La aparente victoria política de la oposición desactivó el análisis y el debate sobre los verdaderos alcances de la implantación de la figura de revocación de mandato en nuestro régimen político. Es posible que la oposición haya ganado en lo inmediato, pero ha sembrado la semilla de la anarquía y la ingobernabilidad cuando el presidente sea alguien distinto a López Obrador.

La revocación de mandato no debió pasar. No sólo porque atrás se esconde la intención reeleccionista del Presidente, sino porque abre la puerta para que la movilización social en las calles sustituya la voluntad de la mayoría en las urnas.

En efecto, como pretendía la oposición para conceder su voto, la revocación del mandato no coincidirá con las elecciones intermedias. Si es que un 3% de la lista nominal de electores (dos millones 698 mil ciudadanos) firman para solicitar la revocación del Presidente, la votación para decidir su permanencia será ocho meses después de los comicios legislativos, allá por febrero 2022, cuando la nueva Legislatura esté en funciones. Los candidatos de Morena tendrán que rascarse con sus propias uñas durante la elección a realizarse un año antes.

¿En verdad ganó la oposición? ¿En serio creen que perdió el Presidente y su partido? ¿La revocación de mandato es un acto de democracia directa –“el pueblo pone y el pueblo quita”- o se trata de un salvoconducto para impugnar el futuro? Algunas de estas preguntas ya se han ido respondiendo.

Héctor Aguilar Camín: “La posibilidad de revocar el mandato a la mitad del camino, le quita la mitad del valor a la elección primera, puesto que todo mandatario electo entra al cargo bajo la sombra de su posible remoción antes de cumplir su encargo […] La semilla de incertidumbre y de legitimidad disminuida que siembra la figura apenas puede exagerarse”.

José Woldenberg: “No se debe legislar ad hominem [se refiere a López Obrador] de facto, el periodo de los gobernadores y del Presidente se estarían acortando […] si la o las oposiciones logran estimular un movimiento lo suficiente amplio para reducirlo [sería] un aguijoneo perfecto para el conflicto, la no colaboración, la disputa perpetua […] Es una fabulosa inyección de inestabilidad”.

Leo Zuckerman: Una Constitución no se reforma pensando en un resultado en particular, sino en todas las posibles consecuencias. ¿Qué pasaría si el Presidente perdiera la votación para permanecer en su cargo?

En caso que la ciudadanía decida someter a revocación de mandato al presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), la solicitud deberá ser presentada durante los primeros 15 días de diciembre de 2021. Y el periodo de recolección de firmas será del 1 de noviembre al 15 de diciembre de 2021; por obvias razones, sólo las personas con credencial de elector vigente podrán firmar.

Una vez que el Instituto Nacional Electoral valide las firmas recabadas tendrá hasta el 4 de enero de 2022 para emitir la convocatoria. Así, la jornada de votación será a los 60 días después de ser expedida la convocatoria; aproximadamente en marzo de 2022.

La revocación de mandato sólo será válida si en la jornada de votación participó, al menos, 40 por ciento de las personas inscritas en la lista nominal de electoral. Una vez que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) valide la votación, el presidente en turno cesará de sus funciones. Paso siguiente, se aplicará el artículo 88 de la Constitución, el cual señala que ante la falta de presidente, el Congreso nombrará a un presidente interino o substituto.

Pero tal vez el Presidente y su partido no estaban pensando, como todos suponen, en la reelección sino en una herramienta que le permitiera en el futuro movilizar a sus huestes para llevar al presidente en turno al cadalzo de una revocación de mandato. Si esto hubiera sido posible antes, seguramente ninguno de los últimos tres Presidentes de México habría terminado su mandato.

Esto implica, como lo señala Woldenberg, una lucha encarnizada y perpetua por el poder. Porque el triunfo en las urnas no apaciguaría los ánimos sucesorios, sino que por el contrario, todo el tiempo estaríamos pensando en elecciones y revocaciones de mandato, eligiendo por la vía de las urnas o de la decisión de Congresos -polarizados y divididos- a Presidentes que nunca terminarían un periodo completo.

Por ello, la revocación de mandato es a todas luces, un llamado a la insurgencia.

Las del estribo…

  1. Lo que diga mi dedito. “Yo nunca dije eso”, aclaró este jueves el ex fiscal general de Veracruz, Luis Ángel Bravo, cuando se le cuestionó por qué defendería al ex gobernador Javier Duarte de Ochoa, quien afirmó en días pasados que su viejo amigo se sumaría a su equipo de defensa. ¿Será que el ex mandatario será negado una y otra vez por sus ex colaboradores o sólo se trató de una “duartiña” más?
  2. Asegura nuestro ínclito alcalde que Xalapa contará con un nuevo Plan de Movilidad que intente acabar con la monserga de vialidad en la que vivimos. Anuncia parquímetros, cambio de sentido en calles, tren ligero, tranvía y hasta teleférico. ¿Y si empieza por tapar los baches? El uso lúdico de estupefacientes aún no es legal.