Las escalinatas de la Parroquia de Nuestra Señora de La Asunción en Lagos de Moreno, Jalisco se cubrieron con cientos de velas. En un país marcado por la violencia, el pasado viernes ciudadanos se concentraron para pedir por la paz y por la aparición con vida de Dante Cedillo, Diego Lara, Jaime Martínez, Roberto Olmeda y Uriel Galván , los jóvenes que desaparecieron el pasado 12 de agosto.

Amigos desde la infancia, los cinco jóvenes son víctimas de la violencia que invade México y que se refleja en los más de 153,000 homicidios dolosos de jóvenes entre los 15 y 29 años que enlutan al país.

Este no fue un hecho aislado. Episodios de violencia contra los jóvenes sobran en estos años: Villas de Salvárcar en Ciudad Juárez, en 2010; Iguala, Guerrero, en 2014; Tonalá, Jalisco, en 2018, Nuevo Laredo, Tamaulipas, en 2023, Zapopan y Lagos de Moreno en Jalisco, en 2023. No importa el lugar, el año o el gobierno, la violencia contra los jóvenes es una constante en México.

México está matando a sus jóvenes y eso tiene una definición: ‘juvenicidio’. Se trata del asesinato sistemático de la población de 15 a 29 años del país.

“El ‘juvenicidio’ se refiere a la muerte sistemática de los jóvenes, sin importar si son hombres o mujeres, víctimas o victimarios”, explica Óscar Misael Hernández, profesor-investigador de El Colegio de la Frontera Norte, adscrito al Departamento de Estudios Sociales.

El ‘juvenicidio’ ha arrancado 153,342 vidas de jóvenes en México desde que se declaró la llamada ‘guerra contra el narcotráfico’ en diciembre de 2006, por el gobierno de Felipe Calderón. De esos, con López Obrador han perdido la vida 50,449, y aún no concluye su sexenio.

Desde hace 16 años, la juventud ha puesto a los muertos en este país, pues cada día son asesinados 26 jóvenes de entre 15 y 29 años, es decir, se cobra poco más de una vida cada hora. Casi el doble de lo que sucedía en la década de los 90, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Entre 2007 y 2022, en México, 420,128 personas de entre cero y 85 años fueron víctimas de homicidio, el 36% eran jóvenes.

José Manuel Valenzuela Arce, doctor en Ciencias Sociales por El Colegio de México, acuñó el término de ‘juvenicidio’ para explicar “la muerte sistemática, persistente y artera de jóvenes”, quienes son vistos como sujetos “desechables” y sin consecuencias jurídicas.

“Son, en muchos casos, carne de cañón, son presas fáciles, son concebidos por la delincuencia organizada como prescindibles, como desechables”, afirma Héctor Hernández Bringas, investigador de la UNAM y experto en muertes por violencia, quien explica que por ello las organizaciones criminales captan a jóvenes con sueldos altos para los contextos en que operan.

El riesgo de ser desaparecido

Ser joven en México también representa un alto riesgo de ser desaparecido. De las 249,930 personas que fueron reportadas como desaparecidas y no localizadas en México desde el 1 de diciembre de 2006 hasta el 22 de agosto de 2023, 109,969 (el 44%) tenían entre 15 y 29 años.

“Se está desapareciendo la juventud: mujeres entre los 15 y los 25 años y hombres entre los 20 y los 30 años, aproximadamente, son los grupos etarios más afectados”, explica la comisionada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas en México, Karla Quintana.

Los jóvenes de Lagos de Moreno fueron reportados como desaparecidos el 12 de agosto pasado y hasta ahora se desconoce su paradero. Las autoridades de Jalisco confirmaron este martes que los restos encontrados no son de los cinco jóvenes, de los cuáles circuló una fotografía y un video dignos de una película de horror por sus niveles de violencia.

“Una hipótesis es el reclutamiento forzado, trata con fines de explotación sexual o con fines de esclavitud, o sea, de trabajar. Se ha encontrado gente trabajando en campos, las hipótesis son tantas”, sostiene Quintana.

Para el catedrático del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey (ITESM), Juan Carlos Piña, en el caso de la desaparición de los jóvenes de Lago de Moreno muestra que el Estado está fallando y que su estrategia de seguridad no funciona.

“El mensaje es claro: el Estado está fallando en esta estrategia de seguridad, probablemente alguna de estas células u organizaciones criminales buscan mandar un mensaje, sin embargo, para la sociedad ya no resulta tan necesario, pues está claro que el Estado está superado y que la estrategia es poco clara”, sostiene el también abogado especialista en Derechos Humanos y Seguridad.

Víctimas y victimarios

La violencia en que vive sumido el país se pone en evidencia al ser el homicidio la principal causa de muerte en los jóvenes. En 2021 murieron más jóvenes asesinados que en accidentes, a causa del covid-19, enfermedades del corazón o suicidios, según el INEGI.

La muerte de jóvenes no es exclusiva de una zona geográfica, pero sí tiene un perfil: el 65% ocurrió en 10 entidades. Una de ellas es Michoacán, donde hace 16 años el presidente Felipe Calderón se vistió de militar para anunciar el uso de la fuerza por cielo, mar y tierra contra el crimen organizado.

En ese estado, la violencia se triplicó en 15 años. En 2007, se reportó el homicidio de 168 jóvenes de entre 15 y 29 años, sin embargo, en 2021 fueron 783 las muertes, lo que representa un incremento de 366%, de acuerdo con datos proporcionados por la Fiscalía General de Michoacán a través de una solicitud de información.

