En esta tercera parte de la conversación, Miguel Cruz narra la historia de JazzUV desde la fundación hasta la creación de la licenciatura.

JazzUV. Preludio

Cuando regresé a Xalapa, mi maestro Miguel González ya estaba aquí y me decía hay que hacer algo e hicimos un ensamble que se llamaba Xoc, ese proyecto lo formamos Pepe García, que ahora está en Holanda, Juan Martínez, Miguel González y yo, la Universidad Veracruzana no tenía ningún grupo de percusión y nuestra idea era meter el proyecto ahí. Manolo Zepeda estaba en Difusión Cultural y yo tenía cierta cercanía con él porque es de Chiapas y conoce al grupo Na’rimbo donde tocaba, fuimos a verlo y nos dijo ahorita no puedo abrirlo como una identidad de la Universidad, pero consiguió que me contrataran y empecé a dar talleres en Difusión Cultural, en Juárez.
En esa época Édgar empezaba a dar la materia de Orquesta de Cámara en la Facultad, pero en vez de orquesta de cámara clásica, hacía big band de jazz. En una plática con Aleph y conmigo, Édgar nos dijo no puedo hacer mucho en la Facultad, entonces dijimos pues hay que hacer algo. ¿Qué podemos hacer?, dijo, pues una escuela. Órale, dije, hagámosla, yo tengo ocho alumnos, ¿cuántos hay de trompeta que quieren jazz?, ¿cuántos hay de todos los instrumentos que quieren? Édgar intentó meter el proyecto a la Facultad, no lo aceptaron y andábamos bajones, entonces dije vamos a rentar un cuartito, yo doy clases un día, tú das clases otro día, y mi esposa decía échenle ganas.
Le dije a Édgar:
—Vamos a ver a Manolo
—Es que no lo conozco muy bien
—Yo sí lo conozco, déjame hablar con él
Le pedimos una cita, nos recibió y le dije:
—Mira, él es Édgar
—Claro que conozco a Édgar, cómo no, ¿que pasó?
Le platicamos el proyecto y me dijo;
—Mira, Miguel, sí podemos hacerlo pero no podemos entregar títulos, nosotros podemos hacer cursos y diplomados
—Pues vamos a hacer diplomados —dijo Édgar
—Pues órale, ¿cómo le hacemos? —dije yo
—Aquí no caben, aquí ensaya el Coro [de la Universidad Veracruzana], el Orbis [Tertius], si nos dieran otro edificio les quedaría formidable, pero ahorita no hay lana
Édgar conocía al dueño del Café-Tal, le platicó y le contestó mira, yo tengo un lugar que compré, ahí está, si quieres lo acondiciono y me lo rentas
Es una construcción antigua que está en la esquina de Allende y Leona Vicario, eran caballerizas, llegaba la gente que venía de los pueblos de Coatepec, ahí dejaban los caballos y se iban al centro. La fuimos a ver y nos gustó. La arregló y fuimos a ver a Manolo y nos dijo:
—Pues vamos a hacerlo, ¿cómo se va a llamar la escuela?
—Pues es una escuela de jazz de la Universidad, que se llame JazzUV —dijo Édgar.
Y se quedó ese nombre.

JazzUV. Primer movimiento

Édgar, por toda la experiencia que tiene y por ser una persona con mucha visión de las cosas y porque estaba dentro de la Universidad como maestro con plaza, conocía la parte administrativa y sabía por dónde irnos. Hicimos un buen equipo, Aleph [Castañeda] nos iba ayudando con ciertas cosas, pero a veces tenía que ir a tocar con Son de Madera. Empezamos a estructurar el diplomado, a ver cuáles iban a ser las materias y quién las iba a dar. Invitamos a Agustín Bernal, a Gabriel Puentes y a Rey David, ellos tres, Édgar y yo fuimos los primeros maestros, luego entraron a dar clases como becarios algunos alumnos de Édgar.
Empezamos en el 2008, Édgar iba al frente porque tenía todo súper pensado, pero éramos un súper equipo, ayudábamos todos, limpiábamos bancas, barríamos, hacíamos todo. Cuando llegó el momento de la inscripción, Édgar tenía que ir a hacer un concierto a Zacatecas y me dijo quédate. A la hora de las inscripciones llegaron diez, veinte, treinta, cincuenta, setenta, ochenta; le avisé a Édgar y me dijo ¡no puede ser!, ¡ciérralo ya!, no podemos atender a tantos. Así empezó JazzUV y empezaron a madurar muchas cosas.
Ese año, estaba Raúl Arias de rector y apoyó todo esto, le gustaba jazz, tenía confianza en Édgar y tenía confianza en que estábamos haciendo las cosas bien, aparte de que era un proyecto redituable, la Universidad aportaba algo pero nosotros también generábamos recursos, entonces no había problema con el dinero. Édgar le expuso el proyecto muy bien y conseguimos los contratos.
Édgar llevaba todo, yo no entendía nada de la cuestión de los dineros, del presupuesto, de nada de eso. Un día, Édgar me habló y me dijo:
—Oye tenemos esta lana extra, ¿qué hacemos?, nos la van a quitar
—Pues sí, hay que hacer algo grande
—Comprar instrumentos no, porque los metimos en tal rubro
—¿Entonces qué?
—Un festival
Yo tenía amistad con Osmany [Paredes], él tenía amistad con músicos que estaban en Estados Unidos porque estudió la maestría en North Texas, nos fuimos conectando y así hicimos el primer festival ese mismo 2008. Había instrumentos que se habían adquirido por parte del proyecto, pero aparte Aleph [Castañeda] prestaba su amplificador, Tavo [Gustavo Bureau] su batería, yo las congas, así fue. Vino Gabriel Hernández, con él venía Francisco Mela en la batería, y vinieron varios artistas más.
El primer festival duró tres o cuatro días y el enfoque era que se trataba de la conclusión del trabajo anual, el festival estaba sostenido por lo académico; independientemente de lo artístico, lo académico era lo importante y pudimos cumplir las necesidades de los alumnos, las necesidades del público, los requerimientos de lo burocrático.
JazzUV seguía creciendo, en el segundo diplomado ya había más gente y había distintos niveles, entonces dijimos hay que reducir los niveles y hacer cursos preparatorios. Empezamos a diseñarlos, ya había gente con mucha experiencia como Alonso Blanco, Renato Domínguez, Noila Carrazana y varios maestros más. Para planear el segundo festival, hablamos con Francisco Mela porque vivía en Nueva York y estaba tocando con muchos músicos importantes, le agradó el proyecto, se ofreció a apoyarnos y logramos invitar a una gran cantidad de artistas importantes. El festival creció más, entonces necesitábamos más espacios. Como el primero fue un éxito, todo mundo que tenía bares, cafés, etcétera, quería tener una jam en su lugar y también pensábamos que JazzUV no tenía que estar en un solo lugar sino que hubiera movimiento en toda la ciudad, que esa semana se volcara el jazz para el público en general, entonces tuvimos jam en La Tasca, en el Tierra Luna y en otros lugares.
Esa fue una etapa muy bonita, fui aprendiendo toda la parte académica, administrativa y burocrática que tienen los sistemas. El proyecto iba creciendo, los festivales iban súper para arriba, teníamos todo el apoyo y cuando nos dimos cuenta, ya toda la Universidad estaba volcada totalmente en JazzUV.

