Con el inicio del ciclo escolar 2022/2023, este lunes regresan a clases alrededor de 24.5 millones de estudiantes de educación básica en todo el país. Por primera vez desde el inicio de la pandemia de Covid19, lo harán 100 por ciento de manera presencial y sin clases a distancia, ni modelos híbridos.

México enfrenta un gran reto para resolver el rezago en la educación básica agravado por la pandemia. Sin embargo, el actual modelo educativo sigue a la deriva entre la propuesta de una “Nueva Escuela Mexicana” que nadie conoce o entiende y el desinterés de la 4T por construir un sistema de enseñanza que incorpore a México a la aldea global y no lo condene al aislacionismo.

La “Nueva Escuela Mexicana” pretende ser, en muchos sentidos, como el Presidente hubiera querido que fuera la educación durante sus tiempos de estudiante: sin metodología ni indicadores de evaluación para alumnos y maestros, sin conocimiento técnico ni científico, sin reconocimiento al mérito académico, sólo basado en una serie de principios ideológicos asumidos de manera colectiva.

Este nuevo modelo educativo apuesta a un adoctrinamiento de los niños, niñas y jóvenes, propone eliminar los grados educativos y establecer fases de aprendizaje, algo que fue ampliamente rechazado. La reforma educativa que implica la “Nueva Escuela Mexicana” no existe. Fracasó antes de llegar siquiera a las aulas.

Su colapso obedece al menos a tres factores específicos: es un modelo que no considera las condiciones de la educación pospandemia; no se consultó a docentes y expertos en materia educativa, sino que se utilizó como un pacto político con los sindicatos magisteriales; y porque no hay un proyecto educativo formal debido a que la SEP ha sido utilizada en este gobierno como plataforma política de sus titulares.

En el primer caso, el modelo educativo pospandemia debería considerar al menos cuatro acciones específicas: recuperar a los niños y jóvenes que han abandonado la escuela durante la pandemia, aprovechar la innovación tecnológica durante la pandemia en el uso de tecnologías educativas para cerrar la brecha digital; cambiar la forma y los contenidos que aprenden los estudiantes, y priorizar entornos de aprendizaje seguros y enriquecedores.

El segundo factor es que no se trata de un nuevo modelo educativo sino de un pacto político con miras a la sucesión presidencial. Al Presidente se le olvidaron los actos de corrupción -que denunció y nunca probó- en los sindicatos magisteriales; hoy recurre a las alianzas políticas que antes aborreció en otros Presidentes, ignorando a la verdadera base magisterial.

Finalmente, la SEP sólo ha sido un trampolín político y no una Secretaría de Estado responsable de la educación pública del país. Su primer titular, Esteban Moctezuma, es el actual embajador de México en Estados Unidos. Para Delfina Gómez, la SEP fue un premio de consolación y su estancia para lanzarse nuevamente como candidata a gobernadora del Estado de México. Nunca hubo educación, sólo política.

El contenido del nuevo Plan de Estudios será motivo de otra entrega. Por lo pronto, la mejor de las suertes a alumnos, padres de familia y maestros en este regreso a clases.

La puntita

En México, solamente el 18.5% de las y los niños menores a un año cuentan con su esquema de vacunación completo, la cifra más baja en los últimos 20 años.

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