El ciclista y la terlenka

Lacho había ido creciendo en aquella zona húmeda boscosa de calor tropical, clima que permite un crecimiento espectacular de la vegetación, en donde la humedad y la temperatura suelen ser altas. Crecía espigado Lacho, los ángulos corporales de la infancia iban denotando ya la entrada a la adolescencia. Sus fantasías infantiles evolucionaban hacia la transformación de su mundo interior y empezaba a tener el deseo de independencia en la vida. Sentía impulsos de realizar cosas que nunca antes había hecho, se iba descubriendo o intentaba descubrirse a sí mismo, una fuerza interna le provocaba deseos que le iban acentuando la atracción sexual. El galope de sus emociones, le provocaba cierta ansiedad, en ocasiones miedo, tristeza o deseo.

Crecía Lacho, su caminar se estaba transformando en un andar expresivo, diferente a los demás adolescentes.

En los años sesenta, la moda llegó a su pueblo, los jóvenes se mostraban a la vanguardia, vistiendo pantalones de variados,  vivos e intensos colores de tela de terlenka; fibra sintética que tenía un halo de gran modernidad. La versatilidad de esta tela atraía a las nuevas generaciones y en los comercios se expendían indumentarias y vestidos de terlenka, la tela de la moda que era lavable, no se arrugaba ni se planchaba. La súper moda  y atractivo principal lo fueron los pantalones. Los diseñadores enfatizaban el carácter práctico de la tela que permitía movilidad, libertad de movimientos sin tener que lidiar con arrugas en el tejido. Así los comerciales y los anuncios mostraban en sus imágenes a una chica con traje de terlenka caminando por la luna y las amplias campanas destacaban en los pantalones.

Lacho deseaba un pantalón de esos, color amarillo, le había llamado la atención, acampanado como lo establecía la moda. Insistió a su madre le comprara una de las prendas, con esfuerzo económico y con dudas la madre, así los hizo.

En el intenso calor de la zona, el medio de transporte para quienes podían adquirir una, era la bicicleta, y era dado en aquellos lares que se colocara una tablilla en la parte de atrás para transportar a otra persona, o se instalaban unos fierrecillos llamados estribos o pernos pisantes, que se colocan en el eje trasero de las bicicletas, en donde el transportando puede viajar parado detenido de los hombros del ciclista.

Lacho sentía especial atracción por uno de estos jóvenes que repartía por el poblado algunos productos de los mandados y gustaba de acompañarle, erguido, sonriente, detenido de los hombros del joven, unos años mayor que él, surcaban con velocidad las calles calzadas con piedra de río. De cuando en cuando la vibración de la bicicleta provocada por la aspereza del suelo, hacía que Lacho estuviera a punto de perder el equilibrio.

En un apacible atardecer caliente, ciclista y pasajero, circulaban a gran velocidad por las calles, Lacho ataviado con su pantalón de tela de terlenka, de color  amarillo, de amplias campanas, abrazaba entusiasmado al conductor, cada vez más fuerte, alcanzando su rostro con el de él. El olor del sudor del ciclista, provocaba en Lacho un sentimiento de exaltación que no podía describirse, pero que provocaba le apretara con mayor fuerza el torso.

En una pendiente, de una de las calles más prolongadas, Lacho se movía juguetonamente de un lado hacia otro, por lo que el ciclista tenía que sostener con mayor fuerza el manubrio. La bicicleta tomó mayor velocidad, y ante los insistentes contoneos de Lacho, la delicada tela acampanada, se atoró con los engranes del piñón en la que se engarza la cadena en la rueda trasera, empezando a enredarse en este, lo que provocó tirones fuertes hacia el resto de la prenda, que la fue desgarrando. Lacho empezó a gritar, ante el desconcierto del conductor que no entendía que sucedía. Ante los movimientos bruscos de Lacho, la tela se enredaba más  entre el engrane y la cadena, ahora de lado y lado del pantalón, lo que fue provocando movimientos bamboleantes de la bicicleta, lo cual fue dificultando al conductor mantener la estabilidad, el pantalón se fue despedazando ante la mirada incrédula de algunas gentes que transitaban por la calle. Los gritos desesperados de Lacho, asustaban al ciclista. Una mujer que acudía ese atardecer a dar unas pláticas de catecismo, con rosario en la mano, quedosé sorprendida ante la desnudez erguida en la que quedaba Lacho y los tirones de tela de amarillo intenso dispersos por la vía. No pudo mas el ciclista, intentando voltear a ver que sucedía, alcanzó a observar las desnudas piernas morenas y el abultado paquete sexual de su acompañante. En este descuido el ciclista perdió el equilibrio, cayó a lo que la hacía de cuneta de tierra, una canaleta para que escurrieran las aguas en tiempo de lluvia y no pudiendo más controlarla se metió con toda y bicicleta a un cafetal, en donde ya no pudo mantener el equilibrio, precipitándose entre las matas de café, cayendo bicicleta y pasajeros entre las hojas secas y húmedas. Allí, rodeados de plantas de café, de matas de plátano y algunos árboles de naranja, Lacho sintió el fuerte deseo y el impulso de abrazar a Tobías y de besarlo. Así lo hizo, teniendo como mudo testigo la exuberante vegetación, el canto del papán, y la humedad caliente del atardecer del trópico.

Tobías después del encuentro del amor, se dirigió en la bicicleta sólo a la casa de Lacho, a solicitarle a la madre de éste un pantalón. La madre angustiada preguntaba con cierta desesperación: ¿pero qué le pasó? ¿Qué sucedió? Es que andaba en bicicleta y la bicicleta le descoció todo el pantalón.

Sintácticas

De Jevs:

La defensa de los Derechos Humanos, es la defensa del humano derecho.

La diversidad sexual en que le hombre ha estado inmerso, proviene desde su origen mismo.

La pasión y el amor, son la fuerza creadora de la existencia.

Tu cuerpo y toda tú, son la esencia de mi pasión.

Vives pero no existes, o existes pero no vives.

La vida terrenal es parte del proceso de la transformación de la materia y el espíritu, y lo que eres serás.

Juan Gabriel en el Bellas Artes: El Noa Noa