En México, al igual que en la mayor parte del planeta, quienes toman las decisiones fundamentales en el terreno económico y político de la sociedad son aquellas personas que han acaparado los medios que son necesarios para la producción de bienes y servicios; aquellas que concentran las riquezas que producen los trabajadores de fabricas y en el campo con sus manos. Aquellos que concentran los medios de producción ponen a los gobiernos que les permiten mantener el statu quo de la sociedad capitalista e incrementar cada vez más sus riquezas. Son ellos también los que controlan los medios a través de los cuales se difunden las ideas para toda la población. Es decir, quien tiene el poder económico, por esa condición, también tiene en sus manos el poder político y el poder ideológico.
El informe que presentó la Oxfam Internacional sobre la desigualdad en el mundo “Desigualdad S.A”, informe que lleva como subtítulo “Una enorme concentración del poder empresarial y monopolístico está exacerbando la desigualdad en la economía mundial”, confirma este planteamiento, hecho que la inmensa mayoría de la población no alcanza a ver y, por tanto, se confunde a la hora de interpretar los acontecimientos económicos, políticos y sociales: no comprende cabalmente la relación que existe entre el Estado, el gobierno y las diversas clases sociales y sectores de la población que conforman la sociedad capitalista en la que vivimos.
En mi anterior colaboración también hice mención del Foro de Davos, Suiza, en el que se reunieron lideres empresariales, políticos, académicos e intelectuales para analizar los problemas más apremiantes que enfrenta el mundo, “quienes abogan por un mundo globalizado gobernado por una coalición de corporaciones multinacionales, por multimillonarios, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil seleccionadas en lugar de las estructuras democráticas clásicas, sin la participación de las clases trabajadoras”. El lema del Foro en este año fue “Reconstruir la confianza”.
El informe de Oxfam señala que la riqueza conjunta de los cinco milmillonarios mas ricos del mundo se duplicó con creces en los últimos tres años, mientras que la riqueza acumulada del 60% de la humanidad se ha reducido y también “que existe el peligro real de que estos extremos tan alarmantes se estén convirtiendo en la nueva normalidad: que el poder empresarial y monopolístico es una maquina implacable de generación de desigualdad”.
Oxfam recuerda también que “a base de exprimir a sus trabajadores, evadir y eludir impuestos, privatizar los servicios públicos y alimentar el colapso climático, las empresas están impulsando la desigualdad y generando una riqueza cada vez mayor para sus ya ricos propietarios”. Recuerda que el 1% más rico de la población mundial posee el 59% de los activos financieros globales y controlan las finanzas del mundo. El informe también agrega que las grandes empresas tecnológicas, conocidas como Big Tech dominan el mercado: tres cuartas partes del gasto mundial en publicidad online se destinan a las empresas Meta, Alphabet y Amazon, y más del 90% de las búsquedas en Internet se realizan a través de Google. “Que los grandes monopolios se han coordinado entre si para subir los precios y aumentar así sus márgenes de ganancia, hecho que se refleja en los enormes incrementos de los precios en los sectores de la energía, la alimentación y el farmacéutico”.
El informe de Oxfam dice que “esta brecha cada ves mayor entre los ricos y el resto de la población no es accidental ni inevitable, que los gobiernos de todo el mundo están tomando decisiones políticas deliberadas que permiten y alientan esta concentración distorsionada de la riqueza, mientras cientos de millones de personas viven en la pobreza. Que una economía más justa es posible… Lo que se necesita son políticas concertadas que ofrezcan impuestos más justos y apoyo para todos, no solo para los privilegiados”.
Oxfam Internacional pone de manifiesto claramente, el hecho de que los gobiernos de la mayor parte de los países del mundo están al servicio de los ricos, del gran capital y que, para mantener esta situación de privilegio, han concentrado en sus manos los poderosos corporativos de la comunicación a través de los cuales difunden su ideología de clase dominante.
En nuestro país se replica este mismo fenómeno:
La Oxfam México publicó un informe el 23 de enero de 2024 en el que señala que la fortuna total de los 14 ultrarricos mexicanos, aquellos con más de mil millones de dólares de riqueza, aumentó hasta casi duplicarse desde el inicio de la pandemia: en particular, Carlos Slim es hoy el hombre más rico de la región, con una fortuna mayor que los otros 13 ultrarricos mexicanos juntos y concentra tanta riqueza como la mitad más pobre de la población mexicana, alrededor de 63.8 millones de personas.
La fortuna conjunta de Carlos Slim y Germán Larrea creció en 70% durante los últimos cuatro años, hasta representar casi seis de cada cien pesos de la riqueza privada en el país, cifra equivalente a la riqueza de la mitad de la población más pobre de América Latina y el Caribe, unos 334 millones de personas.
El informe señala que “esta excesiva concentración del poder económico guarda una estrecha relación con el poder político: los ultrarricos en México lo son, no solo, por décadas de gobiernos que han renunciado a regular su acumulación de capital e influencia, sino que también les otorgan ventajas fiscales, legales y administrativas: Once de los catorce ultrarricos mexicanos se han beneficiado y se siguen beneficiando de múltiples privatizaciones, concesiones y permisos que les ha otorgado el gobierno mexicano en las últimas décadas, lo que ha representado la transferencia masiva de riqueza de lo público a lo privado, en manos de un pequeño grupo de personas”.
Las 14 personas con fortunas de más de mil millones de dólares, a quienes llamamos “ultrarricos”, concentran 8.48 pesos de cada 100 pesos del total de la riqueza en México: Slim acapara 4.48 pesos de los 100, Germán Larrea 1.34 pesos, Ricardo Salinas Pliego 0.81, Alejandro Bailléres 0.38, María Asunción Aramburuzabala 0.29, Antonio del Valle Ruiz 0.18, Rufino Vigil 0.15, Carlos Hank Rhon 0.15, Juan Domingo Beckmann 0.15, Fernando Chico Pardo 0.13, Karen Virginia Beckmann 0.10, Roberto Hernández Ramírez 0.08, David Peñalosa Alanís 0.07 y Alfredo Harp Helú 0.07.
Mientras que las 293 mil 980 personas en México con fortunas arriba de un millón de dólares, a quienes denominamos “ricos” y que incluye a los ultrarricos, concentran casi 60 de esos 100 pesos.
El incremento del poder económico de las grandes empresas les permite influir en las reglas del juego de su relación con el Estado mexicano, por lo que Oxfam México propone “que es momento de romper la relación de conveniencia entre el poder económico y el poder político en México: el Estado mexicano debe regular los monopolios, poner impuestos a las grandes corporaciones y fortunas personales…”.
El actual Estado mexicano y su gobierno es un aparato al servicio del poder económico como implícitamente queda dicho en el informe de la propia Oxfam México, por lo que, será imposible que haga cambios sustanciales en cuanto a la desigualdad económica. Quienes sí puede hacer algo para frenar la desigualdad en el país y en el mundo son las clases trabajadoras, dotadas de una teoría y un programa de lucha con carácter científico y que sean encabezadas por un partido de nuevo tipo que sí busque un cambio radical en las relaciones sociales de producción capitalistas, que permita una mejor distribución de la riqueza social y evita tan excesiva concentración de la misma en pocas manos.
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