La presencia de cisternas y tinacos en México es muy común, pues es una forma de asegurarse un suministro de agua potable en todo momento, sin depender de una red que no es la mejor o que es inexistente.

Antes de colocar uno de estos elementos hay que averiguar cuál es el material más apto, qué tamaño escoger y saber que tienen un mantenimiento, entre el que está el lavado de cisternas y tinacos cada cierto tiempo.

¿Qué materiales podemos encontrar en el mercado?

Estos depósitos de agua se fabrican en diversos materiales, cada uno de los cuales tienen sus ventajas e inconvenientes.

Podemos comenzar hablando de las cisternas de asbesto, que son muy duraderas y resistentes a la corrosión. Eso sí, hay ciertas controversias sobre la seguridad de este compuesto y de hecho en Europa lleva casi dos décadas prohibido.

Un material similar, aunque sin problemas para la salud, es el cemento. Un tinaco de cemento es muy robusto y dura mucho, pero a cambio tienden a presentar filtraciones con el paso del tiempo (se pueden revestir o tratar para que eso no ocurra).

También tenemos los depósitos de polietileno, que son los favoritos ahora mismo. No pesan apenas nada, no se corroen y se colocan de una manera muy sencilla.

Se pueden dañar con la exposición al sol, así que una de las mejores formas de instalarlos es bajo el suelo.

¿Cuáles son las mejores cisternas y tinacos para almacenar agua potable en México?
Lo cierto es que no hay una cisterna o tinaco que sea mejor que otra, puesto que todo depende de las circunstancias de cada uno.

Siempre hay que optar por materiales que duren y se limpien bien, de manera que quizá el polietileno es el mejor en este aspecto.

¿Cuál es el tamaño ideal?

Va en función de las necesidades de los hogares, pero se sugiere que una cisterna para una familia promedio almacene alrededor de 5000 litros de agua. Esta cifra baja en los tinacos, los cuales deberían guardar unos 1000 litros.

Guía rápida para el lavado

La limpieza no es compleja y siempre sigue los mismos puntos, empezando por vaciar la cisterna o el tinaco por completo antes de proceder con su limpieza.

Después se lleva a cabo la limpieza física, retirando cualquier sólido que nos encontremos, como restos vegetales, arena, pequeñas piedras, sarro formado por el agua, etc.

Cuando está todo limpio se desinfecta. El cloro es lo mejor en estos depósitos en los que hay agua, pues hay uno apto para la desinfección del agua de bebida.

Con el tinaco o el depósito vacío y limpio hay que ver si existen fugas, reparándolas en ese momento siempre que sea posible. Es la mejor situación para las reparaciones, pues se puede hacer con toda tranquilidad sabiendo que el agua no se va a salir.

El proceso finaliza llenando el tinaco o la cisterna. Lo mejor es vaciarla de nuevo, en especial si se han usado productos de limpieza diferentes al cloro de uso alimentario. Hecho esto, se vuelve a llenar y ya se puede consumir agua de nuevo.

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