El Ing. Cuitláhuac García Jiménez, gobernador del estado de Veracruz, en el mensaje con motivo de su Tercer Informe de Gobierno, realizado el pasado 16 de noviembre en Tlacotalpan, se atrevió a presumir diciendo que en lo que va de su administración “HEMOS TRANSFORMADO VERACRUZ”; que su gobierno ha brindado defensa y justicia para las mujeres afirmando “en Veracruz, las mujeres ya son reconocidas, visibilizadas y pueden soñar y realizarse libre (sic); también dijo que la violencia y el crimen bajaron un 27%; agregó otro elogio, que en su gobierno ya no hay corrupción ni nexos con la delincuencia; en torno a la salud, dijo que la pandemia fue prueba superada y presumió las vacunas anti covid-19 enviadas por el gobierno federal a la población; también habló de que redujo la pobreza, entre otras “proezas”. Un mundo de ensueño.

Pero los veracruzanos de a pie, de los pueblos y las colonias, por ningún lugar observamos esa transformación de la que habla el gobernador. Cuando se habla de transformación uno se imagina una economía boyante, capaz de generar empleos para todos aquellos en edad de trabajar, con salarios bien remunerados que alcancen para comprar la canasta básica; un sistema de salud con hospitales bien equipados y con medicamentos suficientes para atender a la población; infraestructura educativa en condiciones para que los niños y jóvenes aprendan bien; que todos tengamos una vivienda digna que cuente con los servicios básicos, drenaje, agua potable, electricidad y calles pavimentadas; un campo produciendo los alimentos suficientes para hacernos independientes de otros países; carreteras bien construidas de cuatro o seis carriles como en los países desarrollados; un sistema deportivo bien estructurado que atienda al 100% de los mexicanos y lo mismo en el ámbito de la cultura; una alta inversión en ciencia y en desarrollo tecnológico para incrementar la productividad y la producción; una policía preparada y sueldos bien remunerados y que se respire un ambiente de paz y tranquilidad en el estado que te permita salir con confianza a pasear con tu familia.

Pero una situación de este tipo no se da en Veracruz ni en México, solamente ocurre en la cabeza del gobernador y de los regordetes chairos que lo acompañaron en su informe en la perla del Papaloapan y que atascaron los restaurantes de lujo del trayecto a Xalapa, haciendo a un lado la tan cacareada austeridad, desde luego, con cargo al erario.

Este mundo lleno de luces que ve el Ing. Cuitláhuac García, también se viene abajo con los datos de las instituciones encargadas de medir los índices de desarrollo. Por ejemplo, de acuerdo al Observatorio de Finanzas Públicas y Desarrollo de la Universidad Veracruzana, la economía de la entidad muestra una circunstancia adversa. Durante el segundo trimestre de 2021 tuvo una caída de -6.2%, comparada con la situación que tenía previo al inicio de la pandemia. Lo que también representa, conforme a lo aseverado por Hilario Barcelata, una tendencia negativa que viene presentando en los últimos cuatro trimestres. Es decir, está en crisis económica, Veracruz es el segundo lugar nacional con mayor población pobre: 4 millones 750 mil personas, seis de cada diez veracruzanos. El 58.6% vive en pobreza y pasa hambre todos los días. En lo que a empleo se refiere, al primer semestre del 2021, Veracruz se ubicaba en el séptimo lugar nacional en cuanto a informalidad laboral y entre los doce primeros con la más alta tasa de desocupación laboral (Inegi). El estado ocupa el tercer lugar nacional en pérdida de empleos formales debido a la pandemia y en el segundo trimestre de 2021 se perdieron 57 mil 585 empleos formales y no están cuantificados los informales. A todo hay que agregar el tremendo incremento de los precios, del gas y de los productos de la canasta básica.

En lo relativo a la salud, existen varios centros de salud y hospitales en abandono, que se iniciaron en administraciones anteriores y no se han concluido, en Filomeno Mata, Ayahualulco, Soteapan, Mecayapan y otros municipios. Por lo que Veracruz ocupa el tercer lugar a nivel nacional en carencias de salud pública: de 2018 a 2020 se duplicó el número de veracruzanos sin acceso a servicios de salud, pasando de un millón 170 mil personas a dos millones 509 mil, sin asistencia médica ni medicinas gratuitas (del 16 a 31 por ciento), de acuerdo al Coneval; Veracruz ocupa el cuarto lugar nacional en fallecidos por covid-19, las cifras oficiales reportan 14 mil muertos pero mucha gente falleció en sus casas porque no tenían ninguna opción a dónde recurrir a atenderse. Además, el gobernador se agencia un logro del gobierno federal, al presumir los avances en la vacunación contra la covid-19.

