“Alfonso Romo está más fuera del gabinete que dentro”. Raymundo Riva Palacio

Lo sabemos porque hemos sido, como el lenguaje coloquial lo explica, “borrachos y cantineros”. Comenzamos, curiosamente, al revés, del otro lado del mostrador, trabajando para don Manuel Carbonell de la Hoz en la poderosa subsecretaría de Gobierno, donde estaban la maestra Emma Rodríguez Cañada, el inquieto joven Ricardo Olivares Pineda (recién egresado de la UV) y el abogado Eugenio Castañeda, quienes formaban el equipo de colaboradores cercanos al maestro Carbonell; yo llegué ahí, invitado por el maestro Teodoro Couttolenc Molina, para incorporarme a ese selecto grupito de políticos profesionales que habían alentado, y arropaban la precandidatura de Carbonell a la gubernatura del estado.

La tarea que nos asignaron fue la de redactar desplegados de adhesión en favor del precandidato y distribuirlos entre los medios impresos que en ese tiempo había, para promover ese proyecto político.

Nadie nos exigió la publicidad, al contrario, fuimos personalmente a los medios a pedir planas y planas que deberían aparecer al día siguiente, con crédito a la palabra, y así como pedimos cumplimos, los pagos se canalizaron al Instituto de Pensiones del Estado (IPE) de cuyas arcas se financió la precampaña de don Manuel Carbonell de la Hoz. Fueron dos días de intensa actividad y el proyecto lo tumbó don Jesús Reyes Heroles, en aquel tiempo presidente del CEN del PRI, quien dictó desde sus oficinas las ocho columnas del más poderoso medio del país, Excélsior, con un: “Yo como veracruzano no he votado por él”.

Con cajas destempladas, me fui a la Ciudad de México en busca de una oportunidad periodística; las que encontré no me convencieron. Regresé a Xalapa y entré al diario Tiempo, propiedad del maestro Rafael Zúñiga Martínez (extraordinario periodista) y, junto con don Carlos Franco, nos encargamos, unos meses, de la edición de Tiempo, aprendiendo a hacer periodismo diario, reporteando, buscando la nota, aplicando lo que nos enseñaron en la Facultad de Periodismo de la UV y, lo más importante, practicando el diarismo que es lo que te da la categoría de periodista, con reportajes, entrevistas exclusivas siempre, notas de color, aprendiendo a manejar todos los géneros del periodismo.

Después me fui a El Dictamen donde entendí que había trepado un par de escalones cuando menos y de ahí me invitaron a la Universidad Veracruzana para desempeñar el honroso cargo de director de Comunicación Social, bueno, en ese tiempo simple Jefe de Prensa de la UV, cargo que traté de cumplir con mucha honra aplicando todos los conocimientos adquiridos en mi corta carrera de periodista.

Toda esta explicación la doy para explicar que entiendo con toda claridad lo que el Presidente de México ha querido hacer con los trabajadores de los medios de comunicación, al provocarlos todos los días y cada que puede, y poner a la sociedad en su contra. Esos periodistas, a los que ha combatido Andrés Manuel López Obrador calificando de chayoteros, empleados de la clase conservadora de México, nuestros enemigos, malos periodistas (malo o bueno no lo califica una sola persona, lo decide la sociedad, los lectores, quienes confían en ellos, no un presidente por decreto), confrontando a la sociedad con los trabajadores de los medios, con los comunicadores más experimentados del país.

Porque deben saber que, para alcanzar los sitios en los que se encuentran, todos los denostados de la 4T estudiaron una carrera universitaria, han dedicado su vida a comunicar, a informar, saben cómo hacerlo para ganar credibilidad y, al mismo tiempo, prestigio; no cualquier pendejo al que se le ocurra puede volverse periodista de un día para otro. Por lo tanto, los hoy denostados se han ganado el derecho de obtener recursos de su esforzado trabajo para vivir, junto con sus familias, con decoro.

Un periodista de esos que con tanto empeño combate AMLO se levantan a las cinco de la mañana para prepararse e irse a la televisora o radiodifusora a conducir, de las siete de la mañana a las nueve, un noticiero; desayunan y se van a sus oficinas a preparar el noticiero que van a conducir al mediodía; terminan, comen, y a la oficina a escribir la columna que les publican en algún medio y van llegando a sus casas a las diez, once de la noche. Ese es el ritmo de vida de un periodista importante, como los que tanto combate nuestro presidente porque no lo adulan, porque le critican todas sus torpezas.

