El bello Masetto

Giovanni Boccaccio (1313-1375)

Decamerón. Tercera jornada. Novela primera.

Por último la abadesa, que aún no se había dado cuenta de estas cosas, yendo un día completamente sola por el jardín, como hacía mucho calor, se encontró con Masetto, que como de día con nada de esfuerzo, tenía bastante, por el excesivo cabalgar de la noche, dormía echado a la sombra de un almendro; y como el viento le había levantado las ropas de delante, estaba todo al descubierto. La señora, al ver tal cosa, encontrándose sola, cayó en el mismo apetito en que habían caído sus monjitas; y despertando a Masetto se lo llevó a su celda, donde con gran pesar por parte de las monjas, porque el hortelano no iba a labrar el huerto, le tuvo varios días probando y volviendo a probar esa dulzura que antes solía recriminarles a las demás.

Por último, le devolvió de su celda a su estancia, requiriéndole muy a menudo y pretendiendo además de él más de una parte; y como Massetto no podía satisfacer a tantas, entendió que ser mudo, si se quedaba más, le podía acarrear un daño demasiado grande; y por ello una noche, cuando estaba con la abadesa, soltando la lengua comenzó a decir: “Mi señora, tengo entendido que un gallo se basta para diez gallinas, pero diez hombres mal o a duras penas puede satisfacer a una mujer, y yo tengo que servir a nueve, esto por nada del mundo podría resistirlo, es más, por lo que hasta he hecho, he llegado a tal punto que no puedo hacer ni poco ni mucho; así es, que, o me dejáis ir con Dios, o le encontráis remedio a esto. La señora, al oírle hablar cuando le cría mudo, se aturdió toda y dijo: ¿Qué es esto? Creía que fueses mudo. –Mi señora- dijo Masetto-, lo era completamente, pero no de nacimiento, sino por una enfermedad que me quitó el habla, y solo vez primera esta noche siento que me ha vuelto, por lo que doy gracias a Dios cuanto puedo…La señora se lo creyó, y le preguntó qué quería decir, eso de que tenía que servir a nueve. Masetto, se lo dijo; y la abadesa, al oírlo, advirtió que no había ninguna monja que no fuese mucho más lista que ella; por lo que, como era discreta, sin dejar marchar a Masetto, decidió buscarle solución a estos hechos con sus monjas, para que Masetto no difamase  el monasterio…Y como en esos días había muerto su administrador, de común acuerdo, confesando todas lo que a espaldas de las demás habían hecho, decidieron con el agrado de Masetto que las gentes de alrededor, creyesen, que por sus oraciones y por los méritos del santo al que estaba consagrado el convento, a Masetto, que había estado mucho tiempo mudo, le había sido devuelta el habla;… y le hicieron administrador, y repartieron de tal modo sus esfuerzos, que él lo pudo sobrellevar. Y como con estos, él engendró muchos frailecitos, no obstante las cosas se hicieron tan discretamente, que nada se supo hasta después de la muerte de la abadesa; estando ya Maestto casi viejo y deseoso de volverse rico a su casa; lo cual, al saberse, se le permitió fácilmente.

Así pues, Masetto, viejo, padre y rico, sin tener que criar a los hijos o gastar en ellos; habiendo sabido por su cautela aprovechar bien su juventud…se volvió al lugar de donde había salido con un hacha al hombro, afirmando que así trataba Cristo a quien le ponía los cuernos en la corona.

Sintácticas

De Quintiliano:

Un embustero debe tener buena memoria.

Del filósofo Antonio Gramsci:

Pese al pesimismo de la inteligencia, ésta el optimismo de la voluntad.

De Chabela Vargas, en el Bellas Artes:

Ponme la mano aquí Macorina; tus senos carne de anon, tu boca una bendición de guanábana madura; era tu fina cintura la misma de aquel danzón: Como guitarra en tensión tú ibas temblando temblando; aquel olor de mujer, a mango y a caña nueva caliente de aquel danzón…Ponme la mano aquí Macorina…

En una charla en la Grotta Gradula en la Isla de Capri, entre Lord Dufferin, embajador británico, con el Dr. Axel Munthe:

A Tácito, Napoleón le llamó “Detractor de la humanidad”; la historia no ha cometido nunca tan grande error, como cuando condeno a este gran Emperador a la infamia, por el testimonio de su acusador principal, Tácito, es, un espléndido escritor, pero sus annali, son novelas históricas, no historia.

Beethoven. Concierto para piano y orquesta N°5, “Emperador” Op. 73. Mauricio Pollini, Piano. Daniele Pollini, Director: