Resulta proverbial la caligrafía de los médicos, a tal grado que a quien escribe de manera poco clara se le suele decir que tiene letra de doctor.

“Se estima que más de la mitad de las recetas médicas son ilegibles o muy difíciles de entender; además, está comprobado que menos de 20% de los pacientes retiene la información verbal que el médico le dijo durante la consulta”, expresa Juana Ramírez Bustos, fundadora de Grupo SOHIN, empresa especializada en soluciones hospitalarias.

Esto no ha sido obstáculo para que los pacientes reciban las medicinas correctas a la hora de pedirlas en la farmacia; ahí los empleados, con base en años de práctica, se han hecho avezados en entender las prescripciones de los galenos.

“Hay una habilidad en el mostrador de la farmacia que hemos desarrollado para leer las recetas”, afirma Marcos Pascual Cruz, director comercial de la Asociación Nacional de Farmacias de México (Anafarmex).

Y si, dado el caso, esto no bastara, Pascual Cruz precisa que los trabajadores de las farmacias hablan por teléfono a los médicos, de quienes normalmente ya habían recibido otras recetas, para aclarar cualquier duda.

El arribo de las recetas digitales

Según Ramírez y Pascual, la letra fea de los médicos no es precisamente causa eficiente del reciente impulso de las recetas digitales, sino más bien el avance de la tecnología, el incremento de las teleconsultas a raíz de la pandemia y el deseo de contar con un mejor control sobre la historia clínica de los pacientes.

De ahí que la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados haya autorizado una iniciativa para promover la utilización de recetas médicas electrónicas, con la finalidad de mejorar el funcionamiento de los sistemas de salud en México.

Margarita García García, diputada federal del Partido del Trabajo (PT), propone que este cambio comience a partir del 1 de enero de 2024, no sin antes capacitar a los empleados involucrados y dotar de más herramientas digitales a las unidades médicas del Sistema Nacional de Salud.

“Es imprescindible no pasar por alto ni por desapercibido lo que impacta en este tema; todo lo relacionado al personal, los lugares, el recurso humano. Nos debemos actualizar todos y hacer uso de la tecnología”, declara la legisladora en un comunicado publicado por la Cámara de Diputados.

Entonces todavía quedarían unos meses para afinar las condiciones del sistema público de salud que, a diferencia del sector privado, aún no se ha acoplado a la era de las herramientas digitales.

“La mayor parte de la población se sigue atendiendo en el sector público, donde algunas instituciones no cuentan ni siquiera con computadoras o tabletas conectadas a internet; en esos hospitales se sigue haciendo todo en papel”, platica Juana Ramírez.

La resistencia de los sindicatos de los trabajadores de la salud, según Ramírez, es otro factor a tener en cuenta, ya que esas organizaciones han considerado la incorporación de recetas digitales como una labor adicional no establecida formalmente en el contrato de los médicos agremiados.

Las farmacias están listas para la transformación

Juana Ramírez se siente optimista de que a partir de 2024 se dé un repunte significativo en la expedición de recetas digitales, en gran medida gracias al apoyo de los consultorios anexos a farmacias, donde la gente se atiende a costos módicos.

“Ya estamos preparados para el cambio en el ecosistema de consultorios anexos a farmacias, que son más de 18,000 en el país, donde estamos generando más de 10 millones de consultas al mes, pero nuestros pacientes que pagan 25 o 50 pesos por consulta no necesariamente tienen la oportunidad de tener una laptop, un smartphone o internet en casa, por lo que estimamos que la migración al modo digital va a ser un proceso lento”, asevera Pascual.

Las farmacias se encuentran obligadas a adaptarse a las exigencias del mercado, por lo que actualmente trabajan con un sistema combinado: físico y digital, según lo solicitado por los clientes. El avance de las recetas electrónicas también podría verse obstruido no por un asunto de economía, sino de brecha generacional, como Pascual, quien también es coordinador de asesoriaenfarmacias.com, lo expone a continuación.

“En la mayoría de las farmacias tenemos la posibilidad de incorporar nuevas tecnologías, pero el asunto no recae tanto en nosotros, sino en los pacientes. Por ejemplo, las personas con enfermedades crónico degenerativas, normalmente mayores de 60 años, no son nativas de la era digital, por lo cual se les podría complicar aprender a descargar aplicaciones u otros elementos asociados con las recetas digitales”.

No todos los médicos tienen letra fea

Guillermina Sánchez Rodríguez, directora médica y de institutos de TecSalud, sistema médico del Tecnológico de Monterrey, coincide en que la migración al mundo digital tiene que operarse de forma gradual con el objetivo de otorgar una mejor atención a la población. Ella agrega lo siguiente:

“Actualmente no hay un conjunto unificado de información de los pacientes en los sistemas de salud del país, y esto poco a poco lo tenemos que ir resolviendo; una vez que se logre también tendremos que garantizar la seguridad y la confidencialidad en esos datos”.

Sánchez Rodríguez ya ha emitido recetas digitales y, por experiencia propia, piensa que cualquier médico puede aprender a generarlas tras una capacitación de entre media hora y una hora, según qué tan intuitivo sea el software que le toque.

Finalmente, Guillermina no niega la cruz de su parroquia, pues reconoce que casi todos sus colegas tienen letra fea. No obstante, ella es la excepción que confirma la regla.

“Sabemos que no somos identificados precisamente por una buena caligrafía, pero yo no estoy en ese grupo, y hasta me han dicho: con esa letra que tienes pareciera que no eres médico”, concluye Guillermina, entreverando sus palabras con una sonrisa.

Expansión

Conéctate con Formato7:

VIDEO | Descubren grieta marina que podría causar terremoto de 9 grados