«Marcial tuvo la sensación extraña de que
los relojes de la casa daban las cinco,
luego las cuatro y media, luego las cuatro,
luego las tres y media […]
Los muebles crecían. Se hacía más difícil
sostener los antebrazos sobre el borde
de la mesa del comedor. Los armarios de
cornisas labradas ensanchaban el frontis […]
Las butacas eran más hondas
y los sillones de mecedora tenían
tendencia a irse para atrás»
Alejo Carpentier.
Viaje a la semilla.

 

El relato de 1944 de Alejo Carpentier Viaje a la semilla, la escena final de la película de 1968 de Stanley Kubrick 2001: Odisea del espacio, y la película de 2008 de David Finche —basada en un relato de F. Scott Fitzgerald publicado en 1922— El curioso caso de Benjamin Button, por citar solo tres ejemplos, son historias que plantean el proceso de «desnacer», el retorno al origen. Si bien el recurso —según nos informa Patricio Pron en su artículo Viaje a la semilla publicado en Letras Libres— «es más frecuente de lo que parece» en la literatura, en la música resulta novedoso; el prolongado —y absolutamente insospechado e inusitado— confinamiento que ha vivido la humanidad durante más de un año, dio origen a una suite que se desarrolla en retrospectiva, Grito en tu cielo, relato en siete capítulos —los siete días la creación— en el que Pibe Árcega, a través de su proyecto ParceGaD, nos conduce desde punto más alto de un árbol hasta la mayor hondura de su raíz.

En el principio es la palabra: «muchos años atrás, el mundo estuvo en dos partes». Con esa sentencia —en la voz de su pequeño hijo— se hace la luz; ese primer capítulo, PanGea, es un viaje sonoro por atmósferas cósmicas que desemboca en el El niño del balón, capítulo que narra el desarrollo de la música, desde su origen exclusivamente rítmico al surgimiento de la melodía y, finalmente, la aparición de la armonía. La electrónica sigue siendo vehículo de este ostinato lúdico que rememora y homenajea emotivamente —según explica Aarón Cruz en el cuadernillo que acompaña al álbum— al «hermano fallecido en la adolescencia».

JilgueRoCú, el tercer capítulo, es el primer punto del tronco del árbol, la transición entre la fronda y la raíz, entre la libertad del cielo y los nutrientes del subsuelo. Aparece la leona y con ella los primeros apuntes del lenguaje del son jarocho.

En el cuarto episodio, LaMesa, la armónica nos conduce a otra ramificación de la misma raíz, el blues (que es también la raíz del armonicista colimense autor del álbum), y genera una atmósfera que nos conduce —vuelvo a Cruz— «por el clima y los paisajes de Colima».

Grito en tu cielo, el capítulo quinto, es el aterrizaje, una pieza a ras de suelo plantada en la realidad. Con un son jarocho explícito, Kamal González nos enfrenta con una de las más fuertes lastimaduras de nuestra patria: la desaparición de personas. «Las imágenes presentes / con los sueños mutilados, / las risas están ausentes» dice la voz principal. «Poniendo un grito en tu cielo, / poniendo un grito en tu cielo, / poniendo un grito en tu cielo», responde el coro. Y entre aves y atmósferas electrónicas, una voz multiplicada inserta en la pieza el poema Desaparecidos de Mario Benedetti: «Están en algún sitio / concertados, desconcertados / sordos: buscándose, / buscándonos […] quizá convalecientes de su muerte privada […] ven pasar árboles y pájaros / e ignoran a qué sombra pertenecen». El capítulo se cierra con un retorno al son jarocho.

Fiesta paraísO, la siguiente parada sobre la tierra, se desarrolla en el lado soleado del árbol, es un festín celebratorio de la vida, que nos prepara para la inmersión en el subsuelo. Los enanos, el séptimo día de la creación, es la instalación definitiva en la raíz para, a partir de ella, reiniciar el nuevo viaje. El son jarocho tradicional interpretado por Mono Blanco y la voz de don Andrés Vega es el origen de la invención sonora de un músico que puede explorar parajes desconocidos sin perderse porque no viaja al garete, como papalote, se mantiene un hilo conductor que le impide separarse del origen de su vuelo: la raíz. Y justo al final aparece una nueva revelación: no era árbol, era palma de coco.

Kamal González, Saúl Cobián, Emerson Magaña, Raúl Arias y Edson Gutiérrez son los compañeros de este viaje cuyas coordenadas son tradición, modernidad, invención sonora y consciencia social. Grito en tu cielo está en Bandcamp y en la Web oficial de Pibe Árcega, no dejen de visitarlo.

 

VER TAMBIÉN:
Viaje a la raíz | Pibe Árcega / I
The Feeling of Jazz | Pibe Árcega / II
The Long and Winding Road | Pibe Árcega / III

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