La imaginación, la curiosidad y el talento abrieron una puerta para Frida Zenil en el mundo de la escultura de marionetas y la técnica del “stop motion”.

Desde niña, Frida se interesó en el teatro como una forma de expresión y tras probar suerte en este ámbito casi como un accidente fue llevada hacia la escultura, que ahora es parte de su trabajo y plan de vida.

La joven de 22 años cuenta que todo comenzó cuando quiso regalar la escultura de un pájaro como alternativa a la falta de recursos económicos, pero no se imaginó la complejidad del trabajo que conlleva.

A partir de ahí sintió curiosidad por estos muñecos de apenas unos 35 centímetros que se convierten en personajes de historias que ella siempre quiso contar.

“La primera vez hice un pajarito por curiosidad, tenía que entregar un regalo y no tenía dinero, entonces vi la imagen y pensé que sería fácil, pero no fue así. Me gustó mucho y comencé a hacer más. Lo empecé a subir a Instagram y la gente me empezó a pedir muñecos y por gusto empecé a hacerlos. Luego descubrí la animación, comencé a jugar y sin idea de lo que tenía que hacer o alguna técnica, tomaba las fotografías, movía el muñeco y lo grababa, luego lo reproducía en cámara rápida y se veía el movimiento”, cuenta.

El gen artístico es herencia familiar, pues su madre pintaba y su tía hacía teatro; incluso cuenta de que niña quería contar historias, y le daban celos porque su hermano hacía obras de teatro y ella no; por eso el describir la escultura y la animación despertaron en ella una pasión desconocida.

“Me enamoré del mundo de la animación, de los muñecos; soy una persona muy tímida y al descubrir la escultura es muy cómodo para mí estar trabajando (…) Para mí esculpir es como darme un abrazo porque me siento en un estado meditativo, muchos de los proyectos que tengo surgen en el momento en que estoy escupiendo”, relata.

Su curiosidad la llevó a Puebla para tomar un diplomado de animación en stop motion, a su regreso a Xalapa cuenta que lo aprendido ahí le permitió tener un panorama mucho más amplio de los alcances de estos muñecos y su uso en la industria cinematográfica.

“Se me abrió un panorama de lo que se podía hacer con todo esto, de lo que podía crear con los muñecos no solo para estar en un repisa sino para contar historias”.

Frida relata que dependiendo del diseño de cada personaje su elaboración puede tardar 15 días tienen un costo que ronda los 3 mil 500 pesos, y en el caso de muñecos de animación se requiere de una estructura especial para ser animarlo; los más sencillos son de alambre de cobre, arcilla polimérica que funge como una plastilina un poco más dura, además de pelo.

El talento de Frida la hizo acreedora a la Beca Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) con la que inició un proyecto de observatorio en miniatura para el aprendizaje ontomológico de especies, y que está enfocado en niños; se trata de esculturas interactivas para el aprendizaje de sistemas veracruzanos. De esta manera realizó esculturas de insectos representativos de Veracruz para que conocieran las especies y su importancia.

“Fue muy bonito porque se interesaron en los insectos pero también por la escultura, cómo había hecho los insectos, qué materiales había usado”.

Actualmente el objetivo de Frida es aprender más sobre animación, construcción de set, filmar un cortometraje e incluso crear un estudio de animación en Xalapa; publica su trabajo en su cuenta de Instagram @fridaedith.zm y su canal de YouTube youtube.com/c/FridaZenil

AVC/Perla Sandoval

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