizo el favor de regalarme un boleto a Paris, se llama M (nada más ponle M para que no vayan a saber quién es, porque no puede hacer eso). Me consiguió un boleto a Paris, abierto por un año, en $ 5000.00; o sea, me lo regaló.
Llegué a Xalapa y empecé a chambear. Hubo gente maravillosa; por siete años fui a cantar para una persona en su cumpleaños, y ahí conocí a un licenciado (no quisiera decir su nombre), un hombre amabilísimo y educadísimo conmigo; llegó con su esposa y me regalaron 100 euros.
Un día antes de que Jarocho se fuera a Innsbruck, yo estaba yéndome a Paris, no podía creerlo.
Me fui en un avión que 12 chavos esperaron, para tomarlo, 12 días en el aeropuerto, y el día que yo llegué, lo tomé. Se me caía la cara de vergüenza, pero ellos me dijeron:
-Este viaje es para ti
Llegué con 700 euros, me recibieron maravillosamente. Al segundo día me asaltaron en las escaleras del Sagrado Corazón, en el grandioso distrito de Montmartre; veníamos hablando en español con mi amiga francesa, y estos pensaron que éramos mexicanas o españolas, no sé, y entonces nos hicieron una travesura, ¡pero qué travesura! Del lado derecho traía mi bolsa y una laptop, y del izquierdo, mi cámara; como buena chilanga, me había enredado el cordón con doble vuelta.
Yo siento cosas, no sé por qué mis sentidos son así; sentí que atrás de mí había alguien, me giré y en ese momento sentí un jalón en la cámara, y la jalé, y la jaló, y la jalé, y de repente Dios me dijo: ¡SUELTA!, la solté y el chavo se fue de espaldas y salió corriendo con ocho detrás de él. Si me hubiera resistido, me hubiera ido muy mal. Fue terrible y maravilloso porque, te digo, todo lo malo tiene algo bueno.
Cuando mi amigo, el que nos recibió en 2005, supo que iba a Paris, insistió en que me quedara en su casa una temporada. Es muy curioso porque lo conocí allá por un amigo cercano, pero es xalapeño, se llama Alfredo Salazar y es un tremendo fotógrafo de modas en Paris. Cuando llegué a su casa me dio una llave y un teléfono celular, y me dijo “aquí te pueden llamar y yo te puedo localizar en donde estés”.
Llegué a su casa con el hombro lastimado, me recibió, me sobaba, compraba despensa y me hacía de comer…se convirtió en mi mamá.
Yo no tenía expectativas cuando me fui, no sabía qué iba a pasar, pero mi idea no era regresar a México.
Estando toda jodida me encontré a Richard en el Messenger:
-Hola, Messe, ¿cómo estás?
-¿Qué onda, mi Richard?, qué chido, qué gusto saludarte
-Perdóname; regrésate
-Sí, claro que sí
Entonces ya sabía que iba a regresar a México y dije, “bueno, ok, vine de vacaciones, entonces no voy a buscar chamba”.
Ya tenía dos semanas en cama y tenía terror de salir; ya había hablado con Richard y me había dado fecha, en octubre tenía que estar aquí, así que estaba tomándola tranquila.
Un día llegó mi comadre Gaby Cruz, que en ese entonces vivía en Paris, y me dijo:
-Messe, te paras de la cama, ya no quiero que estés tirada. Nos vamos a un concierto.
-Bueno, a dónde vamos
-Viene Nortec Collective
Es un grupo maravilloso de música norteña con mezcla de música electrónica; ya me habían hecho escucharlos aquí.
Nos fuimos a ver a Nortec y mi amigo, como nada más había salido a trabajar en esas dos semanas por estarme cuidando, se fue de antro. Yo estaba feliz, cante y cante, y baile y baile. Gaby y otra amiga tenían que entrevistarlos al final de la función; nos hicimos cuates y nos fuimos de after con ellos. En eso me llama mi amigo Alfredo, y le digo:
-¿Qué onda, mamá? [risas]
-¿Cómo estás?
-Muy bien, estamos con Nortec
-No te puedes desvelar mucho
-¿Por qué?
-Mañana tienes audición a las 3:30 de la tarde
-¿Qué?
-Tengo un amigo que tiene un lugar que se llama La Petite Vertu, es una taberna chiquitita, y le hablé de ti
Yo dije, “pues bueno, a ver si es chicle y pega”. Sí me desvelé, la pasamos maravillosamente con los Nortec, nos hicimos súper carnales; imagínanos cantando boleros a las tres de la mañana, en Paris.
Dormí unas horas y llegué al otro día, Gaby iba de traductora porque yo no hablo francés, aunque hablo un poco de inglés, digo, sí me defiendo. Les enseñé el disco de Cosa de dos, y me dijeron:
-Con disco no
-Si quieren, canto a capella
-¿A capella?
Y entonces me paré y canté Summertime, el Son de la loma y tuve el atrevimiento de cantar La vida en rosa
Me aceptaron; yo llevaba mis pistas de Cosa de dos, y el primer concierto fue con pistas, mi comadre Gaby me presentó.
