La actividad cerebral es distinta entre las personas que se sienten solas y las que no. Pero también es diferente entre los propios solitarios

Hay una razón por la que existen tantas canciones sobre la soledad. Muchas son identificables, ya que sentirse solo es, con mucha frecuencia, parte del hecho de ser humanos. Pero una canción o una experiencia particular que resuena con cierta persona solitaria, puede no significar nada para otra que se sienta aislada o incomprendida.

Los seres humanos somos criaturas sociales, y la gente que se siente excluida a menudo experimenta soledad. Para entender lo que sucede en el cerebro de las personas solitarias, un equipo de investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), en Estados Unidos, realizó escaneos cerebrales no invasivos en personas, y encontró algo sorprendente. Los resultados revelaron que las personas que no estaban solas tenían una forma similar de procesar el mundo que les rodeaba. Las personas solitarias no solo interpretan las cosas de manera diferente aquellas que no lo están, sino que incluso las ven de forma distinta entre sí.

“Nuestros resultados sugieren que las personas solitarias procesan el mundo de manera idiosincrásica, lo que puede contribuir a la sensación de ser incomprendidas que a menudo acompaña a la soledad”, indicó el equipo de investigación, dirigido por la psicóloga Elisa Baek, en un estudio publicado recientemente en Psychological Science.

Me siento solo… e incomprendido

Estudios anteriores ya habían insinuado los hallazgos de Baek. Sentirse comprendidos por los demás activa regiones del cerebro, como el cuerpo estriado ventral, la ínsula media, el precúneo y la unión temporoparietal, que están relacionadas con las conexiones sociales y el procesamiento de recompensas, según un estudio de 2014. Ese mismo estudio descubrió que los cerebros de quienes se sentían incomprendidos mostraban más actividad en regiones asociadas con las emociones negativas, como la ínsula anterior y la corteza prefrontal dorsomedial.

Por ejemplo, las neuronas que liberan dopamina, neurotransmisor que puede aumentar el placer, se encuentran en el cuerpo estriado ventral. Esta es solo una forma en la que sentirnos conectados puede producir efectos positivos. Por otro lado, la corteza insular anterior está muy involucrada con las interacciones sociales y las emociones, incluida la soledad.

Estudios como este hicieron que Baek quisiera ver si había algo relacionado en una idea conocida como el «principio de Anna Karenina». La novela icónica de León Tolstoy, Anna Karenina, comienza con la línea: “Las familias felices son todas iguales; toda familia infeliz es infeliz a su manera”. Para explorar esta idea, Baek y su equipo tomaron resonancias magnéticas funcionales (fMRI) de los cerebros de 66 estudiantes universitarios de primer año de UCLA mientras miraban videos cortos de escenas asociadas con interacciones sociales, como fiestas y música sentimental, supuestamente capaz de desencadenar emociones.

Los estudiantes que participaron en el estudio primero completaron una encuesta sobre cómo se sentían acerca de sus vidas sociales. Aquellos que obtuvieron puntajes por encima de cierto nivel fueron categorizados como «solitarios», mientras que quienes obtuvieron puntajes por debajo de ese nivel fueron categorizados como «no solitarios».

Luego, los investigadores analizaron las imágenes de resonancia magnética funcional, que muestran lo que sucede en el cerebro al medir los cambios leves en el flujo sanguíneo que ocurren durante la actividad neuronal. La fMRI también puede ver qué regiones del cerebro están involucradas durante actividades específicas; El equipo de Baek buscaba actividad en aquellas áreas que intervienen en la socialización y las emociones que esta conlleva.

Mismo sentimiento, diferente actividad

Los resultados de los escaneos se analizaron en pares para buscar correlaciones entre sujetos. De esta manera, los investigadores pudieron identificar similitudes y diferencias en la actividad cerebral entre individuos solitarios y no solitarios, y entre dos individuos solitarios, o dos no solitarios.

En tal contexto, Tolstoi resultó tener razón. Los escaneos fMRI mostraron que las reacciones de las personas que no estaban solas a los videos que vieron fueron extremadamente similares. Las personas solitarias tenían una actividad cerebral que no solo era significativamente diferente de la de las no solitarias, sino que era aún más diferente entre sí, lo que significa que cada persona solitaria en este estudio percibía el mundo de una manera distinta.

La soledad y estar solos no son la misma cosa

Baek sugiere que tener un punto de vista diferente al de los demás, hace que los solitarios se sientan aún más solos, ya que es menos probable que se sientan comprendidos; aunque menciona que no está claro si esto es una causa o un efecto de la soledad, o ambos. La soledad tampoco dependía de la actividad social, ya que no todo sujeto solitario carecía de vida social. Incluso algunos de los que informaron una cantidad decente de actividad social en la encuesta, como tener muchos amigos y participar en eventos sociales, exhibieron características neuronales que diferían de las de las personas que no estaban solas.

“Las personas solitarias procesan el mundo de una manera diferente a la de sus compañeros y entre ellos”, explicó Baek en el mismo estudio. «El trabajo futuro puede probar aún más esta posibilidad… para examinar cuáles aspectos de las interpretaciones de los individuos solitarios son particularmente idiosincrásicos».

Cualquiera que se sienta solo ahora puede estar seguro de que probablemente haya alguien por ahí que se sienta igual de aislado, solo que de una manera completamente diferente.

es.wired.com

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