“En los estados donde más prevalece la delincuencia y donde más homicidios se registran de jóvenes es donde está presente el crimen organizado y tiene que ver con las rutas del trasiego de la droga”, sostiene el investigador Hernández Bringas.

Los jóvenes mexicanos están inmersos en las dos caras de la violencia: son víctimas pero también victimarios.

“Tenemos una cantidad muy elevada de violencia urbana, jóvenes que son víctimas y victimarios a la vez. Gran parte de los homicidios dolosos en México son cometidos por hombres jóvenes y también gran parte de las víctimas de los homicidios en México son hombres jóvenes”, explica José Andrés Sumano, secretario técnico de la Red Temática de Investigación Conacyt en Adicciones y Seguridad Ciudadana.

Detrás del ‘juvenicidio’ está la violencia, pero también factores económicos, educativos, culturales y sociales, algunos de los cuales los han empujado a las manos del crimen organizado.

La Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) calculó que alrededor de 35,000 niñas, niños y adolescentes son parte de grupos delictivos organizados en los que son utilizados para cometer delitos como secuestro, trata, extorsión, contrabando o corrupción. Los jóvenes no son reclutados para convertirlos en ‘los nuevos capos’, sino solo son instrumentos para alcanzar ciertos propósitos.

Históricamente, los jóvenes han sido los que han puesto la fuerza y han sido vistos como reservas. En el siglo XX, fueron los que dieron la vida en las guerras y movimientos armados.

“Los jóvenes en ese momento tampoco tenían oportunidades económicas y culturales suficientes, eran utilizados como carne de cañón, seducidos o forzados eran incluidos en algún grupo. Hoy en día, vemos exactamente lo mismo o sea, la historia se repite aunque con matices. Se entiende porque la población joven es aquella más susceptible de ser seducida, engañada o manipulada por algunos grupos de poder”, añade Misael Hernández.

En México, más de 150,000 jóvenes han sido asesinados en los últimos tres sexenios. (Foto: Ulises Ruiz/AFP.)
Para Andrés Sumano, ya se puede hablar de una generación perdida a causa de la violencia en México, de un bono demográfico que se fue, lo que traerá problemas al país.

“Una de las grandes consecuencias de toda esta situación es que el país, en el corto plazo, fiscalmente va a ser inviable. Siguen aumentando las pensiones, pero hay cada vez menos jóvenes y los que teníamos como bono demográfico ya se está haciendo viejo, los que venían abajo, algunos se perdieron, por lo que no en un largo plazo este país estará envejecido”, afirma.

Estrategias fallidas

El 30% de la población en México es joven. De acuerdo con el censo de población del INEGI de 2020, 37.8 millones de personas tenían entre 12 y 29 años, de una población de 126 millones.

A pesar de ello, expertos consideran que la juventud ha sido abandonada por varios gobiernos al no generar oportunidades para ellos.

La administración de Andrés Manuel López Obrador lanzó el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, el cual ha beneficiado a 2.6 millones de jóvenes que son capacitados para el trabajo a cambio de un apoyo mensual de 6,310 pesos.

El argumento del presidente es que al darle un ingreso a los jóvenes, se le quita la reserva de un ejército al crimen organizado, pero para los expertos este programa no ha arrojado resultados que confirmen que este objetivo se haya logrado.

“En teoría, está bien atender a los jóvenes, pero en la práctica, cuando revisamos el gasto presupuestal, no se ve que el dinero que se está metiendo a esos proyectos sea útil para cambiar el problema de violencia que tiene México, en realidad, se trata de programas clientelares”, sostiene Daniel Gómez-Tagle, experto en seguridad pública.

Juan Carlos Piña asegura que una estrategia para atender a los jóvenes debe ser transversal: “El problema es la ausencia de políticas transversales es decir, no solamente centrarnos en el discurso de la seguridad pública del país, sino que también abordar seriamente la educación, el trabajo, las oportunidades y desde luego las causas las causas del fenómeno que deriven en un reclutamiento de jóvenes por parte del crimen organizado ante la falta de oportunidades. El tema de la seguridad debe ser transversal, integral, debe abarcar políticas públicas desde una óptica preventiva, no invisibilizar las necesidades de los jóvenes, quienes pueden ser cooptados por el crimen”.

Ser joven en un país como México no es fácil. Ni la educación ni el empleo ni las condiciones de seguridad están dadas para desarrollarse con éxito hacia la adultez.

Héctor Hernández Bringas explica las dificultades que enfrentan los jóvenes mexicanos a través de estos datos: el 60% no tiene acceso a la educación, tres millones no estudian y no trabajan, y miles tienen empleo, pero con salarios precarios.

Para el catedrático de la UNAM, no es suficiente que los jóvenes tengan un empleo, sobre todo, si es precario, pues no los aleja de la tentación para incorporarse en actividades delictivas, ya que todo el tiempo los jóvenes están expuestos a bienes, comodidades y estilos de vida alejados de su realidad.

“[Esa exposición] genera, primero, frustración al no poder tener acceso a estos bienes, comodidades y dinero. Después de la frustración, hay malas decisiones, como enrolarse en actividades ilícitas que pueden dejar dinero rápido”, refiere el experto de la UNAM.

Así, siendo víctimas o victimarios, miles de jóvenes se han visto afectados por la violencia en México y en plena edad productiva no pudieron concluir su proyecto de vida.

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