En cuanto a vivienda digna la realidad también es fea. Según el Coneval, el 37.8% de los veracruzanos no cuenta con servicios básicos, aunque en las zonas campesinas e indígenas y en las colonias populares de las principales ciudades del estado no hay pavimento ni drenaje sanitarios la gente se debate entre el polvo, lodo y la inmundicia, con la consecuente contaminación de los ríos y lagunas. Miles de personas no cuentan con vivienda propia y viven amontonados en una pequeña casa de lámina o cartón o una importante parte de su salario se le va en pago de renta. Muchos pueblos y colonias no cuentan con agua potable, por poner algunos ejemplos, las cabeceras municipales de Filomeno Mata y Jilotepec, colonias en la congregación de Mandinga y Antón Lizardo, Huatusco, Poza Rica, Fortín, etc.

En lo que a inseguridad se refiere, es falso que se brinde justicia a las mujeres, miente con mucha desfachatez el Ing. Cuitláhuac García, porque Veracruz ocupa el segundo lugar a nivel nacional en feminicidios y también es falso que haya bajado el secuestro, pues el estado ocupa el primer lugar nacional en este delito. Según reciente encuesta del Inegi el 82.6% de la población considera a Veracruz un estado peligroso. Esto se agrava por el alto índice de delitos denunciados ante la Fiscalía General del Estado de Veracruz, pues el 99% se quedan en la impunidad, es decir, sin atención, investigación ni solución.

Lo mismo podemos decir en cuanto a corrupción hay mucho de que hablar: del dinero público que se ha regresado a la Federación durante los tres años del gobierno de Cuitláhuac García, de los gastos no comprobados en las Cuentas Públicas del 2019 y 2020, los rumores de enriquecimiento de los funcionarios, debido a los moches que piden a las constructores para asignarles obras, el nepotismo prevaleciente, ya que muchos servidores públicos tienen a familiares incrustados en la nómina del gobierno y que ha crecido la extorsión a los automovilistas por parte de tránsito y transporte público del estado.

El campo ha venido sufriendo recortes en el Presupuesto de Egresos de la Federación y los productores veracruzanos están resintiendo de manera drástica los efectos de estos recortes. En el 2021, prácticamente no se echó a andar ningún programa por parte de la SEDARPA y los campesinos que sufrieron afectaciones en sus cultivos por los huracanes, no fueron apoyados con un solo peso para rehacer sus plantaciones.

Lo mismo podemos decir en relación al deporte, ¿cuántos deportistas veracruzanos lograron alguna medalla en los Juegos Olímpicos de Tokio?, las instalaciones deportivas están sin mantenimiento, un destacado veracruzano fue cesado de la Conade por desvío de recursos y en cuanto al deporte favorito de su protector, el béisbol, el equipo veracruzano no llegó ni a la final.

Es decir, el gobernador vive en un mundo fantástico, de mentiras y el evento en Tlacotalpan en realidad fue un acto de campaña para su candidata Rocío Nahle, calificado por muchos opinadores como un carnaval. Es tal el desprestigio de Cuitláhuac García y sus funcionarios, que a dicho evento no vino ningún funcionario ni político de cierta relevancia de su partido y de los gobiernos de otros estados, es decir, lo tiraron a loco.

Los veracruzanos debemos estar preocupados por esta situación que prevalece en un estado tan rico en recursos naturales y con gente trabajadora. Tenemos un mal gobierno que ha decidido aferrarse al poder recurriendo a la mentira, a la violencia y a la represión descarada, como consecuencia de que llegó al poder un hombre que no estaba preparado para gobernar y se ha rodeado de personas igual a él. Por lo que se ha dedicado a gastar sumas millonarias en pago de publicidad para vender una falsa imagen del gobierno a la población desinformada y tratar de engañarla. Basta ver la cantidad de espectaculares, spots, publicidad en medios impresos y digitales, en las redes sociales, mintiendo cínicamente sobre supuestos logros. Hay que asumir una actitud crítica ante esta situación y disponernos a no caer en el engaño.