Guillermo Tamburini dice que no esperaba encontrar nada cuando, un par de días después del accidente en una de las plataformas de Pemex, se dispuso a revisar las imágenes satelitales del mar en el Golfo de México, en la zona de la Sonda de Campeche.

Se trató de una búsqueda fortuita. Tamburini, un científico que se autodefine como hispano argentino, ha trabajado durante años en proyectos relacionados con Vaca Muerta, el activo petrolero más importante de Argentina, pero de Pemex poco sabía.

Tamburini reside en España, pero su interés, según explica en una plática, está más vertido hacia el continente americano, sobre todo en Argentina. El país sudamericano atraviesa, por ahora, un periodo para definir el futuro de la exploración de petróleo en aguas oceánicas y los colectivos ambientalistas están preocupados por las posibles consecuencias de una regulación a favor de la actividad. Así es que cuando Tamburini se enteró de la explosión en la plataforma de Pemex, en la Sonda de Campeche, decidió revisar algunas imágenes satelitales de la zona y detectó una mancha.

Tamburini reconoce que no es un especialista en el seguimiento de derrames de hidrocarburos, pero que el trabajo que implica la obtención y lectura técnica de la información vía satélite sí lo es. Y que por supuesto sabe cuando una mancha en el mar es consecuencia de crudo derramado. “No podía ser otra cosa”, dice al ser cuestionado sobre en qué momento supo que se trataba de hidrocarburos.

Una decena de organizaciones ambientalistas, como Greenpeace y el Centro Mexicano de Derecho Ambiental, firmaron un comunicado en el que denuncian un derrame en el Golfo de México que podría extenderse por un área de más de 400 kilómetros.

Tamburini fue el primero en ver esa gran mancha en el Golfo de México al utilizar imágenes obtenidas por una empresa privada y por la Agencia Espacial Europea. Después de que el derrame acaparó los reflectores, Pemex habló al respecto: admitió la existencia de una fuga de hidrocarburos en el activo Ek Balam, pero manejó cifras mucho menores a las citadas por las organizaciones.

Dijo que el derrame de petróleo solo alcanzó una extensión de 0.06 kilómetros y que alrededor 365 barriles de petróleo fueron vertidos. Las organizaciones y Tamburini no citan un volumen de hidrocarburos derramados. Para calcularlo necesitarían tiempo, acceso al sitio y tecnología.

Como sea, dice Tamburini, no hay forma de que el derrame sea tan pequeño y la distancia ocupada tan corta. “La única ambigüedad real que queda es el cálculo del volumen, es decir, cuánto petróleo se ha vertido. Eso es lo que realmente nosotros no podemos decir”, explica en una llamada. Y dice que no se retrae al afirmar que el tamaño del derrame es de más de 400 kilómetros: «No lo digo yo, lo dicen las imágenes».

Las organizaciones han emitido un comunicado horas más tarde de la réplica de Pemex: dicen que su información se sustenta en datos e imágenes y que la estatal no proveyó de ninguna fuente para sostener su hipótesis del derrame: “Invitamos a la paraestatal a hacer públicos los datos, reportes y cualquier forma de evidencia con la que sostienen que esto fue un derrame de escala menor”, dicen en el texto.

La revelación se ha hecho días después de que la estatal acaparara de nueva cuenta los reflectores por un incendio en una de sus plataformas. El investigador dice que no se puede asegurar y, que incluso hay una posibilidad menor, que el derrame esté relacionado con el incidente en la plataforma de Cantarell. Pero que no por ello es menos importante.

Tamburini también tiene indicios de otro derrame de crudo en el activo de Ek Balam de finales de mayo.

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