Científicos utilizan células madres humanas para crear una estructura que imita a un preembrión, lo que puede servir como alternativa de investigación.

Señalan que estos “blastoides” proporcionan una forma ética y eficiente de estudiar el desarrollo humano y buscar descubrimientos biomédicos en fertilidad y anticoncepción.

El más reciente esfuerzo se detalla en la revista Nature. Las estructuras no son embriones, pero los científicos, sin embargo, no los dejaron crecer más allá de las dos semanas por deferencia a las pautas éticas de larga data.

Un blastoide es un modelo de blastocisto, bola de células que se forma dentro de una semana de la fertilización y tiene aproximadamente el grosor de un cabello. Nicolas Rivron, investigador de la Academia de Ciencias de Austria y uno de los autores del artículo de Nature, dijo que los modelos son “una alternativa fantástica” a los embriones humanos para la investigación, en parte porque los embriones donados son difíciles de obtener y manipular en el laboratorio.

“Es extremadamente difícil usar tales embriones humanos para descubrir moléculas, genes o principios que nos permitan comprender mejor el desarrollo y también hacer descubrimientos biomédicos”, señaló Rivron.

Sin embargo, los sustitutos creados en laboratorio se pueden hacer, alterar y estudiar en grandes cantidades, y complementarían la investigación embrionaria, precisó.

Potencial de descubrimientos

“Esto desata el potencial de descubrimientos científicos y biomédicos”, agregó. Por ejemplo, lo que los investigadores aprenden al estudiar los blastoides podría usarse para desarrollar anticonceptivos que no incluyan hormonas.

No es la primera vez que los científicos crean un blastoide humano, señaló Magdalena Zernicka-Goetz, experta en biología de células madres de la Universidad de Cambridge, que no participó en el reciente estudio. Sin embargo, “cada paso es significativo”, mejorando la eficiencia a medida que los investigadores intentan dominar el modelo, sostuvo.

Para crear los blastoides, Rivron y sus colegas utilizaron dos tipos diferentes de células madres: embrionarias de líneas celulares previamente establecidas y reprogramadas a partir de células adultas, como las de la piel. No se crearon nuevas líneas de células embrionarias para la investigación.

En el futuro, es probable que las células madres reprogramadas a partir de células adultas se conviertan en el nuevo estándar en la investigación, destacó, pero las líneas celulares embrionarias establecidas son necesarias ahora porque “siguen siendo la referencia definitiva”. Añadió que los blastocistos se cultivaron por separado para compararlos uno al lado del otro con las estructuras creadas en el laboratorio.

El estudio mostró que los blastoides reproducían de manera confiable las fases clave del desarrollo embrionario temprano. Cuando se pusieron en contacto con células del revestimiento del útero que habían sido estimuladas con hormonas, aproximadamente la mitad se unieron y comenzaron a crecer de la misma manera que lo harían los blastocistos.

Rivron indicó que los investigadores detuvieron su crecimiento después de 13 días y analizaron las células. En ese momento, puntualizó, la colección de células no reflejaba un embrión de ese tiempo; no estaban creciendo ni organizándose lo suficiente.

Destacó que las preocupaciones éticas también entraron en juego: durante décadas, una “regla de 14 días” sobre el crecimiento de embriones en el laboratorio ha guiado a los investigadores.

AP

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