Con las búsquedas paralizadas a causa de la pandemia por covid-19, las familias de personas desaparecidas se enfrentan a la impotencia por no poder seguir con su labor para encontrar a sus seres queridos, lo que las ha llevado a casos de depresión.

En Veracruz si bien no hay datos estimados sobre el número de familiares que han resultados positivos a la enfermedad de covid-19 se tiene el reporte de tres fallecimientos a causa de esta; el miedo al contagio y el hecho de que la mayoría de los integrantes de colectivos no cuentan con asistencia social de ningún tipo, los ha puesto en un estado de vulnerabilidad mayor.

De acuerdo con el Diagnóstico de afectaciones a partir del covid-19 elaborado por el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia AC, en los cuatro estados encuestados (Veracruz, Oaxaca, Puebla y Estado de México) las familias de personas desaparecidas se enfrentan a crisis económica derivado de la falta o reducción de sus ingresos,, falta de apoyo para el seguimiento de trabajos de búsqueda, pero también de una falta de apoyo para tratamiento médico y psicológico.

El estudio recoge las opiniones de ocho colectivos en Veracruz: Unidos por Amor a Nuestros Desaparecidos, Solecito Veracruz, Buscando Corazones Perdidos Xalapa, Corazones Ausentes, Familiares en Búsqueda María Herrera Xalapa, Colectivo Madre Luna de la Cuenca, Grupo Buscando a Nuestros Desaparecidos y Desaparecidas Veracruz y el Colectivo Familias Desaparecidas Orizaba Córdoba.

Nuevos Casos de Desaparecidos

El informe advierte que las desapariciones han continuado aun en el contexto de la pandemia y que las posibilidades de buscar de manera inmediata se han reducido, por lo que su papel se limita a brindar asesoría telefónica, hacer y difundir fichas de búsqueda y presionar a las autoridades para que hagan su trabajo. En Veracruz narra el caso de un aumento en homicidios y desapariciones. “Sí, han aumentado las desapariciones y han aumentado los homicidios, antes de que me llamaras estaba asesorando a dos familias, diario desaparecen tres o cuatro. En Huatusco cada mes, o cada quince días, hay mínimo dos o tres homicidio”, dijo una de las entrevistadas.

“Desde que empezó, no ha cesado. Yo estaba viendo que en una semana ha habido siete desapariciones en Veracruz, y además en los alrededores de Xalapa ha habido cinco, luego dos y así han ido desapareciendo. Han sido muchos. No ha parado. Veracruz”.

En Veracruz y Puebla, las víctimas de desaparición son, en su mayoría, adolescentes y mujeres jóvenes. “Han desaparecido muchos menores, trece, catorce, quince, dieciséis, tanto niños como niñas, pero más niñas, aquí en Huatusco”, relata el informe que marca los meses de julio, agosto y septiembre como los que mayor número de casos registraron.

No hay avances e investigaciones

En el contexto de la pandemia, la mayoría de las voceras coinciden en que abrir carpetas de investigación no ha sido un problema, las autoridades tienen disposición para ello. Sin embargo, cuando se trata de investigar y localizar a los desaparecidos, la falta de personal y voluntad política –aunado a las dificultades internas de investigación y la escasez de recursos– entorpecen los procesos de búsqueda y los casos permanecen, en su mayoría, sin avances.

Una de las quejas constantes es que no hay avance en las investigaciones y la falta de voluntad de las autoridades, quienes comúnmente responden que “no pueden checar cómo están los expediente ni cómo van las diligencias” debido a las restricciones de la pandemia. Las búsquedas en fosas también se han detenido por completo. El 75% de los colectivos señaló que se han retrasado las búsquedas.

“El nulo avance en los casos es algo que impera en los cuatro estados. Asimismo, las representantes de los colectivos han denunciado que no hay avances en las carpetas, ni en la Fiscalía General de la República ni a nivel local. Ambas instancias se encuentran prácticamente detenidas”.

En Veracruz, entre cuatro y cinco meses, las labores de búsqueda estuvieron completamente detenidas; no se hacía ningún tipo de ésta. De acuerdo con los colectivos de esta entidad, las búsquedas comenzaron a reanudarse hasta agosto con nuevos lineamientos de sana distancia, limitantes para las personas, horarios más reducidos. “Nos han pedido consumir alimentos reducidos en grasa para no tener infecciones en el estómago, para no parar búsquedas por sospecha de COVID y, si tenemos algún sín- toma, decirlo, además de viajar con cubreboca”, señaló una de ellas.

A lo anterior se suma los cambios constantes de persona, como en el caso de Veracruz en donde hubo un cambio de jefa en la unidad de búsqueda y ahora las integrantes de los colectivos no conocen a los nuevos funcionarios.

