Cuando se presentó Mariana Carrizo en San Juditas Playhouse, la sala de ensayos y conciertos exclusivos de La Manta, hoy alojada en el Centro Cultural Xipano, primero cantó unas piezas sola y después la acompañaron Eloy Zúñiga en la guitarra, Ramiro González en la flauta transversa y Manuel López Rocha en el bombo. Para el encore llamó solamente a Ramiro, quien le acompañó con el sax tenor una pieza bellísima (Esta noche va a a llover agua que manda la luna). Al final, Ramiro me comentó que no solo ignoraba qué iba a acompañar, sino que ni siquiera conocía la tonalidad de la pieza, su participación fue totalmente improvisada. Al día siguiente vi a Mariana y le pregunté cómo había sucedido ese milagro:
«A mí me parece que la libertad y las cosas vivas son mejores, todo lo que está vivo tiene sorpresa, solo la naturaleza muerta está ahí para estarse quieta, inamovible, en cambio, uno que está vivo puede equivocarse, que es lo más lindo (risas). Yo nomás le dije a Ramiro:
«—Hagamos algo juntos
«—Bueno
«—Entonces te voy a llamar
«—Bueno
Y ahí nos fuimos por un camino que no conocíamos y nos encontramos por ahí un paraíso de la copla, son encuentros que a mí me encantan. Siempre estoy haciendo cosas con gente del jazz y eso también me gusta mucho, he hecho intervenciones chiquitas, por supuesto, no cantar cosas de las clásicas del jazz, pero siempre he hecho cosas así con gente que hace jazz».
Después le pregunté si había hecho algo más que cantar desde aquel primer festival en el que participó cuando estaba en la primaria: «Siempre me dediqué a cantar, trabajé en otras cosas porque fueron tiempos difíciles para solamente cantar, pero no porque haya decidido otra cosa». La respuesta me remitió a sus Coplas de la Tierra:
No siempre el pájaro tiene
viento a favor cuando vuela,
pero sabe a dónde va
por eso el pájaro llega.
En esta parte final de la conversación, la coplera argentina ahonda sobre el canto tradicional de su tierra y su trabajo dentro de él. Habla también de la caja chayera —el instrumento de percusión andino con el que se acompaña—, de su reciente viaje a México y enfatiza algo que había declarado la noche anterior, desde que vino por primera vez se convirtió en adicta a las tortillas.
Las coplas que yo les canto…
Las coplas que yo les canto
son escritas por el tiempo,
me las enseñó la vida,
las iba cantando el viento.
(Coplas de la tierra.
Mariana Carrizo)
El canto de la copla es como reírse o llorar; es una creación que está escondida, no es que yo hago una copla y digo esta es la nueva copla que hice, no, la hago, la canto, pero la característica principal e inquebrantable que tiene la copla, es que si vos la cantás y el pueblo no te la toma, es como que no llegó a nacer, no llegó a ser. Puede tener la forma y la rima perfectas, y un mensajito, capaz que esté todo bien, pero si el pueblo no se la quedó, no llegó hacia él. Es difícil pero es así, uno echa las coplas que hace a las aguas del río popular y se mantiene calladito, a ver cuál se salva, es como la vida, así nomás.
En los carnavales se hacen las ruedas donde hombres y mujeres cantan las coplas tradicionales, a su vez también hay coplas que uno hace durante el año para cantar en el carnaval, y cuando se acaban las coplas tradicionales y las que cada uno preparó para cantar en ese encuentro, se empiezan a repetir, pero hay un momento en el que ya aburren, entonces se canta una copla que dice:
Se acabaron las coplas,
mandaremos a traer,
en mi casa tengo un árbol,
que de coplas va a caer
Es una copla que sarcástica que insinúa que no hay más coplas y hay que hacerlas, entonces tenés que sacar coplas que no hayas cantado o improvisarlas, ése es el código. La copla no es netamente un canto improvisado, aunque los contrapuntos, las controversias, se hacen según una temática, por ejemplo, si el tema es el caballo, todos tienen que cantarle al caballo y hay momentos en los que alguien termina la copla en tal palabra y el otro toma esa palabra para hacer su copla, y así nos pasamos días y noches cantando.
