Para quien seguramente ha escrito más libros de los que ha leído- López Obrador presume de ser autor de 18 ‘obras’-, los imperdonables dislates en los nuevos libros de texto parecen ser un asunto sin importancia.

Asegurar que Benito Juárez nació el 18 de marzo, fecha en que se conmemora la expropiación petrolera decretada por el presidente Lázaro Cárdenas, y no el 21 de marzo como dicta nuestro calendario cívico, muestra de cuerpo entero al morenismo lopezobradorista: ignorante e hipócrita, incluso con su prócer más relevante.

Una lección para el morenismo sería explicarles que ¡Benito Juárez no expropió el petróleo!, a menos claro, que ellos tengan otros datos.

A lo largo de la historia, países y regímenes, ha intentado modificar la conciencia y el pensamiento de una parte de la población con el propósito de construir una base social que les permita mantener el poder. En la mayoría de los casos, han topado con un muro infranqueable: la inteligencia que deriva de la buena educación.

El debate nacional sobre los libros de texto gratuitos para el ciclo escolar 2023-2024 es fundamental. Pretender construir una sociedad de autómatas no es la función del sistema educativo. Tampoco lo es complacer, desde las políticas públicas, los deseos compulsivos del emperador.

Si no hacemos algo de inmediato, la próxima generación de mexicanos estará marcada por el mismo cáncer del cuatroteísmo: el desprecio por el conocimiento, educación y la ciencia, y la imposición de la ignorancia como un valor social y no como un déficit del desarrollo humano.

Los nuevos libros de texto están despojando a nuestros estudiantes de herramientas indispensables: ya no incluyen las materias de matemáticas y español, tienen errores y omisiones inimaginables y muestran una versión ideologizada de la realidad.

Además, en su elaboración, despreciaron el proceso de consulta, discusión y de revisión que exige la normatividad, incluyendo la constitucional. Parafraseando a Luis XIV, el presidente y sus amanuenses pedagógicos asumen que “la educación soy yo”.

El autoritarismo educativo ha llegado al extremo de que la SEP reservó por cinco años toda la información tanto del contenido de los textos, como del proceso para su elaboración, cuando tendría que ser ejemplo de consenso y transparencia. A pesar de que estamos a días de iniciar el ciclo escolar, muy pocos conocen de primera mano su real contenido,

Pero no todo está perdido. La arrogante impericia de la 4T ha provocado que los maestros desconozcan por completo la forma en la que deberán trabajar con esos materiales, lo que augura un nuevo y absoluto fracaso del morenismo tiránico. No se puede enseñar lo que no se conoce.

Adicionalmente, una juez de un tribunal administrativo ordenó a la SEP detener la impresión y distribución de los libros de texto gratuitos. El desacato del presidente y de gobernadores como el de Veracruz, será vencido en los tribunales.

Es perfectamente lógico decir que la educación deber servir para transformar la sociedad; pero es un acto de suicidio colectivo utilizar a la educación para destruirla.

Estamos, una vez más, frente a la osadía de la ignorancia.

La puntita

El venezolano Sady Arturo Loaiza Escalona, director de Desarrollo e Innovación de Materiales Educativos y encargado de elaborar los nuevos libros de texto gratuitos, trabajó durante seis años en los gobiernos de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro. ¡Es cuanto!