Sin mesa de dialogo

Antes de la pandemia, uno de los colectivos de Veracruz afirmó que “nos tomaba dos semanas para que pasaran todas las integrantes con su fiscal a revisar su carpeta, cada dos horas diez o quince personas. Dos semanas enteras metidas ahí y gestionando que sus carpetas estén completas, que ya hayan tomado muestras de ADN, que en casos de larga data es lo más importante”.

En estos meses, en Veracruz se ha buscado que las mesas de trabajo con el gobernador se lleven a cabo por medio de videollamadas, lo cual está en discusión porque él no quiere que sea en este formato, tal vez “por la gravedad de los casos”.

De acuerdo con los colectivos de Veracruz, no han tenido contacto alguno con la Fiscalía General de Justicia del estado. Tanto la comunicación como la atención han sido nulas. Esta dependencia no comparte ningún tipo de información y mantiene a las integrantes de los colectivos en un estado de incertidumbre total. “No les han dicho nada de sus pendientes, ni de cuándo se va a regresar a la búsqueda”.

Las integrantes de los colectivos opinan que el Registro Nacional de Personas Desaparecidas tiene muchas deficiencias y que es difícil de manejar. Debido a la inexactitud de los datos que contiene, muchas mostraron una enorme indiferencia por esta base de datos.

“Ya lo revisamos y muchos de nuestros desaparecidos no apa- recen, nos molestamos mucho con Quintana, porque si mi hijo no aparece en el registro de desaparecidos entonces deben de tener su cuerpo en algún lado ¿no?”, respondió una de las activistas.

Las voceras ven en la pandemia una nueva tragedia a la que se debe sobrevivir para continuar en la búsqueda. La reflexión sobre la necesidad de no contagiarse ni enfermar para poder continuar, así como la angustia que les causa la posibilidad de morir antes de encontrar a sus seres queridos, hace parte de su imaginario actual.

Sin apoyos de búsqueda

A la pandemia, se suma que los colectivos enfrentan dificultades para solventar los gastos de sus traslados para diligencias de búsqueda, principalmente porque las integrantes de los colectivos han perdido sus fuentes de ingresos y los apoyos económicos de instituciones gubernamentales, como las comisiones de atención a víctima.

“No hemos podido salir a hacer las diferentes actividades que regularmente hacíamos antes. La mayoría de los integrantes viven de lo que trabajan. No tenemos financiamiento de ningún tipo. Nosotros aportamos como podemos. Unos más, unos menos”, fue una de las quejas recurrentes

En otros casos se ha paralizado las búsquedas, y los colectivos han tenido que migrar sus esfuerzos a los acompañamientos a distancia, reduciendo gastos en este momento de crisis económica para las familias, además, mediante la organización al interior de los colectivos, suelen realizar apoyos solidarios para las compañeras con mayor necesidad.

Sin acceso a servicios de Salud

Los cuatro colectivos reportaron que a nivel nacional se registraron 24 de sus integrantes con covid-19, pero el 50 por ciento admitió tener a un familiar con la enfermedad. Las voceras de colectivos señalaron que sólo una minoría es la que tiene acceso a los servicios de salud públicos como IMSS, ISSSTE o PEMEX derivado de sus trabajos formales, o bien porque están jubiladas o cuyos familiares tienen prestaciones debido a sus empleos y están en capacidad de asegurarlas.

“El resto de las integrantes contaban con Seguro Popular, el cual ha dejado de existir, por lo que recurren a la atención que les pueden brindar las Comisiones tanto Estatal como Nacional de Atención a Víctimas, pero los procesos suelen ser tardados y llenos de trabas, por lo que deben pagar los servicios de salud privados, por ejemplo, asistir a los consultorios de las farmacias”.

En Veracruz se registró el caso de una joven que buscó atención médica en varios hospitales de la zona de Tierra Blanca, pero que fue regresado a su casa por ser una paciente sospechosa a covid. El documento señala que el 52 por ciento de los colectivos no tiene acceso a servicios de salud y han tenido que gasta poco más de 2 mil 600 pesos para la atención de covid-19, a pesar de que sus ingresos mensuales no superan los 2 mil pesos.

“Sólo conozco a alguien que tiene IMSS, pero los demás no tienen nada, yo no tengo nada, nos quedamos sin el Seguro Popular. Ayer se estaba muriendo una persona y la regresamos a su casa porque en ningún lado la quisieron atender, lo económico es lo que importa y es con lo que uno menos cuenta. Yo me espanté porque no encontramos un doctor en toda Tierra Blanca que nos atendiera a la muchacha, fuimos a varios hospitales y no nos quisieron atender porque podía ser COVID. La regresamos a su casa y le hice un té para el dolor y ya”, narró una de las voceras en el estado.

