El papa Francisco pidió hoy no olvidar la verdadera esencia de la Navidad, “distraídos por el consumismo que corroe su sentido, abrumados por una marea de distracciones y publicidad”, durante la audiencia general celebrada en el aula Pablo VI.

El pontífice argentino recordó que se cumplen 800 años desde que San Francisco realizó en Greccio, en el centro de Italia, el primer belén viviente, que fue el origen de la tradición del nacimiento y que nació como “escuela de sobriedad”.

Y esto tiene mucho que decirnos también a nosotros. Hoy, en efecto, el riesgo de perder lo que cuenta en la vida es grande y paradójicamente aumenta precisamente en Navidad: inmersos en un consumismo que corroe su sentido, abrumados por una marea de distracciones y publicidad, corremos el riesgo de descuidar lo esencial”, dijo.

El papa Francisco afirmó que “el belén nace para reconducirnos a lo que realmente es importante: a Dios, que viene a habitar entre nosotros, pero también a las otras relaciones esenciales, como la familia”.

Y aconsejó “pararse frente al pesebre para reordenar la vida volviendo a lo esencial. Es como entrar en un oasis para alejarse del ajetreo cotidiano, para encontrar la paz en la oración y el silencio, en una ternura no contaminada”.

También lo aconsejó a los jóvenes, “que corren el riesgo de una indigestión de imágenes virtuales y violentas: en el belén pueden redescubrir la genuinidad y la creatividad. ¡Qué hermoso es que permanezcan allí juntos con sus abuelos, haciéndose bien unos a otros!”.

“Por eso, les propongo que —en familia, en comunidad— contemplemos el pesebre, que nos ayuda a centrarnos en lo más importante de nuestra vida: la relación con Dios, con los demás y con la creación; y que cultivemos en nuestros ambientes un clima de armonía, de gozo y de paz”, reiteró el papa durante los saludos en español a los fieles.

López Dóriga

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