JazzUV. Segundo movimiento

Llegó el momento en el que ya no cabíamos en ese lugar y empezamos a caminar por el centro para ver dónde conseguíamos otro lugar, vimos una casa que está en Allende, entre Barragán y Sebastián Camacho, vimos los cuartos, preguntamos cuánto costaba la renta, vimos que podíamos pagarla y dijimos aquí. Nos mudamos y empezó una nueva etapa de la escuela. Vino el tercer festival, ya no teníamos el patio donde se daban las masterclass en la primera escuela.
Luego hubo cambios administrativos, Manolo ya no pudo estar en Difusión Cultural y le ofrecieron a Édgar el puesto, entonces me dijo:
—Te vas a tener que quedar tú al frente porque a mí me necesitan allá
—Pues órale, vamos a hacerlo
Fui el primer coordinador formal de JazzUV. El festival seguía creciendo, seguían madurándose muchas cosas y cuando entré de director, había la petición académica de la licenciatura, entonces fuimos estructurando todo. Estando en Difusión, Édgar ya tenía la posibilidad de apoyar más a JazzUV.
Se formó un equipo muy bueno, había mucha gente: Emiliano Coronel, su hermano Vladimir, Alejandro Bustos —que todavía sigue por ahí— y muchos más. Empezamos a trabajar con Hiram, que era nuestro coordinador del Área Académica, y se empezó a estructurar la licenciatura con el modelo educativo por créditos, en ese momento podía ser la única escuela de jazz a nivel Latinoamérica que podría tener este sistema de materias por créditos, si la carrera era de cuatro años, podrías hacerla en dos y medio o tres.
Fue una experiencia muy buena y fue muy bonito todo lo que se realizó en ese momento, el festival, todo el trabajo que hacíamos durante al año de clases. Empezaron a requerir los grupos artísticos de JazzUV en muchos lados. Los festivales eran la etapa final del año y la idea era que debía haber un vínculo, que los maestros acompañaran a los músicos que venían y que los alumnos presentaran sus ensambles.

JazzUV. Tercer movimiento

Con la licenciatura, se incrementaron las materias y ya no daban los horarios para repartir los cursos en los salones. Édgar seguía en Difusión y le dije:
—Oye, ya no cabemos
—Pues hay que conseguir otro lugar
Le dije a los maestros oigan, si ven algo por ahí. Encontramos una casa desocupada en Úrsulo Galván, me puse en contacto con el dueño, fui a verla, vi que tenía un patio parecido al del primer espacio que tuvimos y dije aquí es. Empezamos a negociar y se rentó, me tocó desalojar la de Allende y luego me fui.
Estuve dirigiendo la escuela tres años, aprendí mucho, conocí muchos músicos, tuve la fortuna de invitar a gente que de otra manera no hubiera podido conocer porque no podía pagar un boleto para ir a verlos a Nueva York, y acá los tuve cerca y toqué con algunos, eso fue muy agradable para mí y también para los alumnos y para el público. Fue una etapa muy bonita pero llegó un momento en que sentí que ya no era nuestro proyecto sino que ya era una estructura de la Universidad, por esa y por otras razones dije ya sigue otra etapa, renuncié y me fui al DF porque mi única motivación era tocar tambor batá.

 

(CONTINÚA)

PRIMERA PARTE: ¿Dónde te agarró el tambor?
SEGUNDA PARTE: Conciertos y desconciertos
CUARTA PARTE: Confieso que he percutido


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