Yo podría habitarte y existir en la sangre que llamas ajena a tu cuerpo

Si toco y abres ¿sanarías tu sonrisa? Tu sonrisa vuela libre como un pájaro y se cuelga como luna bajo tus ojos.

Tus ojos, noches de marea alta, nadan por mis pensamientos casi como si besados hubieran sido por mi boca, la boca mía que a tu nombre susurra entre el sueño y la epifanía

Coloco en tus manos un gorrión llamado esperanza, cálido diamante que como el Fénix de la muerte cobra vida.

Esta noche toma mi mano y regálame las palabras nunca dichas. Déjame acércame tanto a tu pecho que escuche de tu corazón los sonidos del universo. Seamos dioses coronados por la vigilia.

Y esa cicatriz que diáfana en tu carne imagino, déjame con la línea de mis palmas compararla. Que tu vida sea este destino que ni en profecía ni verdecito se había advertido.

Ven, ábreme que toco fuerte o déjame dormir en el sereno gritando y pescando las estrellas que se esconden en el lunar de tu labio.

Ven, invéntame en tu noche colores pálidos para serme de ti un fantasma permanente que more en tu almohada.

Yo podría habitarte y existir en tu memoria fragmentando el recuerdo pasado que en silencio baila, que escurre por tu pupila.

Estoy aquí y yazgo en llamas

Déjame pasar a tu carne, déjame lamer tus heridas.

 

 

 

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