Prefacio.

Quizá sea una obviedad, pero hay que decirlo: aquellos que integran los movimientos de familiares de desaparecidos, son seres humanos muy vulnerables. *** Frente a la menor posibilidad de que aparezca ese ser querido, se reúnen con todas las autoridades que les abren sus puertas, dialogan con delincuentes que presumen conocer dónde entierran las bandas criminales a sus víctimas. *** Son gente dispuesta a sentarse hasta con el Diablo, si eso les da una luz para hallar a sus familiares. *** En períodos electorales, son un plato muy apetecido. Candidatos de todos los colores buscan tomarse la foto con estas personas, a las que les prometen que, una vez llegando al poder, tendrán todo el apoyo, “porque nosotros no somos como esos que gobiernan ahorita”. *** Este martes cientos de mujeres tomaron las calles, madres muchas de ellas. No festejaban su día, por el contrario, salieron a reclamarles a las autoridades que cumplan lo que les prometieron. *** “Nos usaron. Al principio el gobernador estaba muy tranquilo recibiéndonos, aunque no se solucionó nada en las reuniones que tenía cada mes con los colectivos. Creo que fuimos usados, desafortunadamente nos usaron”, se lamentan. *** Pero ellas insistirán. No se rendirán y acudirán a todos los llamados que les hagan, pues guardan la esperanza de recuperar a sus hijos. *** Alguien, en algún momento, se condolerá y habrá de apoyarlas.

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Mientras las autoridades de Veracruz se apresuran a mostrar “avances” en la investigación del asesinato de dos periodistas más en la entidad, para así responder a la instrucción girada por el presidente López Obrador desde su púlpito (“estamos ya en la investigación, pronto vamos a tener un informe; es lamentable y nuestro abrazo fraterno a los familiares de las víctimas. Hay un personal atendiendo de manera especial este crimen; se está haciendo la investigación de fondo”) crece entre la sociedad la percepción de que estos crímenes, como muchos otros contra periodistas, son producto de la impunidad.

Y no se trata –como pudiera pensarse- de expresiones surgidas del dolor y la desesperación de familiares, amigos y colegas de las mujeres asesinadas- No, se trata de conclusiones a las que llegamos cuando escuchamos a la más alta autoridad de la justicia en el país, el ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Saldívar, admitiendo que en este país la justicia es elitista pues las cárceles están llenas de inocentes cuyo único delito es la pobreza.

Durante la firma de un convenio con el gobierno de la Ciudad de México para que los defensores públicos federales puedan intervenir en casos del fuero común y coadyuvar al ministerio público local, Arturo Saldívar expresó:

“En México seguimos teniendo una justicia elitista, una justicia que privilegia a quienes tienen recursos económicos o contactos políticos frente a los que nada tienen. Seguimos teniendo una justicia, a lo largo de todo el país, donde las cárceles están llenas de inocentes cuyo único delito es la pobreza”.

Por su condición de titular del Poder Judicial de la Federación, por su reconocido dominio del Derecho, es evidente que la palabra del ministro Saldívar tiene más peso –en esa materia- que la de cualquier ingeniero.

Lo decían los comunicadores que se manifestaban en la Ciudad de México por el asesinato de Luis Enrique Ramírez y que se enteraron, en ese momento, del doble crimen ocurrido en el sur de Veracruz:

“Es muy fácil matar a periodistas, sobre todo en estados violentos, como Veracruz, Guerrero o Michoacán”.

Apenas unas horas después de que el presidente se comprometiera a “investigar a fondo” el crimen de Yessenia Mollinedo Falconi y Sheila Johana García Olivera en Cosoleacaque, el gobernador informó que se trabaja en cuatro líneas de investigación.

Dos de esas líneas, dijo, surgieron a partir de los indicios obtenidos en el lugar de los hechos. Una más, a partir de datos obtenidos por la Fiscalía General del Estado y una más, que tiene que ver con la actividad periodística de las víctimas.

Ojalá se llegue a buen fin en esta investigación, y no se haga efectiva aquella reflexión del jurista francés Marcel Planiol:

“A los culpables es más fácil elegirlos que encontrarlos”.

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Epílogo.

Dicen entre criminales, que no hay mejor sitio para ocultar cadáveres, que en los panteones. *** Bajo esa lógica, han sido muchos los hallazgos que se han apuntado los grupos de familiares de personas desaparecidas, cuando consiguen que las autoridades escarben en las “fosas comunes” de los cementerios. *** Xalapa es un caso emblemático en ese rubro. Los familiares de desaparecidos aseguran que en el panteón de Palo Verde siguen cuerpos inhumados sin identificar. Más de 90, denunciaron familiares de personas desaparecidas. *** Aclaran que aunque se exhumó un cuerpo para identificarlo, no se recurrió a ningún procedimiento científico, y los otros restos hallados se volvieron a enterrar sin comprobar de quién se trataba. *** “Sacaron cinco cuerpos, al tercer cuerpo le compararon la dentadura con una fotografía y dijeron ‘este es’. Le echaron agüita y dejaron los otros cuatro sin ningún procedimiento científico forense, sin ninguna prueba. Además si estamos buscando a tantos desde esa fecha, ¿cómo es posible que hagan otra vez lo mismo y vuelvan a inhumarlos sin haber hecho la identificación?”. *** Al reclamo de las madres que buscan a sus hijos desaparecidos, se sumó el alcalde de Xalapa, Ricardo Ahued.

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