Cuando pase la pandemia y se disipe la polvareda de la tragedia y polarización, podríamos vivir una revolución de las batas blancas, la movilización de millones de médicos en el mundo que asumieron las consecuencias del desprecio generalizado por la salud y la ciencia.

Este fin de semana, la doctora Edith Rodríguez Romero, académica y ex secretaria de Salud, una de las personas que mejor conoce el sistema de salud en el país y en nuestro estado, compartió un texto anónimo al que consideró “un lamento desgarrador que evidencia muchas cosas de nuestro Sistema de Salud”, y que plantea un escenario posible el día después de mañana de la pandemia. Por la fuerza del relato, me permito reproducirlo de forma íntegra:

NO SOMOS HÉROES. SOMOS MÉDICOS. Dejemos las cosas claras el día de hoy. Estamos en una de las mayores crisis de salud de la humanidad y los médicos somos llamados nuevamente para salvar a personas, vidas y enfermos, algunos llamados a regresar de nuestro retiro.

Les reitero a mis colegas: No aceptemos este discurso de que somos abnegados héroes. ¡Basta! Veo a los medios y al gobierno llamando a los médicos: “héroes”, súper humanos, hombres que no duermen y arriesgan su vida, genios ilustrados y hasta aplausos les brindan por la noche, etc.

¡Héroes pero en un infierno! Muchos profesionales de la salud han muerto en el mundo durante esta epidemia y nadie se pone a pensar que no somos soldados en una guerra, que somos padres y madres, que tenemos hijos, familias, que tenemos cuentas por pagar.

No veo al gobierno becando a nuestros hijos ni nadie preocupado por nuestras deudas. Pero eso sí, todos quieren que nuestro trabajo sea gratuito y altruista. Somos masacrados por el Estado, abogados, aseguradoras etc. Sufrimos ataques de nuestros derechos y prerrogativas por parte de políticos, directivos, empresas e incluso de otras profesiones que dicen que somos como ellos, aunque ellos nunca se ofrezcan al sacrificio de ningún tipo.

¿Dónde están los homeópatas, acupunturistas, curanderos, osteópatas y quiroprácticos en estas horas epidémicas y de gran necesidad para los enfermos? ¿No veo ningún homeópata en terapia intensiva luchando por la vida de un paciente o sí? ¿Dónde están los armonizadores faciales, esteticistas, biomédicos, fisioterapeutas de botox y rellenos, nutricionistas, expertos en inmunoshot, inmunocal y en remedios mágicos tan apreciados? ¿Dónde están los políticos de este país que dicen que un médico es arrogante y que sólo queremos privilegios? Las aseguradoras que cómodamente encuentran un gran momento para no gastar y suspenden las operaciones y tratamientos ¿en “aras de la salud”?

Entonces, ahora que los médicos estamos en primera línea sin máscaras, sin googles ni equipos de protección personal adecuados, sin gasas o cubrebocas, sin armas terapéuticas, sin ayuda, sin reactivos para detectar enfermedades, y que no se compran por mantener subsidios, becas y apoyos para votantes. Por eso no hay estudios diagnósticos suficientes en esta epidemia.

Mientras un estudiante de especialidad o residencia recibe ayudas ridículas de apenas unos cuantos pesos a la quincena por muchísimas horas de trabajo. ¿Somos héroes? ¡Nada de eso! Entiendo que es una lucha mediática de egos entre los políticos por aprovechar los reflectores, porque de eso viven.

Pero es hora que la medicina sea valorada en ese país. Es hora de tener salarios dignos, justos y compatibles con la importancia de nuestra profesión y nuestro trabajo. Es hora de dejar de malbaratar nuestra profesión ante las compañías aseguradoras, hospitales y administradoras de salud.

No somos héroes, somos profesionales igual que todos, ¡¡quizá imprescindibles!! Nos diferenciamos por la naturaleza de nuestro trabajo y la enorme responsabilidad. Ni mejor ni peor, sino una profesión diferente. Necesitamos dejar de aceptar esto de ser “un apóstol” y un héroe. Esto del apostolado es un pretexto para que el Estado y el mercado médico continúen sin valorarnos, porque debemos ser abnegados y altruistas.

Ahora es el momento de cambiar ese juego. Requeriremos trabajar con el equipo necesario. No somos soldados, para ir a una guerra y morir… ¡no! Después de estudiar 20 o 24 años; sólo somos doctores, sólo somos seres humanos, pero también tenemos familia, a la cual diariamente vemos y abrazamos llenos de gérmenes adquiridos en nuestro trabajo, sin que nadie valore esto.

¿Quién no atendió, hizo traqueostomía o le tosió en la cara un paciente con tuberculosis o pseudomona multirresistente? y después de eso salirse a echar unos tacos, sé que tenemos sistema inmunológico de recolector de basura pero eso es una ruleta rusa, un día una bala nos tocará o ti o a tus hijos o esposa que te darán un beso al llegar de tu trabajo.

Después de la crisis y de esta grave contingencia, los convoco a unirnos y exigir un giro radical en la forma en que nos tratan las aseguradoras, hospitales públicos y privados, los empresarios de la medicina y principalmente el Gobierno de nuestro país.

Dejemos de cargar la responsabilidad de la falta de medicamentos, suturas, material y estudios, cuando es responsabilidad del estado proveerlos, y soportar que a nosotros nos reclame el paciente y hasta nos demande civil y penalmente, cuando se destinan cantidades multimillonarias a campañas políticas, partidos, legisladores, gobernadores, policías ineficientes, corruptos jueces y magistrados con sueldos millonarios, y dejen de seguir sacrificando cómo hoy la salud y la educación del pueblo.

¡Yo, tú y todos los médicos, levantemos la voz en cuanto esta contingencia pase!
Porque somos médicos, porque somos personas. ¡PORQUE NO SOMOS HÉROES!”

¿Acaso estamos ante el nacimiento de la revolución de las batas blancas? Pronto lo sabremos, cuando pase la crisis porque el Covid-19 llegó para quedarse.

Las del estribo…

1. Ocho palabras podrían cambiar la historia de Veracruz: El padre o la madre de hijos veracruzanos. Nadie puede negar la astucia de una reforma que evita modificar los requisitos para ser gobernador. Ahued, Nahle y cualquier otro tienen el camino despejado. Dentro de poco, bastará con venir a pasar unas vacaciones para ser veracruzano de pleno derecho.

2. La escandalosa venta de respiradores a un sobreprecio por parte del hijo de Manuel Bartlett no es sino el síntoma de la enfermedad llamada 4T: corrupción, arrogancia, cinismo.