La discusión y aprobación de las reformas legislativas que forman parte del llamado Plan C del presidente López Obrador –en específico, la reforma al Poder Judicial-, marcará el rumbo de la Presidencia de Claudia Sheinbaum.

En las próximas semanas, seremos testigos de la disyuntiva entre la autonomía personal y política de la primera presidenta de México o el surgimiento de un nuevo Maximato. López Obrador está listo para reclamar el rédito de su herencia.

El resultado electoral del 2 de junio, no sólo allanó el camino hacia una nueva dictadura blanda, con López Obrador como la figura central, sino que dio un nuevo aliento al polémico paquete de reformas legislativas que considera, entre otras cosas, el asalto al Poder Judicial y la desaparición de organismos autónomos, con el propósito de eliminar todos los contrapesos al poder ejecutivo.

Claudia Sheinbaum intento atajar sin éxito las intenciones de Morena de darle vida al Frankenstein legislativo que convulsionó los mercados y desplomó al peso, en su peor caída en los últimos cuatro años.

Propuso abrir el diálogo y evaluar la propuesta. Pero antes de eso, tienen que explicarse bien las reformas, que las conozcan los ciudadanos y que discuta a través de un parlamento abierto.

Pero el Presidente dijo no. En un franco desafío a su sucesora, a los mercados financieros y lo que él llama la clase media, López Obrador instruyó que las reformas se aprueben “fast-track” en el mes de septiembre, en lo que será su último mes como Presidente de México.

El desmantelamiento del Poder Judicial sería su regalo de despedida. Su venganza estaría consumada, justificando que “es más importante la justicia que los mercados”.

¿Qué propone fundamentalmente el Plan C? Que jueces, ministros y magistrados sean electos por voto popular, con lo que se repetirá la ilegal intervención del gobierno. Se busca también reducir el número de Ministros de la Corte, así como su periodo en funciones, con lo que se relevaría a los actuales integrantes de la SCJN.

Hacerlo implica un cambio en la Constitución, por lo que se requiere de una mayoría calificada en el Congreso, tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores, que hoy no tienen.

En una suerte de madruguete, la SEGOB ha hecho un cálculo de asignación de diputados y senadores por la vía plurinominal, violando el principio de no sobre representación.

En la Cámara de Senadores, de acuerdo a los cálculos al día de hoy, dos escaños le impedirán a AMLO alcanzar su ansiada mayoría calificada para lograr su plan C; sin embargo, conociendo su terquedad, en el corto periodo que le resta, intentará todos los planes que le permitan el abecedario político, hasta llegar al plan Z, incluso si esto implica coacción o amenaza de legisladores.

Pero más allá de las triquiñuelas con que busca agenciarse posiciones legislativas que no lograron con votos, lo cierto es que el Presidente ha dado muestras de que piensa seguir imponiendo después de su periodo constitucional.

Si Claudia Sheinbaum pensó que el Presidente hablaba en serio cuando le ofreció respeto y autonomía, que al final de su gobierno no buscará influir en sus decisiones y que sólo entrará en comunicación si ella lo busca, se equivocó. López Obrador ya demostró que no necesita hablar con ella para transmitir sus órdenes.

La turbulencia política y financiera llegará antes de lo esperado.

La puntita

Tenemos el gobierno que elegimos, no el que merecemos: Lorenzo Córdova.