A Martín Aguilar le gusta que sus colaboradores grillos, que sólo piensan en estar
prendidos de la ubre, le construyan sueños guajiros, como la de ser rector por otros
cuatro años más. Pero con la nueva propuesta de Ley Orgánica, lo único que va lograr es
poner a la UV en el centro del campo de batalla electoral. Claro que mantenerse otros
cuatro años es una zanahoria grande porque le brinda beneficios económicos a él y a sus
muy cercanos, aunque haya mostrado incapacidad para conducir a la universidad más
importante de Veracruz. Piensa que su alianza con Cuitláhuac García le va a alcanzar para
que los diputados locales le amplíen su mandato, pero no se ha puesto a pensar que sus
detractores, los que no están de acuerdo en que la autoridad construya leyes a modo, una
práctica frecuente en el sexenio de la 4T, van a usar todos los recursos legales para
impugnarlo. Y aunque el camino es largo hasta la Suprema Corte de Justicia, seguramente
tendrá el mismo derrotero que las leyes Bonilla, Zaldívar y Nahle. Ya hay articulistas
conocidos que están esperando la sustancia noticiosa para llevarla a los medios nacionales
y las redes sociales. La ambición desmedida de Aguilar y su uso de argucias sucias para
lograr lo que se propone, como fue el caso de su tramposa llegada a la rectoría con apoyos
oscuros y negociaciones de impunidad, lo pondrán en el escenario nacional de las noticias.
Quizás piense también que un gobernador recién llegado, me refiero a Pepe Yunes, va a
ver bien la imposición de Cuitláhuac en la rectoría. No se auguran tiempos tranquilos en la
Loma de Rectoría, ni noches serenas para Martín Aguilar.