Desde hace algunos años, las denuncias ciudadanas respecto al desempeño de las empresas concesionarias del servicio de grúas en Xalapa se han multiplicado considerablemente.

La arbitrariedad de intervenir vehículos en lugares permitidos, el monto del arrastre y los daños que se ocasionan a los vehículos han sido algunas de las quejas más frecuentes, ante una autoridad que no ha podido -o no ha querido- meter en orden a estas empresas.

Pero no siempre fue así. Hace ya algunos años, durante el gobierno de don Agustín Acosta Lagunes, la Dirección General de Tránsito y Trasporte implementó un programa decembrino consistente en “Cero infracciones, cero grúas”, lo que implicaba una ‘blanca navidad’ para automovilistas y turistas que visitaban la ciudad.

El programa consistía en que los agentes sólo intervendrían en accidentes de tránsito cuando las unidades sufrieran algún daño que les impidiera circular. Lo mismo aplicaba para infracciones en caso de pasar un semáforo en rojo, no contar con licencia de conducir o tarjeta de circulación e, incluso, cuando se trataba de carros mal estacionados, en doble fila o en lugares prohibidos para ello.

La intervención de los agentes se limitaba a entregar un volante en el que se informaba de la infracción en la que habían incurrido y se les hacía un exhorto para no volver a incurrir en ella. En caso de que el conductor no se encontrara en su vehículo, se le fijaba en su parabrisas con la información del programa.

El resultado fue que los accidentes se redujeron considerablemente y, lógicamente, no había espacio para la corrupción de los agentes de tránsito.

El programa tuvo un gran éxito gracias a que se implementó en todo el estado. Don Agustín recibió la felicitación de otros gobernadores y de autoridades de Estados Unidos por su eficacia.

También en fechas decembrinas, se entregaron concesiones para prestar el servicio de taxi a todas las mujeres que habían solicitado la concesión; así surgieron las primeras taxistas, un servicio público hasta entonces ofrecido sólo por varones.

Recuerdo que fue un evento muy significativo, donde la señora Esperanza Azcón de Acosta entregó las concesiones a las primeras trabajadoras del volante.

Poner a la autoridad al servicio del ciudadano es una tarea sencilla. Lo difícil es renunciar a los millonarios intereses económicos que se mueven en torno al tránsito y el transporte.

Esta navidad es una buena oportunidad para hacer lo correcto.