Fue impresionante, ojalá fuera así aquí, pero somos muy mal educados, no nos sabemos callar cuando alguien está hablando, o cuando alguien está cantando. Ahí nadie hablaba aunque cantara con pista, quizá era un poco aburrido, no lo sé, pero fueron muy lindos conmigo.
Después Antonio empezó a tocar la guitarra y le dije:
-Oye, ¿no te gustaría acompañarme?
-Sí, pero está cañón
-Pues sí, pero vamos a darle
Y tuvimos dos conciertos más en ese lugar.
El último día que estuve en Paris canté en el Anahucalli, el restaurant mexicano que está muy cerca de la Catedral de Notre Dame, muy cerquita del Sena, un lugar muy bonito. Mi amiga Severine, y María Eugenia, una maestra de francés que dio clases en la Alianza Francesa aquí en Xalapa, conocían a la señora Cristina, que era la dueña del lugar, y le hablaron de mí. Canté para la noche del 15 de septiembre; fue bien loco porque me despedí de Paris diciendo ¡Viva México! Estuve cinco meses y dos días del año 2008
Compañeros en el bien y el jazz/ ni los años nos podrán pesar…
Luego llegó Alain Debez, hablando de maestros, porque la verdad es que otro maestro tremendo para mí. Él me sentaba por las tardes a escuchar cantantes, y no sólo me ponía a Diane Schuur, o a Ella Fitzgerald, no, me ponía a las de acá. Él me presentó a Eugenia León, a mí no me gustaba El fandango aquí, y era la única rola que yo le conocía; cuando me enseñó Luz, y todas esas canciones, dije, “guauuuuuuu”. Me presentó a Betsy Pecanins, a Iraida Noriega, y empezó a crecer mi bagaje musical. Empezamos a trabajar Alain, el maestro Leo Corona, y yo; formamos el trío Nosotros los pobres, y tuvimos varias presentaciones; estuvimos varias veces en el Teatro Pedro Díaz, de Córdoba.
De vez en cuando tuvimos invitados; Jakub Dedina iba a tocar el trombón con nosotros. Nunca grabamos, pero fue maravilloso, después me llamaron a otros proyectos, y también Alain tenía otras cosas, y nos separamos
Con mi mágico sino,/ el jazz será mi destino…
Después apareció Paco Aragón, empezó a trabajar con Alain y me invitaron; así nació el Código Postal, y empezamos a trabajar. Fue muy rápido porque nos juntamos a finales de 2005 y muy poco tiempo después, en 2006, grabamos el primer disco, Privado-Público, y lo presentamos en el Museo de Culturas Populares, en Coyoacán. Con ese trío seguimos sonando.
Sí, volver es una forma de llegar…
Ya te conté el chispazo con Miguel Flores; lo mismo me sucedió con Javi Cabrera, cantando a capella con puros tambores. Formamos Messedades, un trío muy loco porque nos hablamos, nos amamos, es un espiritual ménage à trois allá arriba, lo es porque todos nos oímos. No ensayamos, no podemos; Javier tiene esto, Miguel tiene esto, y cuando nos juntamos, nos agarramos a platicar, y cuando llegamos al escenario, ¡PUM!, ¡PLAAAA!, es una cosa impresionante.
Me gusta porque retomo lo que hacía con Miguel al principio, y después con los Jugosos, eso me gusta, cantar música original. Retomamos las canciones de David Haro, retomamos las canciones de Othoniel Llanas, retomamos Disonancia, que es una canción del disco Cosa de dos; Rafa Campos y yo hicimos la letra de esa canción, y el maestro Leo Corona hizo la música y el arreglo. También estamos trabajando con temas de Miguel.
Cada nota, cada idea, / cada paso en mi carrera…
Desde que era niña, la soledad me daba la oportunidad de escribir, y he seguido haciéndolo. Últimamente he decidido recopilar todo lo que he escrito y las fotografías que he tomado, para hacer un libro que se llame Nosotros.
Son pensamientos, decretos, manifiestos, saldrá alguna décima espinela y alguna poesía en prosa. Es una especie de diario, prefiero decirlo ahí que en Facebook. Cuando leo lo que se escribe en Facebook digo, “por favor, no digas todo lo que se te ocurra. Eres esclavo de tus palabras, es mejor ser amo de un buen silencio.”
A veces decimos cosas porque tenemos boca, o porque tenemos dedos para escribir, pero creo que es necesario callar muchas cosas.
Alguna vez me dijo el maestro Manuel (un bailarín muy destacado, no recuerdo su apellido), y ahora lo comprendo:
-A nadie le digas todo…a nadie
Cuando el tiempo haya pasado y tengas alas/ en esas alas/ me encontrarás…
Estoy muy agradecida con Dios y con la vida por todo lo que he aprendido y todo lo que he vivido. Esta bendición del canto me ha llevado a lugares insospechados, y a conocer gente maravillosa; me siento plena. Cada cosa que ha llegado a mi vida, ha llegado con un propósito. Uno toma y uno decide, y uno es el resultado de sus decisiones; yo lo único que quiero es decidir bien, no dejar de sentir nunca…y nunca dejar de llorar.
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