El deseo de un mejor año es en general para todos. Queremos que el nuevo año traiga consigo alegrías y momentos agradables en la vida de cada veracruzano, de cada mexicano y de cada habitante de este mundo. Pero ese deseo se achica cuando pensamos en qué orden de importancia debe ir: los familiares más cercanos; los que le siguen; los que les dicen políticos y así se va haciendo más largo el deseo hasta que nos perdemos en el infinito. Finalmente para los que no conviven con nosotros con pedir a Dios que les vaya bien es suficiente, Dios es tan universal que habrá de comprendernos.

Habrá seres humanos, millones, que no tienen necesidad de que nadie tenga buenos deseos para ellos porque ya están bien, son felices, viven en la abundancia, gozan de mucha salud, sus gobiernos son eficientes y la seguridad de sus personas y sus bienes esta garantizada, bueno pues para ellos pedimos que les siga yendo bien y asunto arreglado, pero a nosotros, a los mexicanos que tan mal nos va, si vale la pena pedir al eterno que nos ayude especialmente en este año 2024 tan decisivo para nuestras vidas pues se trata de un periodo anual en el que se cambiará gobierno en nueve estados, representantes populares en el Senado de la República, en el Congreso Federal y en los congresos Locales, cuyos relevos serán definitivos para recomponernos o para seguir cayendo en este profundo vacío de ingobernabilidad que nos lleva a la desgracia.

La felicidad de este nuevo año la podemos conseguir entre todos, con la participación de todos, no solo por obra y gracia de Dios. Tenemos que estar pendientes de los sucesos que van produciéndose en nuestro entorno, que tengan que ver con la vida política, para en su momento, cuando nos toque votar, hacerlo en conciencia, convencidos de que a quien vamos a apoyar para que gobierne o nos represente en los congresos sea un veracruzano de confianza, de probado compromiso social, que anteponga nuestros intereses o a los del grupo que pertenece o lo apoya. Ojalá lo logremos, ser felices no es compromiso de quienes nos rodean, no, de nosotros.