¿Chayoteros, corruptos, cómplices del conservadurismo?… nada de eso, ya quisiéramos ver a un funcionario morenista, a un senador o a un diputado de esos, golfos, vividores, someterse al tren de trabajo de los comunicadores a los que tanto combaten por imitar a su bipolar jefe.

Cuánta barbaridad por el Covid

Hipótesis sobre la procedencia de coronavirus, su resistencia, la mejor forma de combatirlo, hemos escuchado y leído muchas. Desde la que soltó el presidente norteamericano Donald Trump, en el sentido de que inyectándose cloro se curaba el mal, pasando por la de que se trata de un virus creado en un diabólico laboratorio para terminar con el 80 por ciento de la humanidad, especialmente los mayores de sesenta años, hasta la de ayer del presidente municipal de Minatitlán, Nicolás Reyes, en el sentido de que ya tienen listos los hospitales para albergar a los enfermos de coronavirus en el entendido de que de cada diez que sean internados cuando mucho dos lograrán salvar la vida.

Pero además, don Nicolás, otro alcalde “visionario”, ya tiene listas hasta las fosas en los panteones para los muertos de Covid-19…. Qué prisa la del viejito y qué segura la tiene, porque si el demoniaco virus lo alcanza, es de los que no tienen salvación por su avanzada edad.

Ante esta andanada de recomendaciones y sandeces, tomamos la decisión de guiarnos por las recomendaciones que viene dando el Subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, en quien hemos depositado toda nuestra confianza, haciendo a un lado los tesitos de gordolobo con nopal, las gárgaras de sal con carbonato, las sesiones de inhaloterapia de agua hirviendo con manzanilla y eucalipto y toda la bola de recomendaciones y brebajes que andan recomendando o vendiendo como las mejores pócimas para curar el coronavirus.

Cuarentena e higiene. Lavarse con frecuencia las manos con suficiente jabón y agua, cuando menos veinte segundos; si se tiene que salir a la farmacia, o a una tienda por alimentos, todo a huevo, al regresar a la casa quitarse los zapatos y la ropa y dejarla ahí en la entrada para lavarla, meterse a darse un buen baño incluyendo todas las partes, ropa limpia, guantes y a lavar lo que llevamos a la calle. Los cubrebocas de preferencia usarlos una sola vez y, esto es nuestro, procurar no ver los programas en los que se presentan “especialistas” en epidemias, pandemias y todo tipo de virus, porque la verdad es que el Covid-19 hasta la fecha la ciencia médica no ha encontrado cura y menos una vacuna, por lo tanto, todo lo que hagamos por recomendaciones caseras o de yerberos no sirve para nada.

Y hay que ser honestos y agradecidos, en lo que llevamos de esta pandemia, el número de casos de infectados, de atendidos en las clínicas y de muertos, no son tantos para los 130 millones de mexicanos que vivimos en este glorioso país. Estamos protegidos por Dios o por algo superior, las condiciones climatológicas nos han ayudado, nuestra consistencia física nos ayuda, y aunque la Organización Mundial de la Salud diga que el tipo de Covid-19 que llegó a México es muy superior en cuanto a letalidad se refiere, más mortífero, que el que azotó a nuestros vecinos de los Estados Unidos, nosotros seguimos pensando que se trata de una jalada porque no vemos, afortunadamente, el montón de contagiados, los hospitales retacados ni los incineradores trabajando a todo lo que dan convirtiendo en cenizas los cuerpos de paisanos víctimas de coronavirus.

Ahí la llevamos y como dijera en su tiempo el mentiroso de Fidel, “vamos bien, el esfuerzo continúa”. En este caso, nuestro esfuerzo por mantenernos lo mas lejanos posible del virus que tan apanicados nos tiene.

Reflexión

De mi compañero y amigo Rafael Pérez Cárdenas: “Es una estupidez pensar que el aislamiento obligado por el Covid-19 va a disminuir la delincuencia. Si los criminales no tienen miedo a una muerte inminente y violenta frente a un cuerno de chivo, menos lo tendrán a una enfermedad. Esa es la razón por la que marzo –el primer mes de aislamiento- fue el mes más violento de este gobierno”. Escríbanos a mrossete@nullyahoo.com.mx | formatosiete@nullgmail.com