De manera general, no hay un estimado de casos entre miembros del colectivo pues muchos no dan a conocer su condición ante el temor de ser señalados o discriminados por tener la enfermedad. A ello se suma que existe desconfianza entre las autoridades e instituciones médicas, pues las personas contagiadas prefieren tratarse en casa antes que ser ingresas en algún Hospital por creencia de que podían salir en una urna de cenizas.

“Se avisó a la CEEAIV y a la CEAV y se les canalizó para el ISSSTE y un centro de salud, pero no fueron a atenderse por lo que decían de entrar positivo y salir muerto, y se trataron en casa. Se les dijo que era bajo su responsabilidad y que podían ponerse graves, pero estaban decididas a cuidarse por su cuenta y gracias a Dios todas se recuperaron”, señaló una de las voceras en Veracruz.

En Veracruz se reportaron casos en que a pesar de solicitar el apoyo de la Comisión Estatal de Atención a Víctimas (CEAV) para atender su salud, esta se negó a cubrir los gastos necesarios. “Ella y su familia se tuvieron que mover y conseguir por su cuenta porque no tuvieron atención, vieron con CEAV, y no quisieron cubrir los gastos”, señala el reporte .

Covid-19 empeora condiciones preexistentes

Los familiares de personas desparecidas presentan algunas condiciones que los hacen más vulnerables ante el covid-19 como en el caso de hipertensión, diabetes y obesidad, que se suman a otros padecimientos que si bien ya se presentaban tras su pérdida se han exacerbado como el insomnio, ansiedad y depresión, principalmente por los problemas económicos, la incertidumbre respecto a sus casos, la falta de actividad e interés de las autoridades y la sensación de no estar haciendo nada para buscar a los suyos.

“Muchas luego me piden que les ayude con un psicólogo o psiquiatra porque sienten que se están volviendo locas, entonces para que las vayan a ver a sus casas. Sí hace falta esa parte, porque se sienten sin trabajo, sin comer, encerrados, cualquier enfermedad que tengan se va a exacerbar”, señaló una de las voceras.

“Nos ha afectado mucho el encierro, incluso para las búsquedas, cuando nos sentíamos mal buscábamos y así ya no sentíamos que estábamos de brazos cruzados. Pero ahora, las familias están muy preocupadas y ansiosas, lo que más tienen es estrés, ansiedad, depresión, y aparte no tienen dinero. No hay búsquedas para calmarnos y tampoco dinero, pero hay familias donde las señoras son las cabezas de familia y ahorita no están trabajando, y súmale el estrés de que no están trabajando bien las fiscalías”, reconoció una de las no entrevistadas.

Crisis económica

La pérdida de empleos es otra de las afectaciones que enfrentan los familiares de personas desaparecidas debido a que la mayoría de los colectivos están integrados por mujeres que eran el sostén de sus hogares tras la desaparición de sus seres queridos.

El informe detalla que durante la pandemia el 44 por ciento de los integrantes de los colectivos tiene un empleo formal y al menos el 9 por ciento se encuentra desempleado; el 25 por ciento de entre quienes continúan laborando reportó una reducción en sus horas de trabajo y el 18% en su salario.

“Las integrantes de los colectivos se han visto obligadas a buscar alternativas para poder seguir percibiendo un ingreso. Han cambiado de tipo de trabajo o incluso han cerrado sus ne- gocios para poder buscar un trabajo que les deje una mayor ganancia”, señala el informe.

El reporte señala que a mayoría no tiene empleos formales porque requieren flexibilidad para dedicar tiempo a la búsqueda, lo cual genera que no tengan un ingreso fijo y, al mismo tiempo, en muchos casos significa que si no trabajan no tienen para los gastos básicos como comida y renta. Por eso algunas se dedican a labores de limpieza en hogares y negocios, antes de la pandemia trabajaban toda la semana, ahora sólo trabajan un par de días y en algunos casos perdieron su empleo por la pandemia; otras están dedicadas a las ventas en los tianguis o en bazares, actividades suspendidas por no considerarse esenciales.

Otras mantiene algún negocio propio, como una pequeña tienda (comercio informal). Sin embargo, debido a las bajas ventas, sostenerlo se ha vuelto cada vez más difícil; en Veracruz, había una familia que se dedicaba a la venta de cosas para la escuela, como desayunos, y ya no pueden vender. Se han quedado casi sin ingresos. Algunos más se sostienen gracias a sus pensiones y otras tienen trabajaos formales pero son una minoría.

AVC

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