Me encanta la alegría, celebrar, reírse de uno mismo, reírnos de las cosas que hacemos, esas coplas me encantan. Luego está la copla de pensamiento y la copla contestataria, todo eso me ha tocado.
Néctar del corazón
Cantorcita soy, señores,
de mis cerros, una flor,
miel tengo en mis entrañas
y néctar en mi corazón
(Cantorcita soy, señores.
Mariana Carrizo)
Con la caja no hay una estructura rígida como la de algunas canciones temáticas que tienen algún motivo, capaz que a veces hay alguna célula rítmica por ahí, pero es todo libre, la percusión de la caja es más bien una continuación de la musicalidad del canto, pero sale de la emoción, es libre.
La copla del norte argentino es del campo y es un canto marginado, yo lo he llevado a un lugar donde no había tenido otro espacio anteriormente desde un coplero verdadero, lo he llevado a los escenarios, a lugares en los que no era normal escucharlo, pero eso se dio de forma espontánea, no es que yo lo quise hacer, yo fui haciendo mi camino al andar y la gente fue llamándome a lugares, dentro y fuera de Argentina, para que fuera a cantar.
Siempre he hecho un trabajo de indagación, de curiosidad, de investigar un poco más por dónde anda la copla, y de conocer las músicas de raíz de los pueblos, entonces he llegado a diferentes lugares del mundo. Llevo como 13 giras por Europa: España, Portugal, Francia, pero mucho por España, es muy hermosa. También he estado en casi todos los países de Latinoamérica, nada más me falta Guatemala.
México es un lugar muy fuerte culturalmente y los que no somos de aquí siempre estamos admirando y admirando, porque es muy bonito conocer toda la cultura de México, tiene tanto, Eloy [Fernando Zúñiga] me dijo que hay más de 68 lenguas vivas acá y eso es muy rico.
Libre y dueña
Soy salteña libre y dueña,
libre y dueña.
(Mariana Carrizo)
Me gusta mucho hacer encuentros de culturas y los chicos de La Manta también son un poco así, ellos fueron hace tres años, me parece, para Argentina y nos conocimos allí, y gracias a eso estoy aquí, porque yo vine para cantar en Ixmiquilpan y me invitaron a venir a Xalapa.
La primera vez que vine a México fue porque me invitó un chico que se llama Eddy Rodríguez Escamilla, es ingeniero, historiador, escritor y hace algunos años, creo que en el 2012, hizo un festival internacional de culturas indígenas al que vine a presentar un documental que hice sobre el canto y las copleras de mi región. Presenté el documental y también hice un concierto en ese festival, a la gente le encantó mi presentación y quedamos en contacto. Ahora iba a presentar su libro y me dijo mira, si podés, yo quiero que vengas, y dije bueno, me voy un ratito a México, hace rato que no venía. Él consiguió los medios para que yo pudiese venir y presentamos su libro, fue como una fiesta, como un festival chiquito porque había música, exposición de artesanos, exposición de comida indígena, y no sé qué más.
El viaje a Ixmiquilpan fue imprevisto, yo allá me había tomado unos días, entonces dije bueno, me voy a México y allá me tomo unas mini vacaciones, pero ya que llegué, aparecieron los amigos, los conocidos y me dijeron si tenés tiempo, por favor vení a cantar acá, y vení a cantar al otro lado, y me pasé los días cantando y lo que menos hice fue descansar, pero, bueno, lo pasé lindo y comí tortillas en grandes cantidades (risas).
Y ya me voy con mi canto
y aunque me voy, no me alejo,
me voy pero no los dejo
y estaré en un camposanto.
(Coplas de la tierra.
Mariana Carrizo)
PRIMERA PARTE: Cóndor en vuelo infinito
SEGUNDA PARTE: La coplera brava
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