Siria no necesitaba más tragedias. Este país de Medio Oriente vive desde hace años una sangrienta guerra civil que ha dejado medio millón de muertos y ha provocado la mayor ola migratoria de la actualidad. Sin embargo, dos terremotos sacudieron la zona fronteriza con Turquía el 6 de febrero.

Casi un mes después, las labores para buscar supervivientes y rescatar los cuerpos de miles de fallecidos que aún permanecen en los escombros han terminado- Ahora viene una etapa mucho más compleja: la reconstrucción.

“Estamos entrando a la segunda fase de la emergencia, la cual es un poco estabilizar los servicios regulares y también intentar empezar los trabajos de reconstrucción”, explica Enrique García Quiroz, coordinador de proyecto de la organización Médicos Sin Fronteras (MFS) en Aleppo y el norte de Siria, en entrevista telefónica.

En Siria, ya destrozada por más de una década de guerra civil, la mayor parte de las víctimas mortales se han producido en el noroeste. El sismo dejó en esta zona 4,537 fallecidos. En la zona controlada por el régimen de Bashar al Asad han muerto 1,444 personas por los sismos.

“Hay ciudades enteras destruidas como te digo y todo esto huele a cadáver, todo esto tiene unos olores muy fuertes, entonces es muy difícil trabajar ahí”, señala García Quiroz.

Además, miles de personas en las zonas afectadas por los terremotos viven en la calle. Se quedaron sin un techo y pasan las noches en las calles. Los más afortunados cuentan con una casa de campaña o duermen en sus autos, pero muchos han tenido que soportar las temperaturas gélidas del invierno a la intemperie.

García Quiroz, nacido en México, explica que la mayoría de la gente en la zona ahora carece de servicios básicos con agua, electricidad o drenaje, por lo que los esfuerzos de MSF y otras organizaciones en terreno es construir esta infraestructura básica.

La guerra civil ha deteriorado la mayor parte de las infraestructuras sanitarias de Siria, en particular en las zonas rebeldes. Los sismos han empeorado el panorama.

“Ni siquiera tenemos una visión de la magnitud del daño porque es muy difícil contabilizar con los sistemas que se encuentran ahí mismo, qué tan grande es el impacto. Y por lo mismo también es difícil saber cuánto es necesario llevar”, dice García Quiroz.

“La gente me decía ‘ya estamos acostumbrados a la destrucción’”

Siria vive en conflicto armado desde 2011. La primavera árabe, donde se exigía la renuncia del presidente Bashar al Asad con protestas, dio paso a una guerra civil que más de una década después está muy lejos de cualquier solución pacífica.

Aleppo, en el norte del país, es una de las ciudades que más ha sufrido con el conflicto. Antes de la guerra, era la capital económica de Siria.

Cincuenta y cuatro edificios se derrumbaron, la mayoría en los barrios orientales, duramente golpeados por los combates entre 2012 y 2016, antes de que el ejército sirio —ayudado por las fuerzas rusas— recuperara el control total de Aleppo.

“La gente me decía, ‘es que nosotros ya estamos acostumbrados a ver esta destrucción’. Lo que pasa ahora es que volvemos a no tener ningún tipo de conexión eléctrica, agua potable, ningún servicio básico”, dijo García Quiroz, quien llegó a la zona hace cuatro meses.

Explica que el mayor temor de las personas en estos momentos es perder a más familiares, después de que la guerra ya les ha quitado a muchos. Los pobladores de esta zona viven con miedo a las réplicas, como la del lunes, que provocó la caída de más edificios en Turquía y Siria.

Solo el Aleppo han muerto más de 400 personas por los sismo.

“Todo el tiempo tenemos réplicas y los niños, bueno, imagínate los ataques de pánico y la gente misma pues a saltar por las ventanas y a intentar salir lo antes posible”, dice el representante de MSF, quien señala que la organización también está brindando apoyo psicológico a los habitantes de esta zona.

La llegada lenta de ayuda humanitaria

Llegar a la zona afectada por los sismo en Turquía tiene bastantes dificultades, pero la ayuda ha fluido desde los primeros días posteriores a los terremotos. En cambio, en Siria, la llegada de apoyo ha sido mucho más lenta y problemática por la situación del país.

“Bueno, Siria desde hace muchos años tiene un bloqueo internacional por parte de Naciones Unidas, por parte de diferentes países, los cuales no dejan acceder prácticamente a ningún tipo de material, salvo por puntos muy localizados en fronteras muy controladas. Y estos puntos no son suficientes para que pueda entrar toda la asistencia necesaria”.

MSF llegó a la zona noroeste de Siria, bajo control rebelde, con un convoy de 14 camiones hasta el 19 de febrero, casi dos semanas después del desastre por la dificultad de acceder a esta zona.

Países como Estados Unidos y Alemania han sido bastante reacios a brindar ayuda humanitaria por el temor de que estos recursos terminen bajo el control de Al Asad.

El director del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas David Beasley, dijo a la agencia Reuters un día antes que los gobiernos sirio y turco habían cooperado muy bien, pero que sus operaciones se estaban viendo obstaculizadas en el noroeste de Siria.

Una semana antes, la agencia dijo que se estaba quedando sin insumos allí y pidió que se abrieran más pasos fronterizos desde Turquía.

El miércoles 1 de marzo, el director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, visitó la zona por primera vez y pidió aumentar el envío de ayuda humanitaria a esta región de Siria.

«Los habitantes del noroeste de Siria necesitan ayuda de la comunidad internacional para superarlo y reconstruir» la región, añadió, instando a la comunidad internacional a movilizarse.

«Incluso antes del sismo, la necesidades aumentaban mientras la ayuda internacional disminuía», subrayó Tedros.

«No debemos cerrar los ojos o dar la espalda al pueblo sirio», insistió.

Tanto la OMS como MSF dicen que la situación puede tornarse peor si no se toma acción urgente, pues otros problemas de salud pueden aparecer, especialmente la cólera.

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