“Podría ser el ejército de los EEUU quien llevó la epidemia a Wuhan. ¡Sean transparentes! ¡Hagan públicos sus datos! ¡Estados Unidos nos debe una explicación!”

El incendiario mensaje de Zhao Lijian, vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, fue la campanada inicial a una guerra de desinformación lanzada por el régimen de Xi Jinping que se extendió por el mundo a la par del brote de coronavirus iniciado en Wuhan, declarado como pandemia por la Organización Mundial de la Salud el 11 de marzo de 2020.

Una investigación de la agencia de noticias AP y el Laboratorio de Investigación Digital Forense (DRFLab, en inglés, ver el texto completo debajo) desentrañó cómo la campaña que inició Lijian logró propagarse a millones de personas para tratar de desviar la atención y contrarrestar los datos concretos que llegaban desde la propia China sobre el origen y el alcance potencialmente masivo y mortal de la pandemia.

El análisis, basado en una revisión de millones de publicaciones y artículos en redes sociales en Twitter, Facebook, VK, Weibo, WeChat, YouTube, Telegram y otras plataformas, sitúa la noche del 12 de marzo de 2020, con una lluvia de mensajes del vocero del régimen chino, como ”el primer experimento digital verdaderamente global del Partido (comunista chino) con desinformación abierta”.

El estudio revela que los diplomáticos chinos se han movilizado en las plataformas de redes sociales occidentales como nunca antes: triplicaron sus cuentas de Twitter y duplicaron las de Facebook desde finales de 2019, cuando ambas plataformas están prohibidas en China.

“¿Cuándo comenzó el paciente cero en EEUU?”, tuiteó Zhao aquel 12 de marzo: “¿Cuántas personas están infectadas? ¿Cuáles son los nombres de los hospitales? Podría ser el ejército de los EEUU quien llevó la epidemia a Wuhan. ¡Sean transparentes! ¡Hagan públicos sus datos! ¡Estados Unidos nos debe una explicación!”, insistió.

Se activaron entonces los tentáculos de la máquina de mensajería global china, con números que dejan en evidencia el plan: los 11 tuits que Zhao posteó entre los días 12 y 13 de marzo, fueron citados más de 99.000 veces durante las siguientes seis semanas, en al menos 54 idiomas, según el análisis del DFRLab. Las cuentas que hacían referencia tenían casi 275 millones de seguidores, un número que podría incluir seguidores duplicados y cuentas falsas.

Incluso líderes estadounidenses conservadores contribuyeron a difundirlos con sus críticas a Zhao y llevaron sus tuits a audiencias aún más grandes y diversas. AP y DRFLab mencionan entre ellos a Donald Trump Jr.

Pero la maquinaria de Beijing fue por más: el periódico Global Times y al menos 30 cuentas diplomáticas del régimen de Xi Jinping, desde Francia hasta Panamá, apoyaron a Zhao. El ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela y el corresponsal de la cadena rusa RT en Caracas, así como cuentas saudíes cercanas a la familia real, también ampliaron significativamente el alcance de sus mensajes, lo que ayudó a lanzar sus ideas al español y al árabe.

Sus acusaciones recibieron un tratamiento acrítico en los medios de comunicación estatales rusos e iraníes y se repitieron en los foros de discusión de QAnon. Pero su mayor audiencia, con mucho, se encuentra dentro de la propia China, a pesar de que Twitter está prohibido allí. Los hashtags populares sobre su tormenta de mensajes fueron vistos 314 millones de veces en la plataforma de redes sociales china Weibo.

A última hora de la noche del 13 de marzo, Zhao publicó un mensaje de gratitud en su Weibo personal: “¡Gracias por su apoyo, trabajemos duro por la patria!”

Las manos de Rusia e Irán

Según la investigación, China se apoyó en la estrategia e infraestructura de desinformación de Rusia, utilizando una red establecida por el Kremlin para sembrar y difundir informaciones. Los medios estatales rusos fueron los primeros en legitimar la teoría de que Estados Unidos diseñó el virus como un arma. Los políticos rusos se unieron al coro.

“Uno amplificaba al otro… Cuánto estaba controlado por altos mandos, cuánto era casual, era muy difícil de determinar”, explicó Janis Sarts, directora del Centro de Excelencia en Comunicaciones Estratégicas de la OTAN, con sede en Riga, Letonia.

Irán también intervino. El mismo día que Zhao tuiteó que el virus podría haber venido del Ejército de Estados Unidos, el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Khamenei, anunció que el COVID-19 podría ser el resultado de un ataque biológico. Luego usó esa conspiración para justificar el rechazo de la ayuda de COVID-19 de EEUU.

La campaña continuó con el aparato estatal de medios chino, que diez días después de los primeros tuits conspirativos de Zhao, se pusieron en acción: “¿El gobierno de los Estados Unidos ocultó intencionalmente la realidad del COVID-19?” preguntó un sugerente artículo de opinión en mandarín publicado por China Radio International el 22 de marzo. “¿Por qué fue cerrado en julio de 2019 el Instituto de Investigación Médica de Enfermedades Infecciosas del Ejército de EEUU en Ft. Detrick, Maryland, su base de pruebas bioquímicas más grande?”

En cuestión de días, las versiones del artículo aparecieron más de 350 veces en los medios estatales del régimen, principalmente en mandarín, pero también en todo el mundo en inglés, francés, italiano, portugués, español y árabe, según un relevamiento de AP.

La Embajada de China en Francia promovió la historia en Twitter y Facebook. Apareció en YouTube, Weibo, WeChat y una gran cantidad de plataformas de video chinas, incluidas Haokan, Xigua, Baijiahao, Bilibili, iQIYI, Kuaishou y Youku. Una versión musicalizada fue propagada en Douyin, la versión china de TikTok.

El relevamiento concluye que en abril de 2020, Rusia e Irán abandonaron en gran medida la campaña abierta para impulsar la teoría de la conspiración de armas biológicas, pero China ha continuado.

En enero de 2021, mientras un equipo de la Organización Mundial de la Salud revisaba los registros en China para tratar de identificar los orígenes del virus, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Hua Chunying, instó a Estados Unidos a “abrir el laboratorio biológico en Fort Detrick, dar más transparencia a temas como su más de 200 laboratorios biológicos en el extranjero, que inviten a expertos de la OMS a realizar un rastreo sobre el origen (del covid-19) en los Estados Unidos“.

Sus comentarios se volvieron virales en China. En medio de las evidentes campañas, el ministerio le dijo a la agencia AP que se opone resueltamente a difundir teorías de conspiración. “No lo hemos hecho antes y no lo haremos en el futuro”, aseguran.

INFORMACIÓN/DRFlab

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